miércoles, 27 de julio de 2011

La Banca

La Banca
Tengo un amigo llamado Paco. La esposa de Paco se llama Lucía. Desde que lo conozco me refiero a él como Paco de Lucía. 
Hace un par de semanas Lucía cumplió años, y unos días antes, “casualmente” comentó que le encantaría tener una banca en su jardín. Hábil y sagaz como Paco siempre ha sido, volteó y dijo:
-¿Mande?  
-Que me encantaría tener una banca en el jardín. – repitió Lucía con un nuevo y ahora más prolongado suspiro que el anterior.
En esta ocasión la entonación de la frase ya no pasó desapercibida a Paco, y sólo atinó a reaccionar diciendo: - Órale.
Los días pasaron y el cumpleaños de Lucía se acercaba rápidamente, Paco pensaba, reflexionaba, sudaba, tomaba medidas a ojo, tomaba fotos, tomaba agua,  y al igual que Don Quijote;  leía y cavilaba. Y de tanto leer y de tanto cavilar, también como a Don Quijote, casi se le seca el cerebro.
Todo aquel misterio, era porque estaba cocinando un plan.
Llegó el día del cumpleaños y Lucia como de costumbre amaneció cante y cante (eso me lo dijo Paco).  De pronto, sorprendida escuchó un estrepitoso ruido que anunciaba la presencia de un camión de gran tonelaje en el frente de su casa, irrumpiendo sin la menor consideración en la quietud que reinaba aquella fresca mañana de verano.
Paco, haciendo gala de sus dotes histriónicos frente a Lucía, salió a la puerta de su casa como preguntándose  “¿Quién será?”
Ya en el umbral de la puerta, sin contener la emoción le dijo a Lucía que se asomara para ver una sorpresa que la iba a dejar con la boca abierta. (y no se equivocó)
-          ¡Mi banca! – gritó Lucía todavía sin salir de su casa.
Al tiempo que el operador de la grúa gritaba a voz en cuello:
-          “¿Ónde quiere que le pónganos la piedra, jefe?
-          Qué te parece mi amor – decía Paco emocionado - ¿Apoco no está padrísima?
Lucía no podía cerrar los ojos ni la boca en ese momento, y a dos semanas de aquella fecha todavía no sabe si su piedra está padrísima  o no.
La banca, es una piedrota de cantera de forma rectangular y de varios cientos de kilos, Paco dice que no está terminada, yo más bien considero que no está iniciada siquiera.  Pero hay un hecho que ha vuelto a la banca inolvidable.  Paco y Lucía, organizaron una hermosa velada con algunas parejas de amigos para que todos la fuéramos a ver.
Alguien dijo que la banca parecía una piedra de sacrificios, las señoras sugerían a Lucía que para la próxima vez fuera más precisa al momento de sugerir sus regalos, hubo quien dijo que si bien la piedra no tenía la forma de una banca convencional, cumplía perfectamente con la función de soportar a dos o tres personas sentadas. Alguien más dijo que hasta le resultaba cómoda.  Yo le sugería que si no le gustaba la podía levantar y labrar un San Francisco con todo y lobo.
Hubo diversidad de opiniones, pero de todas ellas hubo una en común.
La dichosa banca, fue el motivo y la razón de que varios amigos nos juntáramos a compartir un rato de nuestras vidas.  Todos los presentes fuimos a probar la banca y corroboramos que aunque no era lo que originalmente nos imaginábamos, fue la sensación de la noche. Lo que alguna vez fue una piedra inanimada, ahora es la mejor de las bancas puesta en el jardín de Paco y Lucía, una banca cargada de emociones y de afectos que seguramente se irá enriqueciendo con el tiempo. Una banca que sabrá escuchar quién sabe cuántas historias y será testigo del devenir de esta joven y hermosa familia. Enhorabuena por ellos.


sábado, 23 de julio de 2011

La generación de los setentas.

