La Banca
Tengo un amigo llamado Paco. La esposa de Paco se llama Lucía. Desde que lo conozco me refiero a él como Paco de Lucía.
Hace un par de semanas Lucía cumplió años, y unos días antes, “casualmente” comentó que le encantaría tener una banca en su jardín. Hábil y sagaz como Paco siempre ha sido, volteó y dijo:
-¿Mande?
-Que me encantaría tener una banca en el jardín. – repitió Lucía con un nuevo y ahora más prolongado suspiro que el anterior.
En esta ocasión la entonación de la frase ya no pasó desapercibida a Paco, y sólo atinó a reaccionar diciendo: - Órale.
Los días pasaron y el cumpleaños de Lucía se acercaba rápidamente, Paco pensaba, reflexionaba, sudaba, tomaba medidas a ojo, tomaba fotos, tomaba agua, y al igual que Don Quijote; leía y cavilaba. Y de tanto leer y de tanto cavilar, también como a Don Quijote, casi se le seca el cerebro.
Todo aquel misterio, era porque estaba cocinando un plan.
Llegó el día del cumpleaños y Lucia como de costumbre amaneció cante y cante (eso me lo dijo Paco). De pronto, sorprendida escuchó un estrepitoso ruido que anunciaba la presencia de un camión de gran tonelaje en el frente de su casa, irrumpiendo sin la menor consideración en la quietud que reinaba aquella fresca mañana de verano.
Paco, haciendo gala de sus dotes histriónicos frente a Lucía, salió a la puerta de su casa como preguntándose “¿Quién será?”
Ya en el umbral de la puerta, sin contener la emoción le dijo a Lucía que se asomara para ver una sorpresa que la iba a dejar con la boca abierta. (y no se equivocó)
- ¡Mi banca! – gritó Lucía todavía sin salir de su casa.
Al tiempo que el operador de la grúa gritaba a voz en cuello:
- “¿Ónde quiere que le pónganos la piedra, jefe?
- Qué te parece mi amor – decía Paco emocionado - ¿Apoco no está padrísima?
Lucía no podía cerrar los ojos ni la boca en ese momento, y a dos semanas de aquella fecha todavía no sabe si su piedra está padrísima o no.
La banca, es una piedrota de cantera de forma rectangular y de varios cientos de kilos, Paco dice que no está terminada, yo más bien considero que no está iniciada siquiera. Pero hay un hecho que ha vuelto a la banca inolvidable. Paco y Lucía, organizaron una hermosa velada con algunas parejas de amigos para que todos la fuéramos a ver.
Alguien dijo que la banca parecía una piedra de sacrificios, las señoras sugerían a Lucía que para la próxima vez fuera más precisa al momento de sugerir sus regalos, hubo quien dijo que si bien la piedra no tenía la forma de una banca convencional, cumplía perfectamente con la función de soportar a dos o tres personas sentadas. Alguien más dijo que hasta le resultaba cómoda. Yo le sugería que si no le gustaba la podía levantar y labrar un San Francisco con todo y lobo.
Hubo diversidad de opiniones, pero de todas ellas hubo una en común.
La dichosa banca, fue el motivo y la razón de que varios amigos nos juntáramos a compartir un rato de nuestras vidas. Todos los presentes fuimos a probar la banca y corroboramos que aunque no era lo que originalmente nos imaginábamos, fue la sensación de la noche. Lo que alguna vez fue una piedra inanimada, ahora es la mejor de las bancas puesta en el jardín de Paco y Lucía, una banca cargada de emociones y de afectos que seguramente se irá enriqueciendo con el tiempo. Una banca que sabrá escuchar quién sabe cuántas historias y será testigo del devenir de esta joven y hermosa familia. Enhorabuena por ellos.
1 comentario:
Pues el hecho es que la banca ya hizo historia y tú, mi buen Manuel, la acabas de inmortalizar aún más. Una banca que literalmente se irá esculpiendo a base de vivencias.
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