miércoles, 25 de abril de 2012

El candidato perfecto.

El candidato perfecto, señoras y señores, no existe. Lo comento, por si alguno de ustedes lo ha estado buscando o esperando en su localidad. Seguramente ustedes ya lo sabían, pero yo me acabo de enterar. Resulta que la semana pasada programé unas vacaciones (quizá yo no las merecía, pero ustedes si, por eso no escribí nada el jueves pasado, yo de que me voy, me voy,  con decirles que el teléfono lo guardé el lunes, y lo saqué el viernes, bueno, volvamos al tema).  Estos siete días atípicos en mi agenda, me permitieron hacer algunas actividades que generalmente no realizo, entre ellas, ver algo de televisión abierta y escuchar estaciones de radio distintas a las usuales, (aquí viene mi reacción) ¡Santas Campañas, Batman!  ¡Qué nivel tan bajo de política está saliendo a la luz!

Un señor, está todo el día chingue y jode con que ya cumplió todos sus compromisos, luego sale la pandilla de enfrente y dicen: que el señor dice puras mentiras porque les faltaron algunos compromisos por cumplir, y que los que cumplió los cumplió a medias. Luego sale otro señor diciendo que él es el que tiene más experiencia (porque también es el que tiene más años) y finalmente sale otro diciendo que él si trae propuestas (no como los otros), pero la verdad es que a este último casi nadie lo pela.

Los analistas y comentaristas políticos están haciendo notas y análisis de cada paso que dan los candidatos, y he podido escuchar desde los más objetivos y sencillos hasta los más bizarros y alucinados.  De las encuestas mejor ni hablamos porque para mí las únicas confiables son las del INEGI, que por suerte no tocan el tema de las campañas.

Pero hay un ente, señoras y señores, que está a la constante expectativa de lo que sucede y que hasta ahora, pocos analistas han volteado a ver, este es: El Pueblo de México. “¿Qué dice el público” diría Don Francisco.

Una buena parte del público, del pueblo, del vulgo, de la raza, y de los cuates con los que he podido platicar el tema, tiene un denominador común. Ningún candidato les llena el ojo.  Que si hablamos del Peña Nieto, no les gusta (bueno a algunas señoras sí) que porque ni sabe hablar en inglés ni sabe leer en español.  Que si hablamos de Vázquez Mota, que no porque se marea en los eventos,  hace esperar a la gente y que su equipo de trabajo es un relajo. Que si hablamos de López Obrador, que no porque se pasó del negro al blanco, y  de lo profano a lo amoroso de un sexenio para otro y que ese cuento, ni quién se lo crea. Que si hablamos de Quadri, (bueno honestamente de este cuate, ni siquiera hablamos) Y lo más terrible, que ninguno dice claramente cuáles son sus propuestas.

Pues ¿Qué creen?, que todos tienen propuestas, pero mucha gente no las conocemos. En principio, porque tienen más difusión los pleitos y los golpes bajos, que las propuestas serias. Segundo, nosotros como pueblo, no estamos haciendo mucho por enterarnos de cuáles son estas propuestas, sin embargo, visitando los sitios oficiales (que el amigo Quadri, ni a eso llega, o al menos yo no lo encontré) podremos ver que cada uno tiene sus propuestas formales y mucha información que bien nos convendría revisar.  (anexo las ligas, por si a alguno le interesa) http://josefina.mx/    http://enriquepenanieto.com/   http://www.amlo.org.mx/

Muchos quisiéramos tener candidatos perfectos, impolutos, capaces, honestos, en fin, candidatos de primera. Y yo me pregunto ¿Acaso nosotros, somos ciudadanos de primera? ¿Acaso somos ciudadanos con un nivel de auto exigencia, así como quisiéramos ver a nuestros candidatos? O resulta que nos hemos vuelto muy buenos para exigir, a tal grado que ya nada nos gusta.

De pronto me imagino que es como si uno llegara a un restaurante y preguntara por los desayunos:

-          ¿Tiene algo para desayunar?

-          Claro, tenemos menudo con chile colorado

-          No, gracias, tiene mucha grasa y está hecho con partes de la vaca que no quiero ni imaginar.

-          Bueno, también tenemos huevito con chorizo.

-          ¿Y el chorizo es de puerco o de pavo?

