miércoles, 20 de diciembre de 2017

Ya Crecieron… (Texto prohibido para aquellos que dudan de la existencia de Santa Claus)

   Era el sábado anterior a la Navidad, mi esposa y yo nos levantamos temprano, con el plan en mente y la firme decisión de llevarlo a cabo esa misma mañana.

Nos fuimos a desayunar los cuatro: Mi esposa, mis dos hijos y yo
-          Llegó el momento de contarles algo – les dije a los niños mientras el mesero diligentemente nos serbia las bebidas - Seguramente han escuchado a algunos niños que dicen que Santa no existe... Seguramente ustedes mismos han dudado sobre su existencia.

-          ¡Nooo!, - Dijeron al unísono… como sintiéndose descubiertos de algo prohibido.

-          Como ustedes saben, la llegada de Santa, cada año a nuestra casa es muy emocionante.
 Bueno pues como ustedes ya están suficientemente grandes y han demostrado ser niños muy buenos, los vamos s invitar a que a partir de esta Navidad ustedes disfruten doblemente a Santa, no sólo recibiendo regalos sino además haciendo que otros niños también los reciban.

-          Ya sé a qué te refieres -  dijo mi hijo  - quieres que le llevemos juguetes a los niños de la casa hogar, ¿verdad?

-          Si, también, pero eso no es todo…
Para que Santa llegue a cada casa, es necesario que exista un papá o una mamá que le ayude a comprar los regalos, pues él no puede hacerlo sólo.  Y en las casas donde los niños no tienen papá o mamá, es todavía más importante ayudarlo. Así que vamos a ir a comprar regalos para los niños de la casa hogar y se los vamos a llevar para que Santa llegue también para ellos, es decir, a partir de este año, ustedes también formarán parte del equipo de trabajo de Santa… ¿ok?

Las caras de mis hijos no daban crédito a mis palabras y sus asombrados  ojos casi se les salen de las cuencas…

-          ¿O sea que Santa son ustedes? – dijo mi hija con un gesto de asombro en su cara que ni ella se creía…

-          Somos los que hacemos el trabajo sucio -  les dije -  o digamos que gracias a nosotros Santa ha podido llegado a nuestra casa todos estos años desde que tu naciste, haciéndolos  cada año muy pero muy felices a los dos.


Lo que parecía una explicación de lo más convincente se transformó sin que fuera nuestra intención, en un encontronazo de sentimientos que mis pequeños vástagos no supieron cómo digerir,  (luego nos dimos cuenta que lo que pasó por su mente, fue que al revelarles el modus operandi ya no habría regalos para ellos).

Pobres de mis hijos, sin más explicaciones ni palabras, iniciaron el rictus de todos conocido como “puchero” y sin más, soltaron el llanto en pleno restaurante mientras  mi linda esposa y yo intercambiábamos miradas como pensando  “fue idea tuya”.

El mesero llegó y prefirió seguir de largo  como interpretando que aquel no era el mejor momento para seguir tomando la orden. Mi mujer me miraba como diciendo “Ahora compones lo que desmadraste” y yo tragaba saliva imaginando que el resto de los comensales pensaban:  “Seguro se están divorciando y les acaban de dar la noticia a los pequeños… que poca... qué papás  tan insensibles … hubieran esperado a que pasara la navidad”.

Sin embargo, fiel a mis convicciones y tratando de salir lo mejor librado posible de aquel numerito,  con cara de sorprendido les pregunté  a mis hijos  por qué lloraban.  Mi hija entre sollozos nos dijo: -  Acaban de destrozar nuestra infancia.  (Para mis adentros no sabía si reír o ponerme a llorar ) y mi pequeño hijo con sus ojotes lagrimosos me reclamaba: - Yo apenas tengo nueve…  

-          A ver, a ver… - les dije, empezando por mi hija. - Tú estás a MESES de entrar en la secundaria,  y en tu última carta le pediste a Santa que te anexara el ticket de compra de los patines por si hubiera necesidad de cambiarlos…  así que no hay motivo para llorar.  Además has tenido una infancia bellísima todos estos años… “y larguísima” agregó mi esposa, acordándose de los desplantes de pubertad que se suele fletar con la pequeña giganta.

-          Y tú – Dirigiéndome a mi hijo - Que hace apenas unos días retabas al espíritu de la navidad bajo la amenaza de: “A ver si es cierto… le voy a hacer la carta un día antes…”, No me salgas con que apenas  tienes nueve…, además ya casi cumples 10.

Sin embargo, con aquella arenga lo único que ocasioné fue empeorar las cosas… - Bueno, ya, ya ya, ahora necesito que dejen de llorar, terminen de desayunen y nos acompañen a comprar los regalos…

-          ¿Cuáles regalos? - Dijeron todavía entre sollozos…
-          ¿Pues cómo cuáles? …los de navidad, los que “les va a traer Santa”…
-          ¿Para nosotros?
-          Si, y también para los niños de la casa hogar, es decir, que vamos a comprar los regalos para que Santa los traiga en Navidad.  Ahora conocerán las peripecias que tenemos que hacer los papás para conseguir lo que piden, y nos ayudarán a buscarlo para que Santa pueda hacer bien su trabajo, modestia aparte, como cada año, no se hagan.
-          ¿Qué?,  ¿O sea que nosotros vamos a escoger nuestros regalos?
-          ¡Claro!  Aunque les advierto que el dinero no alcanza para todo lo que suelen pedir, así que tendrán que escoger sólo lo que más les guste.

De haber sabido por ahí hubiéramos empezado… el rictus se transformó en mueca de incredulidad y poco a poco en sonrisa… y una hora después andaban como locos escogiendo y priorizando sus deseos.

Además pasaron el resto del día haciendo preguntas como: ¿Dónde guardábamos las cartas?, ¿Cuáles juguetes nos había costado más trabajo conseguir?, ¿Dónde habíamos comprado algunos?  y ¿Cómo le hacíamos para cargar con ellos hasta las casas de los abuelos?, donde generalmente pasábamos la Navidad.

El caso es que durante ese fin de semana mis hijos crecieron más de lo que tenían planeado, ayudaron y cooperaron mejor de lo que pensábamos, y aunque al principio el proceso fue emocionalmente doloroso, al final del día agradecieron que les hubiéramos contado todo.

Nuestros hijos ya crecieron… ahora como padres entramos en una nueva etapa en la cual seguiremos  aprendiendo nosotros de ellos y ellos de nosotros.  Es muy común que quienes tienen hijos mayores me recomienden que disfrute al máximo a mis hijos, porque crecen muy rápido. 

