lunes, 27 de abril de 2020

La Convivencia en Tiempos de Cuarentena.

¿Se imagina si nos fallara el Internet?,
¡Tendríamos que convivir en familia!
Eso se dice fácil, pero no lo es tanto, porque las familias son muy diversas, y aunque las necesidades básicas puedan ser similares, en las particularidades de cada casa, hay diferencias importantes.
Consideremos que en algunas casas hay personas viviendo solas, otras personas viven en pareja, otras con bebés o niños pequeños, otros con adolescentes o jóvenes, en muchas casas viven adultos y en muchas también adultos mayores, y por supuesto, en cada una, alguna de las combinaciones posibles que se pueden dar entre todos estos grupos generacionales, haciendo muy diversas las necesidades de espacio, alimentación y tiempo, y por supuesto los gustos, aficiones y preferencias de cada caso.
También pensemos que así como hay casas con suficiente espacio para que los miembros que la habitan convivan, pero también se aíslen por momentos para tener tiempo personal incluso en soledad. La mayoría de las casas, no son así. No es lo mismo pasar los días en una casa con recámaras individuales que compartidas, o con patios grandes que pequeños, o con terrazas o balcones, y por supuesto, en las más de ellas, con espacio insuficiente para la comodidad óptima de la familia.
¿Y qué tal la variable de los recursos con los que se cuenta?, ¿Se imaginan una cuarentena con la mitad de los recurso que usted tiene?, pues no dude ni por un segundo, que hay muchísima gente viviendo así y con menos que eso. Y no me refiero al internet, que por supuesto que en esto tiempos ayuda mucho; aunque no deja de ser un lujo. Hablo de gente que está viviendo sin ahorros, con ingresos precarios, con problemas de salud, con necesidades específicas de alimentación, o con deudas; que ahora menos que nunca va a poder pagar.
El aislamiento que en mayor o menor medida estamos viviendo y al que por momentos no se le ve “pa´cuándo”, es un fenómeno que nos está poniendo a prueba a todos. Ahora bien, nadie piense que el reto de nuestra casa, es el mismo que el que se vive en la casa del vecino o del amigo. Por ejemplo, los que tienen bebés están pasando apuros que ni imaginamos los que vivimos con adolescentes; y viceversa, y de igual forma, poco sabemos sobre los retos que afrontan quienes están conviviendo con personas enfermas, con alguna discapacidad o de la tercera edad. Así que no caigamos en el error de juzgar, procuremos estar receptivos cuando hablemos con los demás y tratemos de escuchar con empatía, hay personas que lo único que necesitan es que alguien las escuche por un momento, entendamos que cada uno está librando su propia batalla.
Lo único que nos hermana en este tema por igual, es que como seres humanos, todos tenemos la necesidad de sentir afecto, de sentirnos acompañados y que no estamos solos en esto. Así que cada vez que pueda, hable del tema con su familia, llame a sus parientes y amigos, haga contacto de alguna forma, llame por teléfono, haga una videollamada, mande algo a esa persona como entrega a domicilio, sorpréndala con un detalle, escriba un correo electrónico, escriba una nota a mano y mándela con alguien, o tómele una foto y mándela de forma digital. Verá que el efecto que causa en quien la recibe vale mucho la pena.

domingo, 19 de abril de 2020

La Prueba de Perales.


Tengo el privilegio de no añorar nada. Vivir el presente lo he convertido en un hábito y un desafío permanente. Por supuesto que a menudo incluyo descansar y dormir siestas, pero no siempre.

Sacar provecho del tiempo es algo que se aprende y se perfecciona. Quien tenga tiempo para dedicarlo a sus placeres puede presumir que tiene un lujo. Y no bromeo, algún día seguramente esta será una forma de medir la inteligencia. ¿Cómo anda usted en su CUT, (Coeficiente de Utilización de Tiempo), así lo llamaría)? ¿Tiene todo bajo control o es víctima?

La clave es dedicarle tiempo sólo a las cosas que nos interesan o consideramos importantes, luego entonces podremos decretar: “No tengo tiempo para las cosas que no me interesan”, y con eso en mente, asumir que sobre ciertas actividades o disciplinas, de lo que carecemos es de interés, más que de tiempo.

Aceptémoslo, el tiempo y los demás recursos no alcanzan para todo lo que uno quisiera, así que más nos vale priorizar.  “Sabia virtud, de conocer el tiempo.” Así lo escribió Renato Ledúc, en un soneto y lo legó a la posteridad para recordarnos que es un recurso irremplazable e irrecuperable.
Ahora vayamos a las pruebas duras: ¿Cómo empieza usted su día?, y no le estoy preguntando a qué hora se levanta, ese no es el punto. Considerando que cada día empieza durante la noche, ¿Usted cómo lo inicia?

