domingo, 10 de abril de 2016

"10 AÑOS no son nada... son todo" CONTINUACIÓN La Convivencia Diaria con Niños de 4 a 6 Años (Capítulo XXX)

QUÉ COSAS NO RECOMIENDO CON LOS NIÑOS. Hacerles bromas, comentarios o chistes que ellos no puedan entender. Si no tenemos la disposición de explicárselos, será mejor no utilizarlos en nuestras pláticas con ellos, pues aunque el comentario pueda ser divertido para nosotros, lo único que conseguiremos será abrir más la brecha en nuestra comunicación con ellos, pues los haremos sentir que no están a la altura de nuestra plática. Comentarios como: – Cuando estés más grande lo entenderás… - acusan demasiada soberbia en una relación donde debiera prevalecer el amor.
Con respecto a las bromas, es un aprendizaje en el cual también nos corresponde enseñarle a los niños dónde sí y dónde no. Con quién sí y con quién no. Hasta dónde sí y a partir de dónde, mejor ya no. Parece mentira, pero incluso hay adultos que no saben ni siquiera lo más elemental al respecto de las bromas, como aquello que dice: “El que se ríe se lleva, y el que se lleva se aguanta” , o “No hagas a los demás lo que no te gustaría que te hicieran a ti”, pero como las bromas son parte de la vida, es mejor saber hacerlas y saber aguantarlas. Al respecto recomiendo que sólo se hagan bromas donde se diviertan tanto el bromista como para el bromeado. Ya que si sólo se va a divertir el bromista, terminará alguno de los dos pagando las consecuencias y pasándolo mal.
Es común que algunos niños en esta etapa sean conscientes de peligros que antes no les preocupaban, por ejemplo, la oscuridad, o la fobia a ciertos animales. Nunca debemos burlarnos de ningún miedo que sienta nuestro hijo, ni tratar de remediarlo con el tradicional – No seas miedoso, no pasa nada - para decirle eso, sería mejor no decirle nada. Recomiendo hablar con ellos lo más serenamente posible. Tratar de saber de dónde proviene su miedo y cómo es que éste se introdujo en su mente. Para contrarrestar dichas creencias, recomiendo un acompañamiento en el proceso de superación del miedo o de la fobia, sin que aquello parezca un interrogatorio del cual el niño se deba sentir avergonzado o culpable.
Por ejemplo: - ¿Le tienes miedo a la oscuridad? – cuando yo tenía tu edad, también sentía miedo, hasta que descubrí algunas cosas increíbles, ¿ya te diste cuenta que gracias a la oscuridad se pueden ver mejor las estrellas y los planetas? y también gracias a la oscuridad de la noche, podemos escuchar a los grillos mucho mejor que durante el día, y si conocieras las luciérnagas seguro estarías de acuerdo conmigo que la oscuridad es maravillosa…
En esta etapa de crecimiento los niños descubrirán que pueden tener mascotas (en caso de que todavía no las tengan) y solicitarán tener una en casa. A mí me pasó con mis hijos, quienes desde temprana edad me pedían que les comprara un perrito. Situación a la cual no me negué, pero sí condicioné a que ciertas conductas cambiaran – No voy a andar limpiando popó de niños y popó de perros. Nuestra mascota llegará el día que ambos dejen de utilizar pañales y de hacerse pipí en las camas. - A veces los padres tenemos nuestras mañas para lo que nos conviene.
Es verdad que en esta etapa, de los 4 a los 6 años, los niños ya pueden pasar largos ratos divirtiéndose solos o con sus juguetes, o con sus hermanos, o con sus amigos, y por lo mismo es fácil que los padres aprovechemos estos espacios para descansar o hacer algunas actividades personales. Sin embargo los niños siempre apreciarán que los involucremos en tareas en las cuales sientan que nos están ayudando. Es decir, si vamos a poner la mesa, ellos ya pueden colaborar acomodando los cubiertos o las servilletas, si vamos a preparar un sándwich por ejemplo, a ellos les encantará embarrar la mayonesa en el pan. O si vamos a limpiar algo, ellos pueden limpiar junto con nosotros… es decir, debemos involucrarlos en las actividades que nosotros hacemos para que se sientan tomados en cuenta, y que su labor es importante para nosotros.
Ojo, no lo van a hacer bien, y tampoco lo van a hacer como si lo hubiéramos hecho nosotros, incluso en algunos casos implicará un doble trabajo nuestro, pues ellos harán la tarea a su manera, y nosotros tendremos que arreglarla posteriormente, eso debemos tenerlo en cuenta, sin embargo, no se trata de hacer una evaluación de la tarea, o de ponerlos a prueba, sino de ponernos a prueba nosotros en nuestra capacidad para involucrar a nuestros hijos en la cotidianidad de la familia. Es decir, el chiste consiste en que exista una verdadera convivencia con ellos, y no sólo la coincidencia de estar cohabitando bajo el mismo techo.

sábado, 2 de abril de 2016

"10 AÑOS no son nada... son todo" La Convivencia Diaria con Niños de 4 a 6 Años (Capítulo XXIX)

Cuando los hijos crecen un poquito más, digamos cuando tienen entre 4 y 6 años, la convivencia va siendo cada vez más divertida, puesto que ellos cada vez pueden hacer más cosas como las que hacemos los padres. De hecho cada vez se parecen más a nosotros. Comienzan a imitar nuestras palabras, nuestros gestos, nuestros modos de ser y de hablar.