Ahora los comprendo mejor. Aunque debo decir con orgullo que siempre los he disfrutado mucho y que he aprendido a compartir con ellos y con mi esposa, desde lo más cotidiano hasta lo más emocionante. Creo que en gran parte la felicidad consiste en eso.

Lo que más me gusta y lo que menos me gusta de ser papá,  lo puedo resumir en una sola idea… “ver a mis hijos crecer”.  Ahora lo tengo comprobado, este fin de semana vivimos con ellos una experiencia extraordinaria, y tan solo el recordarlo me rehacer un nudo en la garganta.

Al final del día, les di un beso y los mandé a dormir.  Mi hija se despidió con una pícara sonrisa y haciéndome la señal de que me estaría vigilando.  Mi hijo también se fue a la cama feliz, aunque sus inquietos ojos me decían que en su mente había miles  de ideas todavía dando vueltas y vueltas.

-          ¿Qué te pasa? - le dije -  ya duérmete.
-          Papá, es que te tengo una última pregunta.
-          ¿A ver, qué más quieres saber?
-          ¿Qué me tienes que decir sobre el ratón de los dientes?
-          ¡Eh!… - le dije  con una ancha sonrisa – que te quiere mucho - y le apagué la luz.


 Feliz Navidad, querido lector. 
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martes, 17 de octubre de 2017

3 profesiones que debemos revalorar.

Desde que la vida moderna nos puso en la mano un teléfono con cámara, mucha gente piensa que junto con el aparato adquirieron un título de fotógrafo, reportero y crítico.

Gabriel Zaid; a mi gusto, uno de los mejores pensadores y escritores mexicanos contemporáneos, dice con sarcasmo que debiera haber “guantes de castidad”,  con lo cual se evitaría que muchos libros de paupérrima calidad vieran la luz pública.

Aprovechando su brillante idea, me encantaría que también hubiera cámaras con “lente de castidad” para evitar que muchas fotos y videos llegaran a las redes sociales. Se necesita tener mal gusto, pocos escrúpulos o nada de vergüenza para exhibir en redes, ciertas fotos y videos que en verdad no aportan nada. Y que lejos de estimular la sensibilidad de la gente, lo único que hacen es estimular el morbo… al menos el mío, y no creo ser el único.

A mí  me parece que “el muro de facebook”, ese escaparate de nuestra vida, es como un reflejo de la imagen de la gente o de su negocio, y considero que si descuidamos lo que publicamos ahí, es como si no nos importara salir a la calle sin peinar. A lo mejor es eso… que en realidad no nos importa porque quizá tampoco tiene gran trascendencia. O quizá no.

Algo similar me pasa con la crítica. Ahora muchos nos sentimos jueces del mundo y sus especies, pero nos olvidamos, de que no es lo mismo ser crítico que ser criticón… y si no sabemos o no queremos investigar la diferencia, es porque seguro estamos más cerca de ser de los segundos que de los primeros.  Baste por ahora el recordar que toda crítica o retroalimentación no solicitada, es agresión.

Valoro mucho el trabajo de los críticos, así como el de los fotógrafos, reporteros y periodistas que saben hacer algo más que decir: “Aquí estamos transmitiendo desde…”    Voto porque su trabajo brille siempre sobre las publicaciones de quienes con poco oficio nos atrevemos a esgrimir una pluma, a abrir la boca o a disparar el obturador.

Entendamos como sociedad, que así como el hábito no hace al monje, ni una golondrina hace primavera, tampoco un Smartphone será capaz de capturar un buen contenido sin no hay detrás de éste, una mano y una mente maestra que lo sepa utilizar.  Felicidades a los profesionales de la imagen y la comunicación, son los cronistas de una tremenda historia que no sabemos en qué va a terminar.

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lunes, 9 de octubre de 2017

¿Por qué usamos emoticones al escribir?

 Si consideramos que existen cientos de emoticones para expresar nuestros sentimientos y que por su parte el alfabeto sólo tiene 27 letras y con ellas podemos escribirlo todo.  ¿No es más práctico encontrar las letras para formar la palabras, que andar buscando la mentada carita que representa lo que quiero expresar?

O será que a veces no sabemos cómo se llama lo que sentimos. Quizá no podemos distinguir entre sentirnos bien y sentirnos contentos, alegres, felices, o eufóricos. O tal vez si sabemos, pero nos da pereza ser específicos y hacemos como los españoles que a todo sentimiento positivos lo engloban en una palabreja sin chiste que suena “guai”, cito: “Que “guai” si me invitaras a cenar” así lo dice hasta Joaquín Sabina en su canción Medias Negras… y mira que al citado no le falta oficio ni talento en el uso del castellano.

De igual modo ocurre, cuando un mal sentimiento nos aqueja y no sabemos exactamente qué es, pues no atinamos a distinguir si se trata de tristeza, nostalgia, angustia, desesperación, rabia o alguno otro.

Alex Grijelmo en su libro “Defensa apasionada del idioma español”, comenta: “…ya nadie distingue el gorjeo de un gorrión del silbido de un mirlo”  estamos olvidado como tejer fino, y ahora nos conformamos con hacer medianamente un punto de cruz… y sospecho que por lo mismo preferimos mezclar el lenguaje con una imagen para que exprese por nosotros lo que nosotros mismos no sabemos expresar.

Hay quien se afilia al dicho de que “una imagen vale más que mil palabras”, lo cual acepto con ciertas reservas, puesto que todo depende de qué imagen se trate y de quién vengan las palabras, pues tratándose de valor, el remitente puede hacer toda la diferencia.

En fin, voto a las palabras y a que hagamos uso de ellas para que no se olviden, de no hacerlo quizá no ocurra nada malo, o tal vez si, un buen día pueden acabar en desuso y ocupar un selecto sitio en el rincón del olvido.

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domingo, 2 de julio de 2017

¿Cómo fomentar la lectura por placer?

Saber leer consiste en ser capaces de decodificar las letras y las palabras para entender su significado, ya sea de forma aislada, como parte de una oración o en un texto. Eso generalmente lo aprendemos en nuestros primeros años de escuela, y es la llave maestra que te da acceso a prácticamente todo el conocimiento.

Sin embargo, leer por placer es otra cosa. Leer es un pasatiempo que al hacerlo, te deja algo más que diversión o mero entretenimiento. Es un descubrimiento constante, es adentrarse en el pensamiento de otras personas, es llevar a la imaginación a terrenos que no podrías explorar de otra manera, es estar dispuesto a incrementar tu vocabulario y por consiguiente tu pensamiento, para luego aprender a sacar provecho de esas nuevas armas al momento de hablar o debatir. Leer nos brinda la oportunidad de avanzar por la vida de forma más rápida; pero sobre todo avanzar de mejor manera.

