viernes, 25 de abril de 2014

Historias de la cocina I (Haciendo salsas con mi hijo)

Cuando pongo a asar tomates y chiles en el comal de la estufa, me acuerdo de mi abuelita  Maye.  Directo sobre las hornillas ponía  un par de jitomates  y 4 o 5 chiles serranos.  En el molcajete molía primero un diente de ajo con sal y después ponía los  chiles y al final los jitomates cuando estaban totalmente asados.  Esa fue la primera salsa que aprendí a preparar.
Hoy preparé varias salsas. Lo que más me gustó fue que mi hijo me ayudó en todo el proceso.
Pocas cosas disfruto tanto como compartir con mis hijos lo que me gusta y enseñarles para  que también lo sepan hacer. A mi me encanta cocinar, y desde muy pequeños, los hijos aprenden a imitar todo lo que hacemos.
-          Hijo, me ayudas a hacer unos chilaquiles, necesito ayuda porque voy a preparar 4 salsas, ¿quieres aprender?
-          ¡Si!  - contesta entusiasmado porque me va a ayudar a cocinar.
Lavamos chiles serranos, chiles habanero y  jitomates y los pusimos sobre el comal. Como mi hijo es pequeño lo debo ir guiando en todo el proceso.
-          Lávate las manos, Pablo, es lo primero que hace todo cocinero.
-          Las traigo limpias... – me dice como pensando “A ver si pega…”
-          Andabas jugando en el suelo, si me vas a ayudar te las tienes que lavar.
De mala gana pero accede.
-          Saca unos limones del refri…
-          ¿Cuántos? – me pregunta.
-          Algunos…
-          ¿Algunos?
-          Unos 5 o 6…
-          ¿5, o 6?
-          6, pues.

Aquí me viene a la mente que mi hijo en ese detalle salió a su madre, requieren cantidades, pesos y medidas de cada ingrediente.
-          Parte los limones y quítales  las semillas.
-          ¿Para qué son?
-          Vamos a hacer 4 salsas distintas y una de ellas lleva limón.
Mientras tanto yo volteaba tomates y chiles que se iban asando procurando que se pusieran negros  lo más parejo posible.
-          ¿Te ayudo a voltearlos?
-          Cuando termines con los limones… pero así no, espera…  los limones se parten al otro lado…
-          Está bien, yo puedo solo.
Con el resto de ingredientes asados, continuamos la labor.
-          Ya acabé con los limones
-          Ahora los vas a exprimir y todo el jugo debe caer en este recipiente ,  “Adentro”
-          Si, ya lo se…
La primera salsa que haremos es de puro tomate, así que esa es especial para ti que no comes tanto chile.
-          Ayúdame a poner los tomates en la licuadora.
-          ¿cuántos? – me pregunta preocupado por seguir correctamente las instrucciones.
-          4
-          Le ponemos un poco de agua y tantitos polvos mágicos (knor tomate) …
-          ¿La puedo encender?, me dice con el dedo en el botón de la licuadora…
-          ¡No!… Espérate a que le ponga la tapa,
-          ¿Es peligroso hacerlo sin la tapa?
-          Muy peligroso… tu mamá nos puede matar a los dos.
-          Ahora si, enciéndela y cuando la enciendas cuentas hasta 3 y la apagas
-          ¿Por qué?
-          Porque así queda más rica, para que no se licúe tanto, listo ¡Enciéndela! (uno, dos, tres) listo ya, ¡Apágala!
-          ¿y ahora?
-          Ahora picamos cebolla
-          ¿Te puedo ayudar?
-          No
-          Pero ya se partir limones,
-          Pero cebolla no, hasta que tengas 8 años.  Además ya la tenía picada, la vamos a poner a freír con aceite y cuando esté suave le vamos a verter la mezcla de la licuadora.
-          ¿Y los limones?
-          Esos son para otra salsa.

Mientras esto ocurría el resto de los chiles y tomates se ponían cada vez más negros en el comal.

-          Ahora si, ya está la cebolla lista, le vertemos lo que licuamos y lo dejamos a que hierba un poquito, y ya, tendremos una riquísima salsa para hacer tus chilaquiles.
-          Ahora la otra…  en la licuadora ponemos los chiles habaneros.
-          ¿Cuántos?
-          Todos…  (una salsa picante, pero comible puede hacerse con el mismo número de chiles que de tomates) ponlos en la licuadora, le ponemos un poquito de agua y más polvos mágicos… tantita sal  y ¿qué nos falta? -  Le pregunto antes de que se le ocurra encender la licuadora destapada.
-          La Tapa
-          Exacto, la tapa,   ahora  ¡Enciéndela¡ (uno, dos, tres)   y listo… apágala.
-          ¿Por qué no te gusta que quede tan licuada?
-          Para que parezca que la hicimos en un molcajete
-          Esta ya está lista, ahora vamos por la siguiente
-          Ya llevamos 2, la que no pica y la que pica mucho… ¿y los limones?
-          ¿ya terminaste de exprimirlos?
-          No,
-          Pues ándale… - lo apuro para que termine.
-          Es que me distraes mucho papá…
-          Vamos a poner los últimos tomates en la licuadora, y ahora los chiles serranos
-          ¿todos?
-          No, solo la  mitad (8), la otra mitad, los vamos a usar para la última salsa.
-          ¿También le vamos a poner polvos mágicos?
-          Si pero ahora de los amarillos (Knor suiza) y un chorrito de agua para que se disuelva (preferentemente caliente)
-          Y la tapa
-          Claro y la tapa, y ahora si, Enciéndela… (uno, dos, tres) y listo, la apagas.  Ya tenemos 3 salsas, solo nos falta una.
-          La de los limones….
-          Claro, ya está el jugo, me dice orgulloso de haber hecho correctamente su tarea.
-          Ya, bueno, le ponemos tantita salsa de soya.  Y los chiles serranos que nos quedaron en el comal, los vamos a picar en rebanaditas y los echamos en el jugo del limón y les ponemos un poquito de sal en grano.  Esta salas ya está terminada, pero todavía no está lista, la tenemos que dejar cuando menos una hora macerando para que sepa mejor.
-          Bien, hijo, pues me ayudaste muy bien,
-          Ahora si tenemos  4 salsas, una que no pica y tres que si pican, ya estamos listos para preparar cualquier platillo, ¿Qué quieres que te haga de desayunar?
-          Un cereal…
-          ¿Un qué?
-          Un cereal con leche…
-          ¿no quieres unos chilaquiles con queso, crema y bañados con la salsa que hicimos?
-          No, quiero un cereal y un yakult.
-          ¿Cuándo menos dime si te gustó hacer salsas conmigo?
-          Si,  si me gustó, ¿Por qué lo preguntas, papá?

-          Nomás, hijo, nomás…