La Generación de los Setentas.
Nos ha tocado vivir una época marcada por grandes hitos históricos, seguramente los que nacimos en los setentas del siglo pasado, recordamos cosas como la caída del Muro de Berlín, la desaparición de la  URSS,  el atentado a las torres gemelas en Nueva York y por supuesto al irremplazable papa Juan Pablo II. En nuestro país, también recordamos cosas como el terremoto de  1985, el mundial del 86, los triunfos deportivos de Soraya Jiménez, de Ana Guevara o  de Karla Wheelock, seguramente recordamos las noticias impartidas en la televisión por Jacobo Zabludovsky  y el programa de Siempre en Domingo, el festejo de fin de año cuando recibimos el año 2000, y en forma más reciente las festividades del centenario de nuestra revolución y bicentenario de nuestra independencia. Muchas cosas han marcado nuestra época a los ojos de nuestra generación. Pero nos hemos preguntado ¿Cómo recordarán nuestros hijos, sus gloriosos años de infancia al lado de los bienaventurados padres que el cielo les ha dado?
Creo que en algunos años mis hijos se juntarán con los hijos de mis amigos y tendrán pláticas en las que bien que mal saldremos a relucir:
-          Te acuerdas que cada vez que salíamos a un restaurante, mi papá quería que comiéramos nuggets con papas?
-          Si, y eso no era lo peor, sino que siempre nos llevaban a comprarlos a Mc Donald´s
-          O nos quedábamos ahí, o pasábamos por el autoservicio y salíamos con nuestra cajita feliz directo a otro restaurante para que mis papás comieran otra cosa.
-          Era mejor quedarse en Mc Donald´s  porque en los otros restaurantes no había juegos.
-          Al principio no, pero después los pusieron en muchos lados.
-          Si, los mejores  eran los del Carl´s
-          Los juegos si, pero las estrellitas…estaban mejor los Mc. Nuggets…

En fin, cuidemos nuestras acciones, porque nuestros hijos tienen mejor memoria de la que nosotros creemos:
-          Y te acuerdas cuando le hablabas a tu mamá y te contestaba sin dejar de ver el facebook “¿eh?”, “¿mande?” y se quedaba con la boca abierta
-          Si, no manches el facebook del año del caldo, desde cuándo que lo quitaron por obsoleto
-          Era la onda en aquellos tiempos, y ahí los veías metidos horas
-          Y peor cuando tenían teléfonos y entonces no se desconectaban en todo el día
-          Me acuerdo que a mi papá le hablabas para lo que sea y siempre te contestaba  “ya voy, ya voy”

Queridos contemporáneos, también debemos ser precavidos cuando saquemos a los hijos a pasear en coche, ya que jamás olvidarán esa experiencia.
-          Y las pinches sillitas del carro… como en sus tiempos no había, no tiene idea de lo que es ir sentado en una de esas cosas.
-          El clásico de “¿Ya te amarraste…? Amárrate bien”,  alguna vez se habrán preguntado ¿Cómo me podría amarrar mal?
-          Y siempre les contestabas  - Si ya me amarré, pero ya se me cayó el juguete, ¿me lo pasas? - y ahí viene otra vez el regaño.
-          “¿Para qué lo tiras?”, ahora ya te fregaste, no cuidas nada, te lo paso cuando lleguemos, etc.
-           Y la otra frase típica era “No puedes comer nada en el carro” y chingas, toda la leche en el asiento… uf… mi papá empezaba contra mi mamá, - “¿Y si no pueden comer para qué les das leche? – yo no se las di, la agarraron sólos… ” y etcétera.
-          Y lo mejor era cuando los papás, ya sin decirles nada, ponían discos de niños para que no fuéramos peleando.
-          Claro, y que no se les ocurriera poner música de sus tiempos porque les armábamos un pancho…
-          Si, pobres jefes, además de chutarse a Cricrí en su época, se tuvieron que soplar a Barny, a Trepsi y a Tatiana y ya después a Hanna Montana todo el día.
-          Ya después con las teles en el carros… las películas que vimos como cien veces. No se como no nos aburríamos… “al infinito,  y más allá...”
Por cosas como esta y otras tantas, será recordados estos tiempos por la generación que nació en la primera década del siglo XXI,  pero todas y cada una de las cosas que aquí se menciona, no son sino distractores en menor o menor grado de lo que a una familia nos está tocando vivir.   Concentrémonos en que por encima de todo esto, nuestro hijos nos recuerden por el inconmensurable amor que siempre les tuvimos y que aprendimos a demostrárselos de una y mil maneras cada día.  Esa es nuestra tarea, ¿tú ya la hiciste hoy?

domingo, 17 de julio de 2011

Mis hijos y el iphone, mi nuevo desafío.