Yo sostengo que los padres de familia tenemos la responsabilidad de enseñar a nuestros hijos a leer por placer, difiero de quien piense que esta sea una obligación de la escuela. Pero también soy consciente de la realidad de que muchos padres de familia no tienen el hábito y en algunos casos ni siquiera el gusto por la lectura y por lo mismo no pueden inculcar ni en sus hijos; ni en nadie más, lo que ellos mismos no hacen.

También sé que hay personas que piensan que leer tampoco es tan necesario puesto que a ellos jamás les ha hecho falta. Creo que eso es tan cierto como el que pasa por la vida sin practicar ningún deporte ni hace el mínimo ejercicio porque jamás le pareció importante. Quizá quienes piensen así tengan cierta razón en base a su experiencia, pero también es cierto que ninguno de ellos sabrá cuanto mejor habría sido su vida si hubieran dedicado un breve espacio a estas dos nobles y redituables actividades.

¿Pero cómo hacer para adquirir el hábito de la lectura si no se tiene, y cómo inculcárselo a alguien más?

Comencemos con abrir un espacio en nuestra agenda para destinarlo a la lectura, no tiene que ser mucho tiempo pero si tiene que ser algo, al menos una vez a la semana. Un amigo me preguntó si  leía mucho, le contesté que en verdad no sabía si leía mucho o leía poco. Lo que si te puedo decir – le dije -  es que procuro siempre estar leyendo algo.

Es conveniente aclarar que cuando hablamos de lectura, no debemos referirnos exclusivamente a leer libros, sino que podemos echar mano de revistas, páginas de internet, periódicos, o hasta comics. Lo que sí es importante es seleccionar qué tipo de contenidos vamos a leer. Para lo cual hecho mano de una contundente frase de Arthur Schopenhauer: “Para leer lo bueno, es necesario no leer lo malo, porque la vida es corta y el tiempo y las fuerzas limitadas”.

Así que sin más, dejaré algunas recomendaciones.  

      Conozca y visite las librerías que hay en su ciudad, o al menos ubique las que están en los centros comerciales a los que suele ir, y cuando pueda vaya con sus hijos o con sus amigos así como a costumbra ir a otro tipo de tiendas.
·      
       Visite las ferias de libros, en muchas ciudades se organizan ferias de libros, ya sean chicas o grandes, pero son una excelente forma de pasar el tiempo.

·         Acepte que existen libros y revistas de todos los temas, es seguro que habrá alguno relacionado con los temas que a usted le apasionan.

·     Considere regalar libros cuando tenga que hacer algún presente por cumpleaños, navidad o simplemente por el gusto de regalarlo a alguna persona especial.

·         Platique acerca de lo que está leyendo, o pregúntele a la gente de su confianza si ha leído algo últimamente. Es decir, saque el tema en las conversaciones ya sea con conocidos o con extraños, hable o pregúntele a la gente qué está leyendo, o qué es lo mejor que ha leído en su vida, le aseguro que la conversación será más interesante que si sólo hablan del clima y de los temas de moda.

·         Si tiene niños llévelos a una librería. Actualmente todas cuentan con áreas infantiles bellamente diseñadas y con un acervo que lo dejará impresionado. Hay libros adecuados y clasificados para todas las edades, y el personal de la librería sabrá hacerle recomendaciones útiles.

·         Invierta en libros, que sus hijos lo vean gastar dinero en libros. Y que lo vean leerlos.

·         Suscríbase a alguna revista, o mejor aún, regálele a alguna persona muy especial una suscripción a alguna revista que usted sepa que será de su interés. Será un excelente regalo que le dure todo un año y que mes a mes se renovará.

·         Invente una regla en su casa, más o menos así: Por cada hora de televisión o videojuegos, habrá que tener 15 minutos de lectura… (o el tiempo que usted considere, lo importante es empezar).

·         Interésese por las lecturas de sus hijos, no importan la edad que tengan, pídales que les comenten sobre sus libros, o mejor aún, léalos usted también (aunque sean infantiles, o aunque sea un fragmento) para que los puedan comentar, es un placer mental y sentimental intercambiar puntos de vista sobre una misma lectura.

·         Lea con sus hijos en voz alta, un rato léales usted y otro rato que ellos le lean, alternen párrafos o páginas, de esta forma ellos aprenderán a pasar tiempo con ustedes con una actividad nueva, y si ellos ven que usted  le dedica tiempo a este asunto, entenderán que se trata de algo importante.

·         Si usted o sus hijos admiran a alguien, busquen su biografía y traten de investigar más y más datos sobre esa persona, promueva la investigación y la búsqueda más allá de Wikipedia o Google.

·         Cuando alguno de sus hijos le pregunte sobre un tema que usted sepa, contéstele como si no lo supiera o como si no estuviera seguro, es decir, invítelo a que busquen juntos sobre ese tema, es seguro que algo nuevo van a aprender los dos.

·         Lea los periódicos de su localidad con cierta regularidad, identifique al editorialista de su preferencia y sígalo de forma regular. Aprenda a conocer a las principales plumas del país, no importa que no esté de acuerdo con sus comentarios, seguramente habrá alguno con quien se pueda identificar más.

·         Si encuentra un libro que le guste, investigue todo lo que pueda sobre el autor, sobre todo, si ha escrito otros títulos que le gustaría leer.

·         Busque algún blog que sea de su interés y suscríbase a él, existen miles de blogs de diversos temas, y son lecturas que no tienen costo, donde además puede interactuar con los autores gracias a la tecnología.

Como se puede dar cuenta, hay muchas formas de fomentar la lectura por placer. Si ya lo hacemos y lo hacemos con regularidad, enhorabuena, seguro estamos contribuyendo con la tarea de ser y de dejar mejores personas en el mundo.

Si tiene alguna otra sugerencia para fomentar la lectura. Se agradece que la comparta en forma de comentario, seguramente más de uno la sabremos aprovechar.

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domingo, 25 de junio de 2017

No me gusta el término “FACILITADOR”

No me gusta el término “Facilitador” cuando se usa para referirse a un maestro, instructor o entrenador de un grupo de personas.  

Me estorba el término, porque se auto define como alguien capaz de hacer que lo difícil se vuelva fácil… eso podrá estar bien en algunos ámbitos, pero no creo que al hablar de educación sea algo que nadie deba ofrecer ni mucho menos otros debamos esperar. 

A mí me gustaría que los maestros de mis hijos, hicieran lo humanamente posible por enseñarles todo lo que deben aprender, que pudieran ser su compañía en todo el proceso de aprendizaje; no importa cuánto tiempo les lleve ni qué tengan que hacer para lograrlo, pero sin facilitarles nada. Es decir, que me gustaría pensar que un maestro es un acompañante a lo largo de todo el camino, pero no un facilitador, pues no esperaría, ni mucho menos exigiría que el proceso de aprender fuera fácil. Podrá ser desafiante, interesante, cansado, por ocasiones tedioso, algunas veces incluso divertido, pero no fácil.

