jueves, 20 de agosto de 2015

"10 AÑOS no son nada... son todo" El niño es presentado en sociedad... continuación. (Capítulo XXIII)

      Querido hijo, como ves, salir con los hijos a lugares públicos, siempre conlleva riesgos, pero es la única forma de que aprendan cómo es el mundo que los rodea, así que más vale tomar las cosas con calma, tener algunas precauciones y dejarse llevar.
      Si en lugar de llevar a tus hijos a un restaurante decidieras ir con uno o varios niños a alguna misa, boda, graduación, o evento de índole social o cívica, es un desafío muy grande pues en el momento de mayor solemnidad o emoción, tu hijo te pida que lo lleves al baño otra vez, situación que te hará sacar la furia que llevas dentro al grito de – ¿Por qué tiene que ser justo en este momento?, ¡Te dije cuando llegamos! - a lo que tu pequeño responderá – Es que cuando llegamos no tenía ganas…
      Si decides ir al cine con el pequeño, por supuesto que será para ver una película infantil (llegará un día en el que tus amigos o compañeros de trabajo jamás habrán oído hablar de la película “hormiguitas alienígenas 4” y tú hasta la canción te sabes…). También notarás que para los niños muy pequeños, el cine es un lugar oscuro donde pueden correr por la alfombra mientras sus papás se vuelven expertos en Disney – Pixar. ¿qué te quiero decir con esto? Que hay una edad y un tiempo para cada cosa, cuando te llegue el momento, ten paciencia.
      En todos los casos mencionados anteriormente, ante la amenaza de un berrinche o una escena familiar que termina en escándalo, los padres recurriremos al infalible método de darle comida al chamaco con tal de que se calle y guarde compostura (o al menos la más posible), y la verdad es que funciona muy bien, pero después de un rato, el efecto del método se agota; toda vez que a la criatura ya no le cabe más comida.
      Ni qué decir de lo que pasa cuando vas con un niño a algún lugar tumultos, por ejemplo un centro comercial, un concierto, un parque de diversiones o la ceremonia del santo patrono de tu ciudad. Todo está perfecto hasta que descubres que el niño ya no está… la angustia que llegas a sentir por un momento es como un micro infarto, esa sensación de saber que hace un segundo estaba contigo y de pronto se ha ido…
      Varias veces he tenido que sacar a mis hijos de los carruseles donde se cuelga la ropa nueva en las tiendas departamentales, así como de los anaqueles y aparadores de jugueterías. Pues si bien es cierto que a ellos les divierte jugar al escondite y se distraen con toda facilidad, también es cierto que otras tantas veces, los padres andamos papando moscas y no somos conscientes de la responsabilidad de traer un niño sin la supervisión adecuada.

- ¿Te acuerdas, Pablo, cuando te me perdiste en la Basílica de Guadalupe; nada más porque se te ocurrió darle una vuelta a una columna mientras yo tomaba una foto?
- Me regañaste…
- ¿y qué querías?, ¿Qué te echara una porra?... sentí que no te volvería a ver…

      No están exentos de este tipo de casos los accidentes y percances que llegan a ocurrir muchas veces por un descuido y en ocasiones por imprudencia de los padres. Es vital que como padres o tutores, desarrollemos esa capacidad de detectar posibles zonas de riesgo y extremar precauciones en escaleras y puertas eléctricas, barandales, fuentes, rampas, explanadas, albercas, cruces de calles, elevadores, automóviles… etc. es increíble cómo los accidentes suceden enfrente de uno y sólo basta un descuido para que ocurra algo inesperado y una tarde cualquiera termine en fatalidad. No sabes la cantidad de gente que trayendo en el auto la silla especial para asegurar a los niños, viaja con ellos en el regazo o sueltos en el asiento trasero.

- ¿Te acuerdas el día que te fracturaste la mano en una puerta eléctrica de un centro comercial?
- Sí, me dolió mucho…
- pues claro… pero al menos ya aprendiste que no debes andar metiendo las manos entre las puertas…

      En fin, querido hijo, con toda esta letanía, lo que te quiero decir es que, a pesar de todo lo que los padres amamos a nuestros hijos, no podemos estar cuidándolos las 24 horas del día. Es necesario que cada niño, aunque estén chiquitos, aprendan cuales son los peligros propios de su edad y sepan cómo prevenirlos o librarse de ellos. Si los padres lográramos tan solo eso, creo que estaríamos logrando uno de los puntos más importantes en el desarrollo de cualquier persona. Aprender a cuidarse solo.