Mis hijos y el iphone, mi nuevo desafío.
(“iphone”, se pronuncia “aifon”. Si no sabe lo que es, usted no se preocupe; se trata de lo más novedosito en telefonía celular)
Generalmente no estoy a la vanguardia en tecnología, mis alcances en el uso de computadoras, herramientas y programas suelen limitarse a los que requiero para hacer mi trabajo  y con eso me doy por bien servido.
Punto y  aparte (pero muy relevante para la comprensión de este artículo), le comento que el periodista Leonardo Kourchenco; en coautoría con José Pedro Landaverde, presentaron un libro en la ciudad de México llamado “El Desafío del Maestro en el Siglo XXI” cuyo contenido se basa en una tesis como de película de terror: Todos los alumnos del siglo XXI, tienen maestros del Siglo XX. Esto hace que los actuales maestros tengan retos o desafíos nunca antes necesarios, para estar a la altura de lo que un estudiante actualmente demanda.
Generalmente los estudiantes nacen varios años después que sus maestros, pero a diferencia de otras décadas, en esta última la tecnología ha avanzado a pasos agigantados y ha hecho que los que somos “del antiguo testamento”; como dice mi hermana la catequista, en ocasiones nos sintamos reacios a involucrarnos con las novedades tecnológicas.
Aquí hago un paréntesis (Me detengo brevemente para hacer un sencillo pero real reconocimiento) Aplaudo a los miembros de la generación que nació en la primera mitad del siglo XX, (como mis padres y algunos tíos) que no se han dejado intimidar por el internet y han resultado ser muy buenos navegantes (Ahora no comprendo cómo pueden tener una cuenta en facebook y pasar horas mandando y reenviando correos con tanta facilidad cuando hace un par de  décadas les causaba temor accionar una videocasetera beta, en fin). Felicidades y bien por ellos.
Pero volvamos al tema. Pienso que los nuevos aparatos y programas cibernéticos ahora son más atractivos debido a que sus diseñadores se preocupan más  por los usuarios y los hacen parecer de acceso sencillo y amigable. Casi como si fuera un político de nueva generación.
Bueno, pues con este enorme preámbulo girando en mi cabeza desperté un buen día y me quedé  pensando en el futuro que les espera a mis hijos, que también son modelos del siglo XXI y tienen padres nacidos en los eclécticos años setentas. ¡No sólo somos de otro siglo, somos de otro milenio!
A sus tiernos ojitos parecemos prehistóricos. Todavía recuerdo cuando mi hija no entendía la diferencia entre mañana y ayer. Ahora la entiende, sin embargo explicar la línea del tiempo y los avances que ha habido a la fecha, me ha sido más complejo de lo que pensaba. De eso caí en cuenta cuando me preguntó si sus abuelitos habrían visto algún mamut. ¡Dios bendito! No se si no me entendió o si piensa que en verdad somos así de viejos.
Ahora yo me pregunto ¿Cuáles son los desafíos que como padres tenemos en el siglo XXI? Mis hijos no tienen la culpa de tener un papá que encuentra más desafiante volar un papalote que avanzar de nivel en un videojuego. Mis pobres hijos no comprenden por qué me divierte más componer un soneto que resolver un sudoku. Sin embargo el desafío es para mí, no para ellos, así que hice la prueba y sigo estupefacto. Aquí los resultados y conclusiones de mi experimento.
Baje un par de aplicaciones para el iphone, son juegos para niños donde tienen que pintar, armar o resolver ciertos retos. Si bien es cierto, que a mí no me apasiona el mundo tecnológico, no tengo porqué suponer que a mis hijos tampoco y lo más importante; no tengo derecho a mantenerlos ajenos al mundo que les está tocando vivir.  Todo fue que les mostrara cómo funciona el aparatejo; que no me llevó más de diez segundos y el resto lo descubrieron ellos.
De aquel día a la fecha llegar a la casa y que mis hijos salgan a recibirme es una y la misma cosa. Es cierto que ya lo hacían, sólo que ahora lo hacen con más júbilo que antes al grito de: - Papi, te extrañé mucho ¿me prestas tu teléfono?
El sorprendido sigo siendo yo, es increíble la habilidad que los niños tienen para la tecnología, dicen que es como si trajeran un chip integrado. “Yo no lo sé de cierto…” (Como escribió Jaime Sabines) pero lo que si se, es que gracias al  Iphone ahora tengo  una nueva forma de mantener a mis hijos tranquilos y en silencio. Hasta parecen inofensivos.  
Como es lógico, yo sigo disfrutando lo que siempre me ha gustado. Creo que para que mis hijos estén al día en tecnología no voy a tener que enseñarles mucho, pronto van a ser ellos los que me van a enseñar a mí (el ciclo generacional se repite). Ahora considero que mi mayor desafío consiste en mostrarles a mis hijos como jugábamos y nos divertíamos los niños de antes. Mi desafío será transmitirles el gusto y enseñarlos a  valorar  las cosas que siempre han estado y que difícilmente pasarán de moda; como volar un papalote, andar en bicicleta, subirse a un árbol o patinar, y lo más importantes, el mayor de mis desafíos, será hacerlos conscientes de que cualquier herramienta (desde un humilde serrucho hasta la computadora más avanzada)  por sí sola no será capaz de mucho si detrás de ella no hay unas manos hábiles que la sepan manejar, pero sobre todo una persona inteligente, que no se deja impresionar con lo que una herramienta puede hacer, sino que se pregunta lo que ella es capaz de hacer con aquella herramienta.  Ahí está mi desafío.