Todo proceso de educación o capacitación, supone que el alumno adquiera conocimientos y/o desarrolle habilidades que aumenten su competitividad. Muchas veces serán conocimientos o habilidades nuevas, y quizá algunas veces sólo se trate de recordar o reaprender algo por segunda vez. En cualquier caso, presupone un proceso de aprendizaje, entrenamiento y práctica. ¿De dónde sale la cándida idea de que aquello tiene que ser fácil, si todo proceso de aprendizaje implica esfuerzo y disciplina?

Es cierto que a veces la suerte, la fe, o quizá hasta el universo pareciera que conspiran en nuestro favor y nos benefician de manera inexplicable, habría que aprovechar esas oportunidades. A mí la vida me ha enseñado que es mejor creer en nuestro propio potencial, transformarlo en trabajo con dedicación y disciplina, y enfocarlo en aquello que se queremos lograr.

Yo estaré más agradecido con los maestros de mis hijos, si fungieran más como guías y compañeros en su proceso de aprendizaje que como facilitadores de todo aquello que les represente un reto, me encantaría que fueran ellos quienes los lleven a poner en práctica el inspirador pensamiento del General Venezolano Francisco de Miranda, quien nos dejó como parte de su legado que el tamaño de nuestro éxito, será del tamaño de nuestro esfuerzo.


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domingo, 18 de junio de 2017

Diálogos con mi hijo


Mi pequeño Pablo me preguntó:

-¿Qué te gustaba más, ser niño o ser adulto?
- Me gustaba más ser niño cuando era niño, pero ahora me gusta más ser adulto.
- ¿Por qué?
- Porque todas las etapas de la vida son bonitas, siempre y cuando las sepas disfrutar.

Si cuando eres niño te la pasas deseando ser adulto, estarás perdiendo el tiempo, porque desearlo no te convierte en adulto, ni te podrás divertir como si lo fueras. Así que más te conviene aprender a disfrutar la vida como niño mientras lo seas.

También funciona igual cuando eres mayor. A mí de nada me serviría querer volver a ser niño, porque eso no va a suceder. Así que prefiero disfrutar la vida de acuerdo a la edad que tengo, porque de todas formas esa tengo.

Así como hay  niños y adolescentes que les encantaría ser mayores, también hay adultos que darían todo lo que tienen por volver a ser jóvenes y hasta niños.  Tal vez dejaron cosas pendientes por hacer en aquellas etapas, o quizá no quieren aceptar que la vida avanza y que es mejor avanzar junto con ella.  No lo sé.

Tu por ahora diviértete como niño, cuando crezcas aprende a disfrutar la vida como joven y luego como adulto. En esos pequeños secretos, la vida esconde sus mejores tesoros y te los da como si fuera una gran recompensa.

-          -    ¿A ti ya te la dio?
-          -    Por supuesto que ya
-          -   ¿Cuándo?
-  Cuando me convertí en papá.

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miércoles, 14 de junio de 2017

La Comunicación, ese eterno problema

Cuando estudié en la universidad, teníamos una serie de materias que formaban parte del llamado “Tronco común”, y  no era otra cosa que un grupo de materias de curso obligatorio independientemente de la carrera que escogieras. Ahí estaban “Redacción en Español”, “Redacción Avanzada” y “Expresión Oral”.

¡Ah cómo se quejaban muchos compañeros de aquellas clases!, y no me remonto a la época de prepa o secundaria donde existían sus equivalentes, porque ahí los intereses eran otros, pero ya en la universidad, cuando se supone que estás adquiriendo herramientas que te van a servir toda la vida, había una terrible resistencia contra esas 3 materias, especialmente con las 2 primeras que implicaban aprender a redactar.

En su momento estas materias no me quitaron el sueño, y aunque quizá no eran tan divertidas como las específicas de mi profesión, digamos que hubo otras que sí me hicieron sufrir. Años más tarde, y siendo parte de una empresa, me doy cuenta de lo importante que fueron aquellas 3 materias, pues en casi toda mi experiencia laboral he visto que el problemas más recurrentes y constante en toda organización es la mala comunicación entre sus colaboradores, y entre éstos y los clientes y proveedores. Eso no significa que no haya comunicación, sino que la que existe, suele ser de muy mala calidad.

¿A qué se debe?,  seguramente a múltiples factores. Aunque a cada rato me vienen a la mente algunos compañeros que argumentaban  -  ¿Para qué quiero saber redacción y ortografía, si yo voy a tener una secretaria para que haga eso? – comentario más misógino y pendejo no podían haber dicho…  y me pregunto yo: ¿Por qué pensaban aquellos angelitos, que “alguien” iba a hacer por ellos, lo que ni ellos mismos estaban dispuestos a hacer? 

Ahora  más que nunca, lo que nos sobran son aparatos para comunicarnos, tenemos medios que en nuestra juventud ni siquiera imaginamos, pero los problemas de comunicación continúan.  ¿A qué se debe? Pues a que el principal problema sigue estando en las  personas, y no en los aparatos. En esa incapacidad de saber transmitir ideas con claridad, llamándole a las cosas por su nombre y entendiendo que la responsabilidad de que un mensaje se comprenda radica en quien lo emite, y no en quien lo escucha.  Para decirlo más claro: Si este texto no se entiende, será debido a una incapacidad  de quien lo suscribe, y jamás se debe responsabilizar de su comprensión a quien solamente lo lea.

Otro problema común, consiste en que nos cuesta trabajo distinguir una idea central de una idea periférica:
-         -  ¿Cómo sucedió el accidente?
-    -  Íbamos llegando al restaurante… ya vez que era cumpleaños de mi tía, la hermana mayor de mi mamá, la que vive en Mérida… Cuando escuchamos un ruido… haz de cuenta como si se hubiera caído algo muy pesado… y volteamos hacia la ventana y vimos el auto con las llantas para arriba…

O revolvamos hechos con suposiciones, y todavía las mezclamos con un poquito de nuestras propias opiniones.
-      -     ¿Por qué no pudieron entregar el paquete?
  - Pues llegamos a la oficina, y otra vez estaba cerrada, a mí se me hace que fue porque salieron temprano a comer…. Ya vez que con ellos siempre es lo mismo… ya vez cómo son… a mí por eso no me gusta ir ahí, yo prefiero para la próxima…

Y por si lo anterior fuera poco, a veces también evadimos nuestra responsabilidad culpando a otros de nuestras incapacidades:

-         -  ¿Qué pasó con el reporte que te pedí?
-     -  ¿El reporte?... lo que pasó fue  “de que”… ya ve que se enfermó la secretaria… y que quedó de mandarme unos datos… y pues ya se los pedí pero yo creo que no ha visto mi correo porque como no vino… pero yo creo que mañana ya va a venir, así que si quiere se lo hago para mañana…

Problemas de comunicación, existen por montones y de ejemplos pudiéramos hacer varios tomos.  
Pero la realidad es que aprender a comunicarnos es una habilidad que se puede aprender sin importar la edad que tengamos o el rol que nos toque jugar dentro de una organización. 