"10 AÑOS, no son nada... son todo" El niño es presentado en sociedad... (Capítulo XXII)

     Hasta ahora, querido hijo, todo lo que hemos comentado ha tenido que ver con nuestra relación familiar; desde la forma como inició el matrimonio, la larga espera para la anhelada llegada del primogénito y la vorágine que representa el nacimiento y crecimiento del bebé. Sin embargo, hasta ahora no hemos comentado nada referente a la interacción con el mundo y en general; lo que ocurre de la casa hacia afuera.
     Los niños, querido Pablo, son personas muy especiales y muy importantes, pero sólo para los padres y para algunos familiares. Para el resto de mundo, son solamente niños, digamos un niño más en el planeta.
     Por algo es conocido el dicho que dice que “Lo único más insoportable que un niño genio, es la mamá del niño genio”. Y la sabiduría detrás de estas palabras es total.
     A los hijos hay que enseñarles que afuera de la casa, y más allá de papá, mamá y la familia entera, existe un mundo tan enorme como fascinante, pero que está lleno de personas desconocidas y es importante saber hasta dónde se puede interactuar con ellas. Así aprenden los hijos a saludar, a despedirse, a decir gracias y por favor a personas ajenas a al círculo familiar, aprenden a solicitar ayuda en caso de alguna emergencia o a solucionar pequeños problemas sin depender de papá o mamá. En fin, en esta tarea de ir aprendiendo a ser hijos, nosotros vamos aprendiendo a ser padres.
     Cuando los hijos nacen algunos padres nos vemos coartados por un tiempo de asistir a ciertos lugares que antes frecuentábamos, y ahora ya no lo podemos hacer, o cuando menos, no con la misma regularidad que antes. El cine es un claro ejemplo de esto. Muchas parejas dejan de ir al cine por meses o incluso años después de la llegada de los hijos, lo mismo ocurre con las salidas a excursiones, conciertos, bares o ciertos restaurantes que antes solían ser los favoritos. Con la llegada de los niños, ya nada es igual.
     Sin embargo llega el momento de experimentar las primeras salidas, y allá vas; cargando carriola, sillitas especiales, comida para el bebé, y ropa como para un mes por si algo se ofrece. Notarás como los lugares que solías frecuentar en pareja, ahora los cambias por restaurantes familiares con instalaciones especiales para niños y por supuesto con menú infantil.
     Creo que la generación a la que pertenezco, pasaremos a la historia como aquella que le hizo comer a sus hijos kilos y kilos de nuggets de pollo con papas a la francesa y una pipa de cátsup antes de llegar a la pubertad. También seremos recordados por que en vez de enseñar a nuestros hijos a esperar sentados en la mesa a que llegaran sus alimentos, los mandábamos al área de juegos para poder disfrutar de un rato de descanso. (Nosotros, por supuesto, no ellos).
Una salida que debiera ser sencilla, digamos a un restaurante un sábado o un domingo cualquiera, puede convertirse en una odisea.
     Si tu hijo todavía es un infante que no camina, tendrás que cuidarlo en tu mesa pues difícilmente habrá instalaciones y cuidados para un niño tan pequeño, en tal caso, requerirás una periquera y suficiente espacio a tu alrededor como para evitar que el niño pueda causar disturbios entre los comensales vecinos, así evitarás vergüenzas cuando se ponga a llorar, hacer berrinches o lanzar la comida por el aire. Actualmente algunos niños se suelen entretener con tecnología digital, como smartphones, tablets y similares, pero obviamente no todas las familias pueden tener acceso a este tipo de “juguetes” que son capaces de entretener a toda una familia al mismo tiempo que la separan si se utilizan sin límites.
     Si tu crío ya se desplaza por sí solo, seguramente preferirás sentarte en una mesa cercana al área de juegos para que tu niño vaya y venga sin necesidad de que lo lleves y vayas por él. Hasta ahora pareciera que todo está bajo control, pero el desafío apenas comienza.
    En cuanto traigan tus bebidas seguro tendrás que levantarte de tu mesa; ya sea porque tu hijo se pegó en un juego y está llorando desconsolado, o ya mordió a otro niño más chiquito, o está atorado en un barandal del cual no se puede salir sin tu ayuda, o quizá descubrió que hay una máquina que por $10.00 le dará una pelota de colores y vendrá a pedirte la dichosa moneda. El caso es que tu bebida te la tomarás en intervalos donde estarás yendo y viniendo del área de juegos a la mesa una y otra vez.
     Finalmente pedirás y esperarás con ansia tus alimentos, y verás que justo en el momento que los traen a la mesa, tu bodoque vendrá para decirte que lo lleves al baño a hacer popó porque ya no se aguanta más… con el consecuente resultado de terminar comiendo el platillo frío.
     continuará...