jueves, 14 de julio de 2011

Arte Antiguo


Arte Antiguo
Un amigo me dijo hace tiempo
“Es que tu coleccionas barajitas muy raras”
- ¿Qué quieres decir?, Yo no colecciono nada.- le contesté.
- Quiero decir que tienes pasatiempos poco comunes, por ejemplo:  te gusta escribir, te gusta pintar y dibujar, te gusta el teatro y la poesía.
Mi amigo tiene mucha razón, yo también me he preguntado por qué mis hobbies, no incluyen el ver el futbol o ver la tele simplemente, la respuesta no la tengo. Pero lo que si tengo en cambio, es un  gusto enorme porque  encontré a alguien que además de convertirse en un buen amigo , colecciona barajitas de las más raras que suelo coleccionar; me refiero a que es una persona que también tiene un pasatiempo poco común, el gusto por la caligrafía.
Me volví admirador y después aprendiz de caligrafía cuando era estudiante de secundaria; otro asunto inexplicable. Durante un par de años, llevado de la mano por un hermano Lasallista, de nombre Antonio Pulido, fui aprendiendo el arte de escribir cuidando la estética de cada trazo.
Con el tradicional método de hacer planas, llené cuadernos enteros con tal de aprender nuevos alfabetos. Letra a letra fui llenando páginas enteras; ese era el precio que había que pagar para que el  Hno. Pulido te enseñara la letra siguiente.
20 años, después me encuentro con mi ahora amigo Chema,  quien resulta ser también un amante de la caligrafía y se nos pasan los minutos hablando de plumas, de tintas y de puntillas, hablamos de la calidad del trazo, de cuántos alfabetos conocemos cada quién y de la singular habilidad que tiene Chema de escribir con ambas manos y en ambos sentidos.
La caligrafía la define el diccionario Larousse como “El arte de escribir utilizando bellos trazos” Para algunos puede ser muy discutible el hecho de decir que un trazo pueda ser bello. Para otros esto puede ser un tema carente de importancia. Para mi resulta la excusa perfecta para evocar al entrañable Germán Dehesa , diciendo aquella frase con la que solía cerrar sus presentaciones “No podemos vivir  como si la belleza no existiera”
P.D. Se anexan fotos de esta misma carta escrita con letra Palmer (Todo comenzó cuando llegué a la casa y vi velas encendidas, primero pensé que tendría una noche romántica, después me di cuenta de que había llovido tanto, que se había ido la luz)



sábado, 9 de julio de 2011

Si eras de aquí, y creo que también de allá.

Si eras de aquí, y creo que también de allá
Ignoro lo que Facundo fue para otras personas, pero sé lo que fue para mí. Uno de los primeros cantautores que escuché con quien las palabras tenían un verdadero sentido. Un hombre que supo trasmitir como era capaz de encontrar en los momentos más cotidianos, profundas reflexiones de vida y hacer que las cosas más sencillas se volvieran experiencias inolvidables.  
Nos deja textos y canciones, pero sobre todo nos deja una hermosa forma de ver la vida. Dicen que era de Argentina, aunque él cantó miles de veces que no era de aquí ni de allá. Pienso que la gente se vuelve de cada lugar donde logra tocar el corazón de los demás.  
A Facundo lo asocio automáticamente con Alberto Cortés por las canciones, los poemas, las historias y el humor que compartieron. Me acuerdo de ambos cada vez que en una plaza le aviento migas a las palomas, así sea en la plaza de mi pueblo, en la plaza de San Marcos, en la plaza Trafalgar o en la de Tlaquepaque,  en cada plaza con palomas, su recuerdo va conmigo.
Ignoro lo qué fue para otro, me quedo con un grato recuerdo de lo que fue para mí.

jueves, 7 de julio de 2011

“No news, good news”

“No news, good news”.  Así reza un dicho americano que de este lado de la frontera suele ser muy utilizado: “Si no hay noticias, son buenas noticias”.  Durante mucho tiempo yo mismo he usado esa frase, pero a la fecha ya empiezo a poner en duda. 

Ya no se qué es mejor, si escuchar las noticias que ocurren en nuestro país, o escuchar a los periodistas forzando una triste nota para hacerla parecer encabezado de primera plana.  Me da gusto que el trabajo periodístico haya evolucionado tecnológicamente, pero en algunos casos veo con tristeza que la ética del periodismo se ha subordinado al “rating”.