Dejemos de inventar excusas y hagámonos responsables de los mensajes que emitimos. Si todos fuéramos más conscientes de la importancia de este tema y del quebranto que puede causar en una empresa cuando este recurso no se cuidad, tendríamos  más cuidado en la forma de expresarnos, sobre todo desarrollaríamos la costumbre de asegurar la comprensión de nuestros mensajes. Si lográramos hacer eso, nuestro trabajo y por consiguiente nuestra vida personal se verán rápidamente recompensados.






sábado, 27 de mayo de 2017

Hogar - Empresa /Tiempo para uno mismo

¿No sientes que a veces necesitas tiempo para ti mismo?, ¿No sientes que en ocasiones el trabajo y la familia acaban con tu tiempo?, ¿Que cuando finalmente ya todos se han ido, quedas tan exhausto que lo único que quieres es dormir?

A mí sí me ha pasado, y  por momentos me estresaba no poder encontrar tiempo para mí mismo. Estaba tan inmerso en mi trabajo y dedicándole a mi familia el tiempo que me sobraba del trabajo, que sentía que los días pasaban y nunca me daba tiempo para mí.  Tiempo para hacer mis cosas personales, es decir, las cosas que me gustan a mí. Yo formo parte de esa generación a la que alguien tuvo la simpleza de llamar despectivamente “Equis”, y muchos  contemporáneos estarán de acuerdo en que cuando éramos niños hacíamos lo que nuestros padres decían y ahora que somos adultos nuestros hijos quieren que hagamos lo que ellos dice, total que si nos descuidamos se nos va la vida y pareciera que lo único que hemos hecho en tantos años ha sido aprender a  obedecer.  Pero no, tampoco es así de dramático.  

La realidad es que casi siempre hago lo que nos gusta, porque lo que más me gusta es estar con mi familia y cumplir con mi trabajo. Lo que sucede es que por momentos el agobio llega a ser tanto, que uno añora tener un rato de soledad o de reposo para recargar baterías como “en aquellos tiempos”, cuando el trabajo era poco o nulo y la familia actual todavía no existía.

Si bien, siempre debe uno darse tiempo para todo, no siempre es tiempo de poder hacerlo todo, pues ciertas circunstancias personales o familiares cambian. Pero lo que si conviene hacer, es saber administrar nuestro tiempo, para poder hacer lo que nos gusta, sin demérito del tiempo que debemos dedicarle a los demás. Si a mí me gusta practicar algún deporte,  al respecto puedo escoger entre tres opciones: practicarlo solo, dejar de practicarlo por falta de tiempo, o inculcar a mi familia el gusto por dicha actividad. Así que más me conviene inculcar a mis hijos el gusto por aquello que a mí me gusta,  es decir que con ese ejemplo, podemos convivir en familia y practicar ese deporte que tanto me gusta al mismo tiempo.

Algo similar ocurre con quienes tenemos afición por la lectura. Para poder hacerlo requerimos tiempo y que nuestros hijos también aprendan a leer.  Es decir, generalmente leer ya saben, pero más nos conviene enseñarlos a que lean por placer, para que juntos disfrutemos de esta actividad, y de todo lo que ello conlleva, como entablar una buena conversación, hacer visitas cotidianas a las librerías, o dedicarle toda una tarde a pasearnos por una feria de libros.

Tiempo para nosotros mismos… es el que le dedicamos a hacer las cosas que nos gustan, pero nadie dijo que había que hacerlas solos. Por lo tanto, no debemos pensar que las cosas que nos gustan son ajenas a las que podemos hacer con nuestra familia, con el equipo de trabajo o con los amigos. Así que por qué no clasificar “las cosas que nos gustan” en grandes grupos, las que puedo hacer con mi familia, las que me gustan y puedo o  me conviene hacer con mis compañeros de trabajo y las que me gusta hacer con mis amigos.


Ahora bien, siempre habrá cosas que nos gusta hacer solos,  y está muy bien que así sea, pues siempre son reconfortantes los momentos de soledad, ya que abren un espacio a la reflexión y un momento al silencio que nos permitirá escuchar la voz de nuestra conciencia a la que pocas veces dejamos hablar. Procuremos esos momentos de soledad y aceptemos que tan importante es tenerlos, como permitir que las personas a nuestro alrededor también los tengan.

domingo, 21 de mayo de 2017

Los Millennials, y el cambio generacional.

De pronto la generación Millennials se ha puesto de moda y yo, aplaudo el hecho.

Hace días, vi una nota en el periódico que decía “¿Qué pasará cuando los Millennials crezcan?” Creo ese es el asunto, que ya crecieron y algunos apenas nos estamos dando cuenta. De pronto esta nueva generación se puso de moda, como si alguien hubiera destapado la caja y se salieron sin control… los jóvenes están por todos lados.

Yo pertenezco a la generación anterior, aquella que rimbombantemente bautizaron como “Equis”, la que formamos los que nacimos desde mediados de los 60´s hasta finales de los 70´s. Los últimos que podremos decir con orgullo que somos “Personas A.C.” es decir “Antes de las Computadoras” (no confundir con “Antes de Cristo”, que no es para tanto).

Una generación donde las oportunidades de estudio se multiplicaron, permitiendo que el nivel universitario estuviera prácticamente al alcance de cualquiera. Recuerdo que mi papá decía: “A mis hijos les va a tocar una lucha de gente preparada contra gente preparada”, y tenía razón. Quizá por eso somos una generación muy echada para adelante en lo tocante al trabajo.  
También experimentamos un trascendente cambio a nivel familiar, pues casi todos los que ahora somos padres, tenemos más hermanos que hijos. Lo cual justificamos mediante el apotegma de que “La familia pequeña vive mejor.”

Y por si eso fuera poco, tenemos ejemplos para casi todo, cuando se trata de comparar nuestra infancia con la de nuestros hijos,  o el contrastante estilo de vida de ahora con el que teníamos cuando éramos niños.

¿Y qué pasa con los Millennials?.