Algunos lo iniciarán durmiendo y recuperando fuerzas, otros a esa hora están trabajando o sorteando algún peligro lejos de casa, muchos a media noche están viendo televisión o navegando en las interminables capas de internet. En fin, cada uno empieza su día como puede o como mejor le parece. Ahora bien, ¿Qué pensaría si tuviera un celular, que lo deja cargando toda la noche y al otro día amanece con menos del 80% de carga?, ¿No estaría bien, verdad?, ¿Algo habría que hacer con ese equipo, no es así?, pues hay personas que les pasa lo mismo, mal duermen de noche y malviven de día. Despiertan cansadas, sin haberse recuperado por completo durante la noche, y como es obvio, no les alcanza el día para todo lo que tienen que hacer. Creo que al igual que con el ejemplo del celular, algo habrían de hacer estas personas también. ¿Está usted en ese caso?, ¿Siente que tiene el control de su tiempo y lo administra de forma eficiente? ¿Le alcanza el día para hacer todo lo que debe y además tener algunos minutos para usted? Si es así, felicidades por eso, ha salido bien librado de la primera prueba. Ahora vayamos a la segunda.

La prueba de Perales. Me explico y doy contexto.  Una de las preocupaciones más justificadas donde cualquier padre pone a prueba su amor filial, es la de saber de qué persona se enamorará su hija.  Bien, pues el cantautor español José Luis Perales; puso el dedo en la llaga con una pregunta infalible que en estos tiempos de cuarentena, nos pone a todos en el paredón. ¿Sería usted capaz de convencer a un padre de familia, de que es usted una persona confiable y merecedora (si fuera el caso) del amor de su hija? Responda con toda honestidad: ¿A qué dedica el tiempo libre?

Sea sincero, si usted fuera el mismísimo cantautor, ¿Habría pasado la prueba escuchando su propia respuesta?

Un abrazo desde mi casa para usted, que esta lectura y otras más, le hagan más llevadero su tiempo libre. 

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viernes, 10 de abril de 2020

Confesión Literaria


Todo comenzó cuando quise ordenar mis libros. Con más de 15 años de casado y varias mudanzas por tres ciudades, en familia, acumulamos varias cajas de libros. Algunas (Primera confesión) permanecieron cerradas varios años, hasta que por fin volvieron a ver la luz.

Como no dispongo de tantos muebles ni mucho menos libreros, el único que tenía lo utilicé para poner mis libros favoritos, los de mayor estima o de más frecuente uso. Así que el pobre estaba atestado y soportando más peso del razonable. Había libros encimados, uno puestos de canto, otros de perfil, algunos acostados, otros parados, otros en cantilever, y unos cuantos haciendo equilibrio para no caerse, aquello parecía un autobús urbano en hora pico.

Un día decidí ponerle arreglo al asunto y comencé a buscar libreros. Después de ver modelos y precios, comprobé que los que había “en existencia”, me parecían caros y no me dejaban del todo satisfecho, así que me pareció más interesante la idea de diseñar uno a mi gusto. Lápiz, papel y una dosis de creatividad, fueron suficientes para tener lo que me parecía, el mejor librero posible. Recurrí a un amigo con buen oficio mueblero y confiando en él, le di los croquis para que me hiciera, no uno, sino 3 libreros iguales. Aceptó el reto con entusiasmo y me despedí elevando los ojos al cielo, y (como en anuncio de “Melate”) pensando: “Ya me vi.”

Un mes después los muebles llegaron a casa. Cada librero visto de frente tiene 5 entrepaños a diferentes niveles. Si se le ve de costado, verá que la base es la parte más ancha del mueble, y conforme toma altura, se va haciendo angosto hacia la parte de atrás. Hasta aquí nada pareciera salirse de control, el único detalle que lo hace altamente disfuncional (y aquí es donde viene la principal confesión), es que diseñé los espacios para los libros de diferentes medidas, siendo los de arriba más pequeños y conforme van bajando se van haciendo mayores. 

Si estos libreros fueran estantería para Galerías el Triunfo o Walmart, serían un diseño fenomenal, porque los objetos grandes irían abajo y los chiquitos arriba, lejos del alcance de los niños y acorde a toda lógica. Pero en literatura la regla no aplica. Pues regularmente los libros se acomodan por temas, géneros o autores, y no por tamaños. 

Todo esto se los comento, por si algún día viene por la casa y quiere buscar un libro. No espere encontrar el Sistema de Clasificación Decimal Dewey, ni rótulos en los estantes como pudiera ser en una librería de medio pelo, aquí para encontrar un libro rápido, es preciso conocer de qué tamaño lo imprimieron, y así intuir en cuál nivel cupo.

Así las cosas con los libreros y el nuevo sistema de acomodo, ahora lo mismo conviven el “Fuenteovejuna” de Lope de Vega, con la guía de “Vinos para Dummies”, y el “Don Quijote de la Mancha” con la “Guía de Dinosaurios de la A a la Z”, todo ello, por haber sido publicados en formato parecido.   

Con frecuencia incurro en la cuestionable práctica de prestar libros, y a veces hasta los regalo, no me molesta, por el contrario, soy de la idea de que es mejor que circulen a que se empolven, aunque siempre prefiero que regresen. Pero por si acaso, viene y no estoy, si busca en mis libreros no se desespere, tómelo con calma, ya que por pura proximidad, se puede llevar la  grata sorpresa de encontrar un buen libro que no buscaba.