miércoles, 6 de marzo de 2024

Segundo acto… “Cincuenta años de corazón joven y alma vieja.”

Celebro la vida cumpliendo años y tomándome una copa con la gente que quiero. Por la cantidad de corchos que tengo y lo que representan, sé que la segunda mitad de una botella se disfruta más que la primera. Y así como el segundo acto de una obra, es más intenso que el primero, me imagino rellenando mi copa y aceptando que en la botella de la vida queda menos vino del que me he tomado. Ahora revaloro cada sorbo, y me tomo el tiempo para decidir por qué brindar y con quién.

Cumplir cincuenta años, puede ser icónico como un parteaguas, o cotidiano como el despertar de cualquier otro día. Pero no es la fecha lo que importa, sino el momento que nos regala la vida, para detenernos y ver en qué nos hemos convertido. 

¿Qué me significa este cumpleaños?

Es reconocer que estamos hechos gracias a la bondad de mucha gente, desde quien nos moldeó como un barro fresco y suave, hasta quien tuvo que cortar una parte de nosotros a fuerza y golpe de marro y cincel. 

Es agradecer a quienes han hecho que nuestra vida sea mejor, con su amor, con su ejemplo, sus lecciones, sus regaños, su confianza, o su irremplazable compañía. 

Es aceptar que las cosas que valen la pena, toman tiempo.

Es no arriesgar lo más importante de la vida por lo más deseado del momento, porque el momento pasa, pero la vida es para siempre.

Es aceptar que el mundo no está hecho a nuestro gusto ni medida, y que quien se adapta, vive mejor y más feliz. 

Es entender que los valores son sólo discursos, hasta que llega el día en que la tentación toca a la puerta y nos pone a prueba. 

Es aceptar que, para crecer no es suficiente con aprender de la vida y nuestros errores. Debemos recurrir a fuentes mejores y más confiables.

Es entender que la conciencia es una cárcel de la que sólo se sale, con el diálogo y el perdón. 

Que a veces podemos detenernos a revisar nuestra cosecha, pero nunca dejar de sembrar.

Que la familia debe ser nuestro mejor refugio.

Que los amigos son vitales e insustituibles.

Que no es lo mismo estar lejos, que estar alejado y que siempre se puede estar cercano de la gente que uno quiere.

Que las dudas y los miedos que nos detienen, son más grandes en nuestra imaginación que en la realidad. 

Que el desapego a las cosas nos aligera el viaje y nos permite disfrutar más el presente y añorar menos el pasado. 

Que hacer lo que nos gusta, y ponerlo al servicio de los demás, es lo que da sentido a nuestras vidas. 

Que si nos vamos a desgastar por alguien, que sea por quien más valga la pena, y que al hacerlo lo demos todo, porque la vida desgasta pero también acaricia.

Que cuando repaso la banda sonora de mi vida, elijo lo mejor de cada época. Pero también le abro espacios al silencio, para saber lo que pasa a mi alrededor y escuchar mi voz interior. 

Que al igual que Sofía Loren, también prefiero comer pasta y vino, que pretender ser talla cero. Entendiendo que entre mejor sean mi salud y mis finanzas, tendré más independencia personal. Porque todos queremos tener a alguien que nos cuide, pero sin que nos esté cuidando.

En resumen, que la vida se debe vivir con amor, con optimismo y buen humor, si no ¿pa´ qué chingados…?

Y como todos, que poseo una colección inmensa de recuerdos, con las mejores fotos, los mejores viajes, las mejores comidas, las mejores canciones, las decisiones más importantes, los mejores logros, los retos más difíciles y las más grandes satisfacciones, es decir, con los mejores momentos de mi vida, y que quiero que este día se convierta en uno de ellos. 

Así que con el vino que me queda, y con la gente que quiero y que me quiere, brindo porque la vida que nos reste sea próspera y la sepamos vivir con plenitud. 

¡Salud!