En esta corta sentencia, veo varios cuestionamientos: Si no hay noticias, ¿será en verdad que no las hay?, ¿O será que no nos enteramos?  

Resulta inverosímil pensar  que en un país como el nuestro no haya noticias. Más bien convendría preguntarnos qué tipo de noticias son las que la sociedad busca y en qué medida los noticieros sacian nuestra sed de información.

Dudo que no haya noticias, quizá las que hay, a los medios  no les interesa publicarlas, es decir, quizá  sea una noticia gris, mediocre, de poco impacto o peor tantito quizá sea una buena noticia. ¿Qué morbo puede provocar en la audiencia una nota así?, es decir ¿qué interés va a tener el público para comprar esa nota?

Periodistas serios y profesionales siempre los ha habido. Morbosos y petulantes también, sin embargo ahora creo que hay más de los segundos que de los primeros. Me parece que con gran simpleza ahora le sueltan el micrófono o la pluma a un sinvergüenza que no tiene pelos en la lengua y que le da lo mismo decir mentiras que majaderías con tal de conseguir audiencia.

Otra hipótesis me hace pensar que si los periodistas no pueden dar ciertas notas, quizá sea por algo más que la audiencia, es decir, por su propia seguridad, o porque alguien les está comprando su silencio.

Pensémoslo dos veces la próxima vez, quizá es momento de empezar a decir: “No news, ¿good news?




martes, 5 de julio de 2011

Estrés televisivo


Disfruto mucho viendo los documentales de la vida natural que pasan en Discovery Channel, incluso en algunas ocasiones mis hijos los disfrutan junto conmigo. El pasado sábado, todo comenzó en forma normal, jamás imaginé el estrés que me produciría ver aquel documental.  En el momento de encender el televisor, una gigantesca osa polar asechaba a una foca. La esperaba junto a un orificio en el hielo del ártico, por donde el animal saldría a respirar.
La foca sabía que al salir a la superficie, el feroz animal lo estaría esperando para provocarle una muerte segura.  El tiempo de la foca se agotaba al igual que el aire de sus pulmones, repentinamente tomó la decisión  de  nadar hasta otro agujero que estaba a cincuenta o sesenta metros del primero con el riesgo de morir ahogada en el intento.  

Los segundos que la osa tardo en percatarse del  inesperado plan de su presa, fueron los que le permitieron a la foca llegar antes al siguiente agujero, respirar profundamente y zambullirse en las profundidades del mar para salvar su vida.

En ese momento Gaby, mi hija entró en escena.

-          ¿Qué haces papá?

-          Viendo como una osa persigue a una foca

-          ¿Y para qué?

-          Pues para … comérsela

-          Ay  ¿Por qué?,  pobrecita.

-          Pues sí, hija, pero los osos polares comen focas, tu ya sabes eso.

-          ¿Puedo verlo contigo?

-          Claro,

El estrés que hasta ese momento me había producido el documental era como una caricatura comparado con lo que seguía.

-          La osa perdió la oportunidad de cazar a la foca – dijo la pausada voz que narraba el documental – Una terrible situación para ella y sus oseznos que ya llevan varios días sin comer.

-          ¿Tiene hijitos? – se sorprendió Gaby

-          Si, - le contesté mientras veía un par de ositos flacos y hambrientos – no  los había visto yo tampoco.

-          Pobrecitos , tienen mucha hambre, dijo mi niña que recién se había comido un par de quesadillas.

En eso vuelve la voz del documental:

-          Por fortuna para la familia de osos, ahora una nueva presa viene directa hacia ellos y no viene sola. Se trata de una foca hembra y su cría recién nacida.

-          ¿Se van a comer a la bebé foca? – Me preguntó aterrada mi hija.

-          No, no creo hija, está muy chiquita, - Le contesté tratando de evitarle preocupaciones y todavía con la esperanza de no ver una imagen tan sangrienta.

-          Entonces, se van a comer a la mamá y quién va a cuidar a la bebé foca?

-          Este, pues no lo sé, mejor vamos a ver qué pasa.

-          ¿y si se comen a las dos? – ya la angustia estaba haciendo nido en el estómago de Gaby.

Pues pasó, lo que ya me suponía, el asecho hacia el par de focas se hacía cada vez más intenso, la osa descubrió que las focas se ocultaban en una cámara hecha bajo la nieve.  De pronto comenzó a golpear el techo de la caverna para llegar a sus presas. Gaby estaba de nervios,  temía por la foca mamá y más por la foca bebé.   La osa rompió el techo justo en medio de las dos focas separándolas con el derrumbe. La foca adulta sabía que si se quedaba a rescatar a su cría morirían las dos, así que escapó por el otro lado con la esperanza de volver después por la cría, sin embargo la osa fue tan insensible a la angustia de mi hija que sin piedad engulló a la cría de foca en pedacitos sin siquiera compartirla con sus pequeños oseznos.

