jueves, 28 de mayo de 2020

No Pienso Esperar Sentado a los Científicos

En varios países hay científicos tratando de inventar la vacuna contra el coronavirus. Bien por ellos, pero no los pienso esperar sentado y creo que es mejor que nadie lo haga. Ellos ya están en lo suyo, y mientras terminan su tarea, nosotros deberíamos hacer nuestra parte.
Si el virus representa un problema de salud, combatámoslo con acciones y hábitos que ayuden a mejorar nuestra salud, de esta forma estaremos ayudando de forma preventiva con acciones que, quizá nos cuesten tiempo, dinero y esfuerzo, pero no son imposibles ni inalcanzables.
Esperar pasivamente a que la solución venga de fuera, es como atenernos a que el problema lo resuelva otro y nos lo traiga cuando esté listo, y pareciera que no entendemos que una buena parte de la solución sí depende de nosotros.
Trabajemos con lo que tenemos a la mano y seamos responsables de lo que sí nos toca. Aquí algunas ideas:
Si los contagios están relacionados con nuestra exposición hacia los demás, evitemos lo más posible los contactos o hagámoslo de forma inteligente. Muchos infectados no tienen síntomas, pero aun así contagian, y nadie garantiza que el nuevo contagiado vaya a ser asintomático. Eso significa que quizá tú o yo estemos contagiados y podemos contagiar a alguien más, así que seamos responsables y mantengamos la distancia o usemos accesorios para cuidarnos.
Alimentémonos sanamente, la buena alimentación fortalece nuestro sistema inmunológico así que hagamos lo posible por consumir comida saludable y que haya sido preparada de forma responsable.
Hagamos ejercicio, mantengamos nuestro cuerpo en movimiento. Como dice Sabina en una de sus canciones “…cada cual a su forma y a su modo.” No hay recetas generales, lo único general es que a todos nos conviene hacerlo. No es necesario ser deportista, ni mucho menos un atleta de alto rendimiento, sólo se requiere ser consciente de la situación, querer hacerlo y un poco de disciplina.
Durmamos bien, y bien significa cantidad y calidad, dormir poco o dormir mal afecta nuestra salud, así que procuremos buenos hábitos también para dormir y descansar.
Verifiquemos el tiempo de exposición de nuestros ojos sobre dispositivos y pantallas, la calidad de contenidos que vemos y escuchamos y cuánto de todo eso nos nutre o nos afecta.
Procuremos la convivencia real con los que están presentes, es importante saber qué pasa con cada miembro de la casa, qué cosas podemos hacer juntos, qué hace cada uno cuando se separa o se aísla en su cuarto, qué piensan, cómo se sienten. No vayamos a cometer el error de estar más pendientes de lo que ocurre afuera, que de lo que pasa dentro de nuestras casas.
Provoquemos la convivencia virtual, llamadas a los amigos, a familiares, a los que viven en otras ciudades, los enlaces por videoconferencia o las llamadas telefónicas, los correos electrónicos, la interacción más allá del meme, del chiste y de la broma. Demostremos el verdadero interés de saber cómo la está pasando la gente que nos importa.
Los fumadores, y quienes padecen alguna enfermedad que los vuelva más vulnerables, deberán quizá hacer un esfuerzo mayor, y tratar de sobrellevar con mucha responsabilidad su estilo de vida, lo ideal en estos momentos sería no exponerse ni exponer a su gente más cercana.
Si orar o meditar, nos hace sentir bien, hagámoslo, pero no dejemos de hacer también lo otro. La sensación de bienestar es un rompecabezas de varias piezas y hay que procurar juntarlas todas.
Actualmente, conocer las medidas de prevención está al alcance de todos, ser conscientes de su importancia y ponerlas en práctica depende de cada uno y del rol que queramos jugar en nuestras familias. Es momento de adaptarnos a la nueva normalidad, es y será la nueva realidad en la que tenemos que aprender a vivir.
Yo celebro que los científicos estén trabajando en la vacuna contra el enemigo y deseo que lo logren cuanto antes. Mientras tanto, haré lo que esté a mi alcance para combatirlo de manera personal. No sé si lo lograré, pero me sentiré más satisfecho de saber que intenté convertirme en un problema menos para sistema médico de mi ciudad.

