Querido Pablo, en el mundo de la paternidad, hay ciertos papás y mamás que merecen todo nuestro reconocimiento y nuestra solidaridad. Me refiero a los papás y mamás de niños especiales. Es decir, padres de hijos que por una situación ya sea congénita o posterior a su nacimiento, viven con algún síndrome o discapacidad que los vuelve especiales.
De algo no me queda duda, para los mejores hijos, Dios siempre escoge a los mejores padres. Aquellos que al recibir la noticia de que serán padres de un niño especial, asumen su responsabilidad quizá con temor pero también con valentía, es decir, con muchísimo amor.
No tengo la experiencia en carne propia como para poder hablar en primera persona, pero tengo amigos cercanos y familiares en donde he visto la entrega con la que un papá o una mamá se vuelcan a sacar adelante a sus hijos cuando una situación especial los envuelve. No creo equivocarme sobre la angustia que deben sentir al pensar ¿qué será de sus hijos si algún día llegan a faltar?, Sin embargo, recuerdo una frase que un día le escuché a un amigo “No es lo mismo creer en Dios, que confiar en Dios”, y cada vez que veo a un papá o a una mamá de un niños especial, percibo que entre ellos y el Padre, existe algo que va más allá de una simple creencia, que me parece ser una confianza absoluta.
Hace algunas décadas, hablar acerca de alguien que tuviera una discapacidad solía ser un tema tabú. La sociedad no sabía cómo tratar esos temas, no era bien visto que la gente preguntara o se informara sobre las personas que tenían alguna condición especial. Por el contrario, si había algún miembro de la familia en tal condición, se llegaba a considerar incluso como un castigo de Dios. Sabemos que aún falta mucho por mejorar sobre este tema, sin embargo nuestra sociedad ha cambiado, y aunque actualmente las personas con alguna discapacidad o condición todavía siguen siendo objeto de discriminación, ya en las nuevas generaciones se percibe un cambio. En algunas escuelas como donde tú has estado, desde preescolar se habla de la discapacidad y se convive con niños con capacidades especiales, y se nos enseña al resto de los niños y a los papás de éstos a convivir con todos por igual, y por supuesto, con estas acciones vamos desarrollando lazos afectivos que nos hacen crecer como sociedad.
Considero que mucho de este logro se debe a papás que han confrontado a la sociedad en busca de un mundo donde la dignidad en primer lugar y después la igualdad de derechos, obligaciones y oportunidades de desarrollo también estén al alcance de las personas especiales.
Bien querido Hijo, mantente atento a todos estos padres de niños y niñas especiales, todo nuestro cariño y reconocimiento a su labor, pues ésta impacta mucho más allá de las paredes que forman su hogar, ya que con su esfuerzo diario, hacen que la vida de todos nosotros sea mejor, pues siempre estarán luchando por una sociedad más humana y más justa. Nunca olvides que son guerreros al servicio de Dios por la misión tan especial que se les ha conferido, es decir que son como ángeles en la tierra. Nuestro respeto, nuestro amor y toda nuestra atención, para seguir aprendiendo de ellos.
Dentro de este grupo de padres especiales, querido hijo, no puedo dejar de mencionarte a aquellos papás y mamás que deciden adoptar a niños y niñas que requieren de un hogar, y que juntos logran llenar un vacío mutuo que les permite conocer una nueva forma de amor. Un amor filial que no tiene comparación con nada, una experiencia única que para conocerla hay que vivirla. Podrá haber kilos de literatura que definan y den testimonio de lo que significa ser padre y madre, otro tanto para hablar de los papás y mamás especiales, pero nada de eso sustituye la bendición de serlo, de vivirlo en carne propia. Sea como sea, todo corazón, espero que algún día lo llegues a saber.
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