Gaby se quedó con ojos y boca abierta.

La voz de la tele nos explicó que los osos tienen que administrar su energía para sobrevivir y que la pequeña foca apenas resultaba un bocadillo que no solucionaba el problema de supervivencia.  La familia de osos tenía que encontrar una buena presa lo suficientemente grande para saciar el hambre de todos.

Gaby no podía cerrar los ojos ni parpadear, estaba asombrada viendo como una pequeña foca era devorada en las fauces de una enorme osa mientras los pequeños osos gemían por comida.

La osa, con la poca reserva de energía  que  tenía, emprendió la búsqueda de otra presa.

Llegaron los tres hambrientos osos hasta un nuevo hoyo en el hielo donde se encontraban atrapadas un grupo de ballenas beluga, un excelente manjar que fácilmente hubiera saciado el apetito de los osos, sólo que había un enorme inconveniente, las ballenas eran tan grandes que la osa por sí sola, sería incapaz de sacarla del agua para comérsela y darle de comer a sus crías.  A pesar de los muchos intentos, la situación se tornó más crítica, pues la osa agotó casi toda su reserva energética y todavía no podía conseguir alimento.

El narrador tan insensible como la osa, no tuvo piedad en explicarnos que, de no encontrar comida en las próximas horas, la osa se vería en la necesidad de comerse al menos a uno de sus oseznos.

A Gaby casi se le salen los ojos de las cuencas.

-      ¿QUEEEEEEEEEÉ? ¿Se va a comer a sus propios hijos?

-          Quizá nada más a uno, hija. Ya ves porqué no es bueno ser hijo único.

Ignoro si mi hija entendió la importancia de tener hermanos, pero de seguro comprendió que  su mamá, aunque a veces grita no es tan mala como pensaba.

-          Comprende hija, si ninguno de los osos come, se van a morir  los tres, en cambio  si la osa se come a un osito , solo se muere ese  y sobreviven  la osa y el otro… claro mientras aparece algo de comida…

En este momento, yo ya no sabía si dar más explicaciones para justificar el comportamiento del animal,  unirme al reclamo antinatural que hacía mi hija, cambiarle a Disney Channel, o pedirle a Diosito que mandara una pinche foco (sin crías) para que de una vez por todas comieran los pobres osos.

Mi súplica fue escuchada o la edición del documental estaba arreglada, el caso es que de la nada apareció una pobre foca vieja y medio enferma que fue el deleite de los osos  y un respiro para nuestros exprimidos corazones. 

Así fue. Si nunca lo han experimentado, vívanlo aunque sea  una vez, sólo necesitas una tele con sistema de cable y un niño o niña de cinco años o menos.

domingo, 3 de julio de 2011

Cada pueblo tiene el gobierno que se merece

Cada pueblo tiene el gobierno que se merece.
Bien dijo el que dijo “La democracia es el peor sistema político, con excepción de todos los demás.”   Dicho de otra forma yo lo hubiera expresado así: El hecho de que los demás sistemas políticos sean malos, no hace que la democracia sea buena.  El gran defecto de la democracia es que no se garantiza LO MEJOR para el pueblo, sino LO MÁS POPULAR. Tal resquicio del sistema es hábilmente aprovechado por los partidos políticos para hacerse de votos teniendo candidatos populares, importando un soberano comino si éstos pueden llegar a ser buenos o malos gobernantes.
Tenemos lo que merecemos, porque entre todos lo hemos permitido.
No sé en qué momento llegaron esos candidatos envueltos como para regalo, luciendo radiantes sonrisas y haciéndonos creer que siempre están… para lo que se nos ofrezca.  Lo terrible no es que hayan llegado a ser candidatos, sino que gracias a nuestros votos, o a nuestro abstencionismo llegan a ser gobernantes.
Yo espero que en poco tiempo la política evolucione hacia algo menos escenográfico y con mejor contenido. Ignoro si será posible, por ahora considero que para lograr ese cambio solo hay dos opciones:
La primera consiste en involucrar en la política a las personas que no tienen aspiraciones en ese sector, pero que en otros ámbitos han demostrado ser personas exitosas, honradas, profesionales, e incluso comprometidas con la sociedad civil.
La otra alternativa es que los que ya están metidos en la política y están a punto de estrenar algún cargo: si en verdad tiene buenas aspiraciones y deseos de servir, si se comprometen con ustedes mismos a honrar sus valores, sus palabras y su acciones, si piensan en el pueblo antes que en el partido que los llevó a su nuevo cargo, si tienen en verdad deseos de ver por los demás antes que por ustedes mismos, demuéstrenlo ahora y comiencen a cambiar la tan deplorable y devaluada imagen del político mexicano.

viernes, 1 de julio de 2011

Noches de luna en Chapala

Ajijic, es un pequeño pueblo ubicado junto a Chapala, bordeando la laguna hacia el poniente.