Pues que los niños de ayer, se están convirtiendo en los hombres de hoy. Es decir, los primeros Millennials han llegado a la edad adulta y están comenzando a ocupar lugares de trabajo, por lo mismo están comenzando a ganar dinero y eso hace que una sociedad tan superficial como la nuestra finalmente los esté volteando a ver.

- “¿Quién se cree este chamaco y por qué tiene un puesto mejor que el mío?”
- “¿Y este “lepe” por qué gana tanto dinero si no sabe ni limpiarse los mocos?”

Con todo respeto para mis contemporáneos, creo que en muchas cosas hemos envidiado a los Millennials desde nos dimos cuenta de que ellos sí se podían subir a los juegos de Mc. Donald´s y nosotros no porque ya éramos grandes. Allí comenzó el problema.  Luego vinieron los miles de accesorios para niños y la era digital que a ellos les tocó disfrutar gratis desde que nacieron cuando a nosotros tuvimos que pagar por ella hasta que salíamos de la universidad, pues ya éramos grandes.

¿Y a qué viene tanta queja de la generación “X”?, que si los Millennials son esto o aquello, que no les gustan adquirir compromisos, que si son irresponsables, que si no son estables en sus trabajos, que si están acostumbrados a una vida fácil y llena de comodidades, que no les gusta batallar... etc.  Pero ¿Ya recapacitamos en que no hay un sólo Millennials, cuyos padres no pertenezcan a la generación X?  Así que, si son como son, es porque nosotros los enseñamos a ser así, ya sea porque les promovimos ese tipo de comportamientos, o porque se los permitimos en su etapa formativa… (con el eterno miedo de: “no se vayan a traumar”).  Decía un amigo que cuando era niño el único sicólogo que conoció fue un cinto piteado talla 40 de su papá… pero claro, aquellos eran otros tiempos.

¿Y ahora quién podrá defendernos?, pues nadie, porque nadie nos está atacando. Simplemente tenemos que entender chicos y grandes, “X” y “Y” que todo cambio generacional ofrece oportunidades para crecer y desarrollarnos.  Ambas generaciones estamos llenos de cosas positivas, debemos hacer a un lado nuestra soberbia y los “X” dejar de pensar que todo tiempo pasado fue mejor, eso es una mentira; que por cierto Woody Allen la expone magistralmente en su película “Midnight in Paris” (2011) y los “Y” entender de una vez por todas que todavía les falta; al igual que a nosotros, mucho por aprender.

Aprendamos unos de otros, somos generaciones complementarias, donde los “X” podemos aportar experiencia, conocimientos y habilidades que hemos desarrollado debido a nuestra edad y donde los Millennials; siendo expertos en manejo de tecnología digital y conectividad, pueden potencializar ese conocimiento aceptando que no todo en la vida se resuelve a través de una pantalla. Habrá temas que a ambas generaciones nos resulten difíciles de comprender, pues nacimos en diferentes épocas y circunstancias en las que el mundo cambió mucho, pero la oportunidad ahí está.  Aunque sólo sacarán provecho de ella quienes tengamos la disponibilidad y la sepamos aprovechar.







sábado, 29 de abril de 2017

Hogar / Empresa.- Planeación Estratégica en Familia

      Recuerdo cuando participé por primera vez en una planeación estratégica. Fueron 3 días de estar en una ciudad distinta a donde radicaba. Iniciábamos los días con pláticas impartidas por expertos, y continuábamos en reuniones intensivas escuchando hablar sobre el entorno y la forma como la empresa tenía participación en el sector. Cuando viajé de regreso a mi ciudad de residencia, concluí que mi sentimiento de bienestar se debía a dos cosas: Haber vivido aquella experiencia y contar con un plan de trabajo perfectamente definido para el resto del año. De pronto, llegó a mi mente una idea genial. ¿Qué pasaría si aplicara la metodología de la planeación estratégica a mi vida personal?

      En aquel entonces era un soltero soñador de 26 años, y el ansia de repetir el ejercicio me hizo verme con un plan de trabajo donde se desglosaran actividades de tipo personal como conseguir novia, casarme, hacer algunos viajes, hacer deporte, salir de fiesta con amigos, formar una familia, bajar de peso, estudiar una maestría, etc.  La idea por un tiempo quedó más en mi mente que en algún papel, aunque un día finalmente abrí una hoja de excel y vacié lo que consideré un FODA (fortalezas, Oportunidades, Debilidades y Amenazas) de mí mismo. Luego tracé mis objetivos a corto, mediano y largo plazo y me visualicé como un explorador a quien le dan un mapa con las pistas para encontrar un gran tesoro. 

      Hasta ahí todo iba bien, seguí mi plan durante un buen tiempo y al cabo de unos años, se fueron concretando varios de mis objetivos. Luego quise repetir el ejercicio, pero el problema comenzó cuando decidí involucrar a mi familia, es decir, a mi esposa… quien con palabras muy presidenciales contestó a mi invitación con preguntas como:

-          ¿Y yo por qué?
-          ¿Y para qué lo quieres?
-          ¿Y cuánto nos vamos a tardar?
-          ¿Y por qué no lo haces tú?

      Mi esposa y yo no compartíamos el mismo lenguaje laboral, y nuestra idea de hacer planes familiares; aunque es similar en el fondo, es muy distinta en la forma. Sobra decir que el ejercicio terminé haciéndolo yo solo y creo que como ejercicio fue lo mejor.

      Con más de 10 años de casado, puedo comentar que de todos los proyectos en los que he participado, ninguno ha sido tan complejo ni simultáneamente tan reconfortante como el proyecto de formar y ver crecer a mi familia. Laboralmente proyectos van y proyectos vienen; unos más exitosos y desafiantes que otros ya sea técnica, financiera o comercialmente, pero todos ellos al fin de cuentas se traducen en dos cosas: Que cierta cantidad de dinero pasó de unas manos a otras y que haber participado en aquello, nos enriqueció con una experiencia nueva que contribuye a seguir desarrollarnos como personas y como profesionistas.

      En cambio, el proyecto de formar una familia, implica desde actividades planeadas hasta sucesos inesperados, desde actividades intrascendentes hasta aquellas donde pones a prueba todos tus conocimientos, desde tardes placenteras hasta noches de insomnio, o desde momentos donde abundan las risas hasta otros donde nuestro carácter y temperamento se pone a prueba, pareciera que es igual que en el trabajo, pero no, aquí todo es más delicado pues las cosas ocurren con personas a las que amamos, que esperan de nosotros amor incondicional y el ejemplo diario de lo que un padre o una madre deben ser.