"10 AÑOS no son nada... son todo" Papás y Mamás especiales... (Capítulo XXI)

      Querido Pablo, en el mundo de la paternidad, hay ciertos papás y mamás que merecen todo nuestro reconocimiento y nuestra solidaridad. Me refiero a los papás y mamás de niños especiales. Es decir, padres de hijos que por una situación ya sea congénita o posterior a su nacimiento, viven con algún síndrome o discapacidad que los vuelve especiales.
      De algo no me queda duda, para los mejores hijos, Dios siempre escoge a los mejores padres. Aquellos que al recibir la noticia de que serán padres de un niño especial, asumen su responsabilidad quizá con temor pero también con valentía, es decir, con muchísimo amor.
      No tengo la experiencia en carne propia como para poder hablar en primera persona, pero tengo amigos cercanos y familiares en donde he visto la entrega con la que un papá o una mamá se vuelcan a sacar adelante a sus hijos cuando una situación especial los envuelve. No creo equivocarme sobre la angustia que deben sentir al pensar ¿qué será de sus hijos si algún día llegan a faltar?, Sin embargo, recuerdo una frase que un día le escuché a un amigo “No es lo mismo creer en Dios, que confiar en Dios”, y cada vez que veo a un papá o a una mamá de un niños especial, percibo que entre ellos y el Padre, existe algo que va más allá de una simple creencia, que me parece ser una confianza absoluta.
       Hace algunas décadas, hablar acerca de alguien que tuviera una discapacidad solía ser un tema tabú. La sociedad no sabía cómo tratar esos temas, no era bien visto que la gente preguntara o se informara sobre las personas que tenían alguna condición especial. Por el contrario, si había algún miembro de la familia en tal condición, se llegaba a considerar incluso como un castigo de Dios. Sabemos que aún falta mucho por mejorar sobre este tema, sin embargo nuestra sociedad ha cambiado, y aunque actualmente las personas con alguna discapacidad o condición todavía siguen siendo objeto de discriminación, ya en las nuevas generaciones se percibe un cambio. En algunas escuelas como donde tú has estado, desde preescolar se habla de la discapacidad y se convive con niños con capacidades especiales, y se nos enseña al resto de los niños y a los papás de éstos a convivir con todos por igual, y por supuesto, con estas acciones vamos desarrollando lazos afectivos que nos hacen crecer como sociedad.
       Considero que mucho de este logro se debe a papás que han confrontado a la sociedad en busca de un mundo donde la dignidad en primer lugar y después la igualdad de derechos, obligaciones y oportunidades de desarrollo también estén al alcance de las personas especiales.
        Bien querido Hijo, mantente atento a todos estos padres de niños y niñas especiales, todo nuestro cariño y reconocimiento a su labor, pues ésta impacta mucho más allá de las paredes que forman su hogar, ya que con su esfuerzo diario, hacen que la vida de todos nosotros sea mejor, pues siempre estarán luchando por una sociedad más humana y más justa. Nunca olvides que son guerreros al servicio de Dios por la misión tan especial que se les ha conferido, es decir que son como ángeles en la tierra. Nuestro respeto, nuestro amor y toda nuestra atención, para seguir aprendiendo de ellos.
         Dentro de este grupo de padres especiales, querido hijo, no puedo dejar de mencionarte a aquellos papás y mamás que deciden adoptar a niños y niñas que requieren de un hogar, y que juntos logran llenar un vacío mutuo que les permite conocer una nueva forma de amor. Un amor filial que no tiene comparación con nada, una experiencia única que para conocerla hay que vivirla. Podrá haber kilos de literatura que definan y den testimonio de lo que significa ser padre y madre, otro tanto para hablar de los papás y mamás especiales, pero nada de eso sustituye la bendición de serlo, de vivirlo en carne propia. Sea como sea, todo corazón, espero que algún día lo llegues a saber.