Al igual que Chapala, el pueblo está en la ladera de una pequeña cordillera, y las calles desembocan en el malecón. Sus calles son empedradas, y las fincas va desde lo modesto hasta lo residencial. Y es un lugar donde muchos extranjeros han decidido pasar su etapa de jubilación. Cabe mencionar que cuando conocimos la parroquia, siendo domingo por la tarde, el sacerdote estaba oficiando misa en inglés.

La primera vez que Gilda y yo (con nuestros hijos, claro) estuvimos en Ajijic, comimos en un restaurante llamado “Los Telares”; es un pequeño patio con árboles y exuberantes jardines alrededor. Instalados en mesa y sillas de forja con anchos cojines, fuimos atendidos bajo la sombra de un parasol. Degustamos una rica comida y al finalizar le pedimos al mesero que nos instruyera sobre los lugares más bonitos en el pueblo; ya que era la primera vez que estábamos en aquel lugar. Sorprendido por la pregunta, el mesero con un aire de simpleza sólo atinó a decir: - ¿lo más bonito de Ajijic?, pos Chapala.

Con promotores de turismo como tu, (pensé) el pueblo tiene asegurado su porvenir, ¡hijo pródigo!

A pesar de la desmotivadora recomendación del mesero, salimos a caminar por el pueblo, y honestamente quedamos bien impresionados. Llegamos a la Plaza principal y un mural nos recibió en una de sus esquinas. Ahí en forma gráfica está representada la historia y tradición del pueblo. Fuimos también al Centro Cultural, y apreciamos una extraordinaria exposición de pintura del autor Jorge Ramos.

Unos meses después volvimos a Ajijic, pero ahora acompañados de mis padres. Vaya experiencia que vivimos durante la semana que estuvieron por acá.

Conociendo los gustos de mis papás y dada la cercanía de los pueblos, les propuse llevarlos a visitar Chapala y Ajijic en el mismo día. (ellos ya habían estado en Chapala 49 años antes; durante su luna de miel).

-Hay un restaurante en Ajijic que les va a encantar – les dije – pero antes vamos a dar una vuelta por Chapala, sirve que hacemos hambre.

Pasábamos por la avenida principal de Chapala justo antes de llegar al malecón, y les dije:
-Aquí está el edificio de la Presidencia Municipal, dicen que en su fachada, hace muchos años, había un reloj, que cada hora tocaba la canción “Noches de Luna en Chapala”.

-¿Cómo va “Noches de Luna en Chapala”, Don Manolo? – preguntó Gilda.

-Es esa que dice: - comenzó a cantar mi papá – “Noches de serenata, de plata y organdí…”

-No, no, - Dijo mi mamá - a mi se me hace que esa es “Janitzio”.

-Ah, tienes razón, a mi se me revuelven.- concluyó mi papá.

Y ahí empezó el peregrinar para saber cómo va “Noches de Luna en Chapala”.

Seguimos avanzando por el pueblo y cuando se hizo hora de comer, nos encaminamos hacia Ajijic. En el camino, sin poder quitar la duda de su mente, mi papá volvió a comentar:

-Pues que no es esa canción que dice: “Noche tropical, cielo de tisú…
-Ah si… - asintió mi mamá como recordando.

Y continuó mi papá:
-“tienes la sombra de una mirada criolla…” Ah no… - se corrigió a si mismo - esa es “Noches de Veracruz”, pos pa´qué las hacen tan parecidas.

Llegamos al restaurante “Los Telares” (más vale malo por conocido…) escogimos una mesa bajo uno de los parasoles y dejándonos llevar por el sonido del agua de la fuente, nos tomamos una primera ronda de cervezas.

Apenas estábamos disponiendo de unos calamares fritos cuando llegó una cantante acompañada de su guitarra. Mesa por mesa fue ofreciendo su arte a cambio de propinas.

-Ahorita nos va a sacar de la duda esta señorita – le comentó mi papá a Gilda, refiriéndose a que seguramente se sabría la canción – Ahorita que llegue le pedimos que cante “Noches de luna en Chapala”.