      El hecho es que planear se ha vuelto un ejercicio en mi caso más de tipo laboral que familiar, así como soy de riguroso para planear en el trabajo, así soy de flexible para los asuntos personales o familiares, por supuesto que algunas actividades familiares convienen planearse, pero también he aprendido que más vale saberse adaptar a las circunstancias cuando las cosas no son como tu esperas. Ahora bien,  no es bueno caer en la tentación de hacer participar a mis hijos y a mi esposa como si fueran miembros de mi equipo de trabajo, en principio porque no lo son, y en segundo porque jamás esperaría de ellos lo que espero de mis compañeros. Aquí cabe la célebre frase  “A Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César”, en donde se deja clara la ambivalencia de los dos mundos en los que nos movemos constantemente y donde hemos de aprender a navegar cual  experimentados capitanes de barco en mares picados. 

domingo, 23 de abril de 2017

Hogar - Empresa.- El mayor desafío

Actualmente el reto más grande de un hombre de negocios, no está en el negocio.
No importa si ocupamos una silla dentro del consejo de administración, si somos parte de la cúpula directiva, o ejecutivos de cualquier otro nivel. Ya sea que estemos dentro de una empresa chica, mediana o grande, el reto principal de los hombres de negocios actualmente, radica en saber equilibrar el mundo laboral con su vida familiar.
Lejos ha quedado el estilo de vida en el cual el tiempo alcanzaba hasta para tomar una siesta, actualmente muchos de los que formamos la población económicamente activa, dejamos la cama cada mañana mucho antes de que salga el sol y durante todo el día andamos de un tema a otro, de una actividad a otra, sorteando pendientes, revisando indicadores y teniendo contacto con cientos de personas. Y todo eso está muy bien, siempre y cuando no olvidemos que tenemos una familia que también necesita una buena parte de nuestra atención.
Entre el actual ritmo de vida y el constante bombardeo de información que nos entra por ojos y oídos, cada vez es más difícil satisfacer las expectativas de quienes nos rodean. En el trabajo se nos exige que tengamos una entrega que rebase el 100% y nuestra familia espera de nosotros algo más que “...el tiempo que nos quede libre...”, por lo mismo, los compromisos laborales y familiares son tantos que se vuelve indispensable saber priorizar para poder equilibrar la balanza.
Encontrar el equilibrio no sólo es cuestión de repartir el tiempo, sino de saber balancear ideas, citas, actividades, llamadas, detalles, eventos y compromisos a los que hay que asistir, o al menos hacer presencia de algún modo, y que por variados y sui generis que suelen ser, debemos aprender a sortear asuntos que van desde lo más trivial hasta lo más trascendente.
Balancear nuestros roles en la vida; como seguramente hemos escuchado, se parece a mantener en el aire y en equilibrio varias pelotas a la vez; tal como lo hace un malabarista. Esta es una analogía muy conocida, y para hacerla más dramática, debemos suponer que cada pelota representa un rol que tenemos en la vida, asumiendo que la pelota que representa a nuestra familia es una pelota de cristal, a diferencia de las demás que podríamos imaginar que son de goma o cualquier otro material. Es decir, que si alguna pelota se nos cae, la podríamos levantar de nuevo o reponer fácilmente, pero si se llega a caer la que representa a la familia, ésta se romperá para siempre.
Muchos años he vivido coordinando proyectos de diversa índole, y sin temor a equivocarme puedo decir que el más complicado, pero a la vez el más satisfactorio, es el proyecto de formar y ver crecer a mi familia. Es, como todo lo que vale la pena, un proyecto de largo plazo, donde nuevos integrantes llegan y tristemente otros se van. Donde cada quien juega un rol totalmente distinto al de los demás, y sin embargo de todos se espera un crecimiento, una integración y una participación absoluta. Y donde por encima de todo existe un ingrediente que nos aglutina y nos permite adoptar posturas que en otro ámbito no lo haríamos, el amor.
Resulta difícil más no imposible aprender a programar en una sola agenda todo lo que hay que hacer: Reuniones, videoconferencias, audiencias, cumpleaños, eventos, tareas, festivales infantiles, cortes de cabello, horas de juego, envíos de flores, correos, mensajes y llamadas tanto de negocio, como de familiares y amigos. Se requiere tiempo e inteligencia para saber acomodar todo aquello en 24 horas cada día. Pero al fin de cuentas a eso y más estamos acostumbrados quienes nos esforzamos todos los días por lograr un desarrollo personal y profesional. Sabemos que las cosas no suceden por arte de magia, sino que debemos asegurarnos de que sucedan mediante la implementación de un plan.
Ya sea que lo agendemos en un smartphone, o que lo apuntemos en un post-it, o que simplemente nos cambiemos un anillo de dedo como recordatorio, el hecho es que debemos echar mano de todas las herramientas relacionadas con la planeación y la administración del tiempo para poder sortear dignamente cada uno de nuestros roles. Parece sencillo pero resulta todo un desafío abordar el tema con disciplina y constancia, para hacer de esta habilidad un hábito, que nos permita ser personas con un desempeño equilibrado y no individuos de una sola ocasión, que brillamos como flor de un día cuando estamos ante los reflectores, pero que nos olvidamos del tema cuando la atención de los que nos rodean se dispersa.

domingo, 16 de abril de 2017

La Importancia del Jardín.

El gusto por la jardinería lo heredé de mi mamá, y seguramente ella lo hizo de mi abuela. En sus casas nunca han faltado árboles y plantas qué atender. Ahí aprendí los cuidados básicos que uno debe dar a su jardín y los nombres de todo lo que ellas cultivaban, pero más importante aún, ahí aprendí a querer y a cuidar todo tipo de plantas.
Yo he procurado inculcar en mis hijos el gusto por la jardinería, al menos de la forma como lo hicieron conmigo. Considero que el jardín, sea grande, pequeño, o simplemente conste de un par de plantas en maceta, además de ser un elemento que embellece cualquier hogar también es un espacio que despierta en quienes los cuidan características que los vuelve personas más sensibles y empáticas hacia su entorno.
Al hablar de cuidar una planta o un jardín entero, nos estamos refiriendo a cuidar seres vivos, y por lo mismo son una gran herramienta para despertar en nuestros hijos su sentido de responsabilidad.
También es un medio extraordinario para aprender a desarrollar la paciencia, pues el proceso de crecimiento de árboles y plantas, y no se diga el tiempo de floración o de cosecha, ocurren cuando deben ocurrir y no cuando el cuidador quiere. Un jardín, no es como una aplicación en un smartphone que la bajas y ya está lista para jugar con ella.
Tampoco es como un juguete caro o barato que vas a la tienda y lo compras y empiezas a gozar de él. Un jardín, se planea, se siembra y se va haciendo bello con el tiempo, y una vez que lo logras, debes estar atento a él todos los días, pues al menor descuido, el jardín va a resentir la falta de cuidado y de atención.
Conozco una familia, donde el padre dividió el jardín de su casa en tantas partes como hijos tenia. Después asignó a cada hijo una parte del jardín y los puso a su cuidado. A partir de ese momento, el jardín se convirtió en un factor determinante para conceder o negar permisos a los hijos, es decir, se convirtió en el mejor aliado del papá, porque si bien a una persona la puedes engañar con facilidad, a un jardín no.
Un jardín le dice cosas a quienes lo visitan, pero no todos pueden oírlo, solo lo perciben quienes lo saben escuchar. Un jardín por ejemplo te dice si su cuidador ha estado atento o no, si lo ha regado constante y correctamente o si es de los que deja la manguera abierta y se olvida.
También te dice si lo limpian con regularidad, o si dejan que se acumule basura y crezca hierba. De igual forma te dice si se ha infectado con alguna plaga o si a alguna planta le faltan nutrientes. Y por supuesto también dice buenas noticias, un jardín te grita cuando se siente sano y fuerte.
Además de los conocimientos técnicos que se adquieren con el cuidado de toda planta o jardín, me gusta enseñar a mis hijos sobre el tema para seguir desarrollando en ellos el sentido de la responsabilidad, la paciencia, el respeto y el aprecio por la naturaleza, el sentido de la estética, y ese aprendizaje al que las nuevas generaciones están tan poco acostumbrados, que se contrapone con la inmediatez, pues nos hace ver que las cosas que valen la pena, toman su tiempo.
Mientras todo ese aprendizaje llega y da fruto, seguiré disfrutando de esa sencilla convivencia con mis pequeños, usando el jardín como el pretexto perfecto para ensuciarnos las manos y terminar eventualmente cubiertos de tierra.