Por supuesto que ahora también demandan más atención que antes, o mejor dicho, de manera distinta. En esta etapa los hijos quieren ser como los padres y las hijas como las madres, quizá no somos su mejor modelo a seguir, pero sí somos su modelo más influyente. Su imaginación también tiende a desbordarse, puesto que a esta edad fantasean demasiado por tener acceso a tantos juegos, cuentos, personas y medios de comunicación.

Con respecto a esto último, me ha tocado conocer algunos padres que no toman en cuenta la censura de ciertos programas de televisión o radio, incluso letras de canciones o películas, es importante que seamos conscientes de que los contenidos de algunos medios no son apropiados para niños, y que  exponerlos a imágenes, lenguaje o conductas impropias para su edad no les aporta nada bueno y me atrevería a decir que pueden surtir un efecto contrario. Los niños a esta edad, absorben todo.

Aquí la convivencia nos irá poniendo nuevos desafíos, como el de platicar con ellos. Pero platicar en serio. Pedirles por ejemplo; que nos cuenten cómo les fue en su día, qué hicieron y con quién estuvieron.  Nos sorprenderán con lo que van aprendiendo en la escuela y en la misma convivencia con otros chicos.

Habrá que reconocer, que no todos los adultos saben entablar una conversación con un niño. Para ello se requiere “querer hacerlo” y “saber hacerlo”. Para lo primero no hay método, lo que se esperaría de cualquier padre o madre es que “quiera” vivir la experiencia de platicar con sus hijos con el mismo interés que se platica con un amigo o amiga, pues implica estar dispuesto a abrir tu mente y permitirle el acceso a tu pequeño, y que tú también te intereses por conocer lo que hay en sus pensamientos, más allá de sus palabras, porque debemos recordar que los niños saben y sienten, mucho más de lo que dicen.

Ahora que para saber hacerlo… conviene compartir algunas recomendaciones.  Con los niños se puede platicar de muchos temas. Los temas deben ser del interés del niño, más que del padre. Es decir, difícilmente vas a conseguir entablar una conversación con un niño, sobre un tema que sea del interés del adulto. si no lo es además del interés del niño.  Digamos que para eso, hay recomendaciones de nivel avanzado. Pero comencemos primero por lo básico.

A los niños les encanta hablar con adultos, siempre y cuando el adulto se ponga al nivel de su conversación.  Alguna vez escuché que nos debemos poner al nivel “literalmente” es decir, que nuestra nariz esté a la misma altura que la del niño, y honestamente creo que el consejo si ayuda, pero les aseguro que resulta más efectivo que poner la nariz, poner la mente al nivel de la mente de nuestro pequeño.

Con un niño puedes platicar sobre muchos temas, por ejemplo, lo que hizo en el colegio, pero no diciéndole - ¿cómo te fue?, ¿qué hiciste? – con eso sólo conseguirás que nos contesten – bien y no me acuerdo – muy distinto será si le preguntamos por ejemplo ¿cuál fue la parte más divertida durante todo el día? Y continuamos la conversación dependiendo de la respuesta que nos diga. Es decir, haciéndole ver que sí le estamos poniendo atención a lo que nos responde, y no simplemente estamos contestando con una respuesta automática.

Si por ejemplo nos responde que lo mejor del día fue colorear, sería lindo que queramos saber qué figura fue la que coloreó y con cuántos colores lo pintó, también será divertido si le preguntamos si todos los niños lo pintaron igual,  o si alguno lo pinto de un color distinto, en cuyo caso indagaríamos quién hizo qué y a quién le quedó mejor…  es decir, procuremos evitar preguntas de las que se responde con un sí, no, bien o mal, para estimular que el niño piense las respuestas y las elabore en forma lógica y secuencial, así se va consiguiendo una conversación.

Otra forma de entablar plática con los niños es diciéndoles: -Cuando yo era niño… - y verán cómo ponen atención, cuando uno les cuenta anécdotas que están al alcance de su comprensión, donde ellos se sienten identificados y donde ellos pueden ver que algún día nosotros también pasamos por las mismas cosas que ahora les están pasando a ellos, ya sean triunfos, miedos o derrotas.