Cuando la cantante llegó a nuestra mesa, ni tardo ni perezoso, mi papá le hizo la petición, a lo que la mujer respondió con una nerviosa sonrisa. Evidenciando que no se sabía la canción.

Más tarde llegó un trío.
-Ahora si, estos de seguro se la van a saber - dijo mi papá.

Pero corrimos con tan mala suerte, que el trío fue acaparado por una de las mesas del restaurante y no se separaron de ahí en todo el tiempo que estuvimos comiendo.

Salimos finalmente del lugar (todavía con la duda) y nos fuimos a recorrer el pueblo.

Anocheció más tarde y nos regresamos a Guadalajara todavía con la duda sobre la mentada canción.

Pasaron dos días de aquello, y fuimos a comer (ya en Guadalajara) a un restaurante de mariscos llamado “El Farallón de Tepic”. Cuando ya casi habíamos concluido nuestros platillos un cuarteto comenzó a cantar para la concurrencia.

-Estos si se han de saber “Noches de luna en Chapala”, Gilda – comentó mi papá, seguramente sin haber podido dejar de pensar en la canción en más de cuarenta y ocho horas.
-A pues vamos a pedírselas con un mesero. – comentó Gilda.

Así lo hicimos, escrito en una servilleta, puse el título de la canción y un joven mesero se ofreció a llevarla hasta con los cantantes.

Después de un rato, el mesero volvió y nos dijo, que con mucho gusto cantarían la canción en unos minutos.

Como la canción se estaba tardando, las mujeres decidieron pasar al baño.

Y justo cuando regresaban a la mesa, comenzaron los primeros acordes de la tan añorada melodía.

Mi papá (ahora si) inmediatamente la reconoció, a lo que dijo:
-pues ¿dónde está Gilda? ahora si, esa es “Noches de luna en Chapala”
-ahí vienen ya. - le contesté al tiempo que las veía salir del baño; mi mamá por delante con Gaby tomada de la mano y Gilda unos pasos detrás.

Cuando llegaron a la mesa, les dije:

-Escuchen, finalmente “esa” (refiriéndome a la canción) es “Noches de luna en Chapala”
-¿a ver? – dijo mi mamá, al tiempo que se giraba para ver de frente a los músicos.
Sin darse cuenta de que en el mismo momento Gaby (de la mano) giró en redondo pero en sentido contrario, enredándosele entre sus piernas, haciéndola perder el equilibrio.

Yo (con Pablo en brazos) sólo alcancé a ver como mi mamá perdía su punto de gravedad, mientras Gaby con sus grandes ojos, ya presentía que su abuelita estaba a punto de aplastarla.

Y sin más explicación, de bruces fueron a dar las dos debajo de una mesa.

- ¡MAMÁ! – grité cuando la vi caer.
Mi papá pegó un brinco mientras gritaba: ¡LUCHA!
- ¡GABY CUIDADO! – alcanzó a decir Gilda todavía sin sentarse.
Pablo hizó : - Ptrrr!!! - y con los gritos de todos, comenzó a hacer pucheros.

En medio de la confusión, mi mamá; atacada de risa, bajo la mesa y encima de Gaby sólo decía: - estoy bien, estoy bien, agarren a la niña.

Gaby lloraba, por supuesto. Y es que a pesar de ser experta en caídas, jamás había experimentado la sensación de hacerlo con su abuelita encima.

Yo me deshice de Pablo para auxiliar a las caídas, tres meseros movieron sillas y mesas, otro pasó con una charola, mi papá ayudó a mi mamá, yo levanté a Gaby; que lloraba más por el susto que por el aplastón, y todo aquello pasaba mientras los músicos cantaban sin que nadie los pudiera escuchar.

Con el desorden y el llanto de Gaby, Pablo rompió en llanto también.

Y mientras mis dos hijos lloraban, mi mamá nos explicó siete veces porqué se había caído: - Si veníamos muy bien, pero en la vuelta nos enredamos… y allá vamos.

Finalmente la calma volvió a la mesa después de un par de minutos, justo cuando los cantantes terminaban de cantar, ¿adivinen cual?, claro “Noches de luna en Chapala”, aplaudimos por “puritito” compromiso, pedimos la cuenta y salimos del restaurante todavía sin saber cómo va la mentada canción, que inmortalizó a Pepe Guizar. Pero eso si, con una sonrisa en los labios, ya que sabíamos que a pesar de todo, teníamos una nueva anécdota qué contar.

En fin, esta historia no se ha terminado, y no se terminará hasta que a todos los involucrados nos quede claro cómo va “Noches de luna en Chapala” con suerte y esa duda sea el motivo que nos haga volver a ese bonito rincón de nuestro país.