jueves, 2 de febrero de 2017

Un Solo México

Soy parte de un México orgulloso de su pasado. Que reconoce el valor de la familia. Que cuando se trata de trabajo, hacemos lo que sea necesario, incluso antes de que salga el sol.
Soy parte de un México que valora su historia y su cultura, y que está dispuesto ser protagonista de una mejor historia y una mejor cultura. Que nos sentimos orgullosos de nuestra tierra y de sus paisajes, pero también de sus costumbres, de su comida, de su música y sus rituales.
Soy parte de ese México que sabe ser solidario, pero también pícaro, alburero e ingenioso. Pero que también sabe ser moderno, actualizado, profesional e inteligente. Que no le teme a la globalización y que está dispuesto a competir en la escala mundial.
También soy parte de ese México que está consciente de que hay mucho por hacer y mucho por mejorar, de ese México que quiere y necesita sentirse orgulloso de sus instituciones y de cada uno de sus representantes.
Sabemos que nuestro país alberga muchas culturas con diversas formas de pensar. Que existen barreras ideológicas que nos separan, nos dividen, e incluso nos confrontan, pero también debemos entender que no es momento de hablar de eso. Debemos hablar de lo que tenemos en común los mexicanos, de exaltar todo aquello que nos une y nos hace más fuertes.
Tenemos toda la vida para luchar por nuestros ideales y defender nuestros miopes puntos de vista. Ya tendremos mucho tiempo después para seguirnos peleándonos entre nosotros mismos por demostrar que cada uno tenemos la razón y los demás están equivocados. Veamos que hoy como nunca, los mexicanos tenemos la oportunidad de mostrar nuestra grandeza y nuestra fuerza motivados por una voz, la voz de México. Dejemos a un lado nuestro orgullo individualista y nuestra soberbia que tan poco valor aporta a la sociedad, veamos por el bien de nuestro país y de la sociedad, es algo de lo que nosotros mismos estaremos orgullosos y muchos otros mexicanos nos lo van a agradecer.
Qué bien que cambiemos nuestra foto personal por la de nuestra bandera, Qué mejor si además cambiamos las actitudes que nos impiden crecer y avanzar como sociedad.

miércoles, 25 de enero de 2017

¿Con Qué te Pago el Cariño?



-    - Papá,  ¿Esta noche, es la noche que voy a crecer más de todo el año? – me sorprendió con esta pregunta cuando nos preparábamos para dormir en la víspera de su cumpleaños número nueve.

-         -  Supongo que sí, hijo -  le contesté sorprendido por su inocencia que por momentos tiendo a olvidar.
-         - ¿O sea que mañana voy a ser más alto de lo que soy ahora? – insistió asombrado.
-          - Seguro que sí, ¿Quieres que hagamos una prueba?...

Así le dije y asintió con una gran sonrisa.

-       - Vamos a marcar tu estatura en este mueble y mañana la revisamos nuevamente a ver cuánto creciste durante la noche, ¿Cómo ves?

Sus ojos no podían de emoción. Así que lo llevé hasta el mueble y le pedí que se pusiera de espaldas,  hice una escuadra sobre su cabeza con la ayuda de un libro y  alterando un poco la medida, marqué una pequeña línea un par de centímetros por debajo de su estatura real, teniendo el cuidado de que él no lo notara.

-        -   Mañana cuando despiertes, volvemos a medirte y vamos a ver cuánto has crecido en una sola noche,  ¿sale?

Mi pequeño hijo se fue a dormir con una gran ilusión pensando en cómo su cuerpo trabajaría mientras él descansaba.  Desde ese momento me podía imaginar su cara de sorpresa al siguiente día, al descubrir  cómo había crecido cerca de dos centímetros en una sola noche.  

Me pidió que le acompañara  a leer en su pequeño libro,  y así lo hicimos por un rato. Si bien es cierto que a los 9 años, los niños ya saben leer, considero conveniente enseñarles además a disfrutar de las lecturas y a emocionarse con ellas.

Acabamos el capítulo y le pedí que se durmiera.  Le di un beso y sin darme tiempo a salir de su recámara me dijo:

-         -  ¿Te acuestas un ratito conmigo?

Asentí mientras veía sus grandes ojos. Me recosté a su lado pensando  - ¿Con qué podré  pagarte tanto cariño…?

Me quité los lentes y los dejé sobre el buró,  acción que mi hijo sabe interpretar como una verdadera disposición a descansar y a dormir en serio.

Me dijo “buenas noches” y se aferró a mi brazo como advirtiéndome que si intentaba escapar  lo notaría enseguida. Lo tranquilicé  diciéndole quedito que no me iría a ningún lado… quizá pensó que sólo hablaba de aquella noche.  Es todavía pequeño para entender que aquellas palabras,  abarcan toda mi vida.

Me dispuse a dormir, no sin antes pensar en el compromiso que como padre tengo con él. Que privilegio y que bella forma de corresponder a su confianza, a su cariño y a esa fe desmesurada me muestra cada día y lo hace creer en mí.


Feliz cumpleaños, querido Pablo (enero 2017).