domingo, 17 de mayo de 2020

Cuando me dé Coronavirus

¿Es usted de los que se prepara cuando va a presentar un examen, o de los que llegan esperando que sea de opción múltiple, para aplicar el mantra: “Ave María dame puntería”?
Se lo pregunto porque el virus que nos ronda, es como un examen de salud, donde es mejor llegar preparados.
Mi hijo me vio entrar de la calle sudado y jadeando cuando regresaba de hacer ejercicio y con su peculiar encanto de puberto, me saludó con un: “Guácala”
- Aprende, - le dije - Me estoy preparando para cuando me dé coronavirus.
- ¡¿QUÉ! ¡¿TE VA A DAR?! – Me increpó visiblemente preocupado y pelando sus grandes ojos.
- No lo sé, pero si me da, espero que me haga los mandados.
Se ha dicho hasta el cansancio, que el virus es altamente transmisible aunque escasamente letal, y si bien lo primero preocupa, lo segundo tranquiliza un poco. También sabemos que la mayoría de los enfermos, transitan con pocos síntomas o incluso sin ellos, y sólo en algunos casos la enfermedad se agrava y puede tener consecuencias fatales, pero aun así, ¿A quién le gusta jugar a la ruleta rusa?
Quizá ninguno queramos contagiarnos, pero reconozcamos que a pesar de las precauciones, el riesgo existe. Así que repasemos algunos temas antes del examen.
Si me llego a contagiar:
¿Estoy preparado mentalmente para aceptarlo sin entrar en pánico, y asumir mi contagio con responsabilidad?
¿Puedo aislarme en mi casa, para tratar de no infectar a otras personas que puedan ser más vulnerable que yo?
¿Tengo a la mano el teléfono de algún médico para que me asesor en caso de tener síntomas?
¿Cuento con alguien de confianza para que me ayude con mis responsabilidades personales, familiares o laborales durante el tiempo que esté enfermo?
¿He hablado de esta posibilidad con alguien?
¿En mi trabajo o mi empresa, tengo algún plan para que las cosas sigan caminando aunque yo no esté ahí?
¿He cuidado mi saludo en los últimos años, como para enfrentar a este enemigo, de la mejor manera posible?
¿Tengo ahorros como para cubrir la enfermedad o alguna otra contingencia?
¿Tengo mis documentos importantes en regla, como para que alguien pueda hacerse cargo de ellos en mi ausencia?
¿Sabe alguien más, si tengo dinero guardado en el banco o en algún lado y cómo disponer de él en caso necesario?
¿Tengo algún seguro de vida o gastos médicos?
¿Tengo testamento?
¿Tengo algún tema pendiente, o guardo algún secreto que deba comentar con alguien?
A pesar de las provisiones que uno pueda tener, quizá nunca se está lo bastante preparado como para dejar este mundo. Pero no se trata de ser fatalista, sino de pensar de forma responsable.
Ahora bien, si leyendo las preguntas anteriores, se dio cuenta de que tiene algún pendiente por resolver, resuélvalo. Aproveche que está sano, consciente y viviendo un compás de espera forzado por las circunstancias.
Si algo tenemos seguro en la vida, es la certeza de que algún día nos enfrentaremos con la muerte. No conviene hacer desidia en los asuntos fundamentales. No conviene heredar problemas ni dejar asuntos sin resolver. Platicar de estos temas con alguien de confianza nos eliminará una carga adicional en caso de enfermarnos, y si por desgracia algo así ocurre, podremos utilizar lo que nos quede de fuerza física y mental para recuperar la salud, sabiendo que las cosas que pudimos prever, las previmos adecuadamente. Digamos que es llevar a la práctica, un principio de planeación que funciona para todo: “Espere lo mejor, pero prepárese para lo peor”.

viernes, 8 de mayo de 2020

¿Y Dónde Están los Artistas?

¿Y dónde están los artistas?
Los que llevaron su nombre más allá de las fronteras
Los que pusieron en alto el nombre de nuestra tierra
Los que erigieron palacios, levantaron monumentos
Los que tallaron cantera y altares de oro cubiertos
¿Dónde están los mexicanos que volcaron su talento
en un verso, en una copla, en una escultura o lienzo?
¿Dónde aquellos que llevaron con orgullo en su trabajo
impreso el nombre de México?
¿Dónde los compositores, los actores,
dónde están los muralistas,
los poetas, los danzantes,
bailarines, escultores?
¿Acaso están en sus obras?
¿Acaso en nuestros recuerdos?
¿Son parte de nuestra historia,
o sólo son lo que fueron?
¿Qué deuda tiene el país
con los que con su trabajo
a hacerlo contribuyeron?
¿Qué deudas hay en la historia
sin pagarse por completo?
Qué grande es nuestro país
por tanto artista que ha muerto
Qué ingratos somos con ellos
no pagando el justo precio
Dejándolos al olvido
a la ignorancia, o al tedio.
¿Dónde están esos artistas
Que han hecho grande a mi México?

sábado, 2 de mayo de 2020

Ganas de vivir

Yo no pedí nacer.
No supe cómo comenzó mi vida.
Cuando tuve consciencia el agua ya fluía en mi interior.
Es obvio, estaba vivo.
Seguro me caí de una carreta, o alguien me lanzó a la orilla del camino.
Tuve suerte de no terminar siendo forraje.
Apenas y recuerdo que agonizaba y enraicé por puro instinto.
El instinto y el placer no están peleados.
Me fui llenando por dentro, me fui fortaleciendo.
Apenas puedo creer mi suerte…
Por aquí casi no pasa nadie, y eso quizá haya sido lo mejor.
Aquí peleé contra el sol y gané; el mismo que antes me mataba,
ahora me da la vida…
Y contra el viento, pero ya no.
Tengo hijos, y mis hijos tienen hijos y frutos.
Que también son frutos míos y del desierto.
Y aquí seguimos peleando la eterna batalla contra el tiempo y la sequía,
como todos los hijos de esta tierra.