-          De puerco, y se los sirvo con frijoles refritos con manteca de puerco también.

-          Ni pensarlo, es un atentado a mis arterias.

-          Bueno también le puedo hacer un sandwich de jamón.

-          ¿Y el pan es integral o blanco?

-          Blanco y se lo sirvo con lechuga y tomate

-          No gracias, el pan blanco engorda y las verduras no creo que están bien desinfectadas

-          Bueno si quiere le hago unos hot cakes,

-          Pues si son light y con harina importada sí, porque los de marca nacional me hacen sentir envarado y también engordan mucho.

¿Será que en este hipotético restaurante no hay buena comida, o será que nos hemos vuelto exagerada y absurdamente críticos y exigentes?

En el caso de los candidatos, creo que nos pasa igual, como ciudadanos de primera, debemos hacer algo más que escuchar anuncios en los medios y decir que no hay a cuál irle. Considero que debemos informarnos, y luego discutir el tema con gente a nuestro alrededor, escuchar otros puntos de vista, formar criterios y asumir el compromiso que implica tomar una decisión.

Para bien o para mal, no hay más de dónde escoger. Las tres alternativas se nos ponen en la mesa con todos sus defectos, pero también con todas sus virtudes (que también convendría conocer).  El futuro de nuestro país, no debe estar en el poder de los partidos políticos, debe estar en los ciudadanos.

Cuando el poder se va al lugar equivocado, suceden cosas como lo que está sucediendo en el IFE, El día de hoy se estuvo debatiendo sobre cómo se  debe hacer un debate, (creo que eso sólo en México sucede).  AMLO propuso algo que me parece muy sensato, deberían restringir sólo la misma cantidad de tiempo y que cada candidato haga con su tiempo lo que considere más conveniente. Ah no, pero el IFE, quiere regular el tiempo, el tema, el apoyo visual, el apuntador, las hojas para tomar notas, las tarjetas previamente preparadas, y casi creo que hasta el color de los calcetines.  

Hagamos que la voz del pueblo cada vez se escuche más, y procuremos que esta voz sea una voz informada e inteligente.  Ignoro si algún día tendremos candidatos de primera, yo lo que deseo es que poco a poco, nos convirtamos en ciudadanos de primera.












miércoles, 11 de abril de 2012

Vacaciones en casa, agotadoras, pero hermosas.

Vacaciones en casa, agotadoras, pero hermosas.

No acostumbramos salir de vacaciones durante la Semana Santa. Los sitios turísticos suelen estar atiborrados, así como los restaurantes, hoteles y balnearios, y como en mi familia somos refractarios a las aglomeraciones, decidimos disfrutar de la hermosa Guadalajara, que durante ese período vacacional, lució todavía mejor.

Mis días comenzaban alrededor de las 7:30 de la mañana. Mi papá sabiamente me habría recomendado – No tiene caso hacer pendejadas tan temprano - y tiene razón, sin embargo no era por iniciativa propia abrir los ojos con el alba, sino que mi hijo de 4 años suele demandar atención desde esa hora.
-          Papá, ¿Me das leche?
Y yo que estaba programado mentalmente para despertarme un poquito más tarde, a esa  hora no distinguía si en verdad alguien me hablaba o aquella voz provenía de un sueño.  Como es natural, hice caso omiso a la demanda.  Ah, pero si hay algo que los hijos no perdonan es que los ignoren.

-          Pa – páaaa, -  me insiste poniendo su cara a medio centímetro de la mía. Siento su aliento.

-          Maaandeee – dije arrastrando la voz y todavía sin abrir los ojos. Con el temor de que al abrirlos, por allí se me escapara el poco sueño que me quedaba.

-          Quiero leche.

-          Es muy temprano, hijo, espérate un poquito…

-          Es que tengo mucha sed

-          Pues sírvete tantita agua…

Y aquí el puchero y las palabras pujadas, comienza a tomar forma en la base de la garganta

-          Eees que quieeero leeeeche…

-          Ándale pues.
Levantarte a preparar una leche, antes de las 8:00am implica que no puedas volver a pegar los ojos. Porque con el timbre del horno de microondas, o con la puerta del refrigerador, se despierta mi otro angelito de 6 años y con eso tengo para el resto de día.

-          Papá, ¿podemos prender la tele?  - me dice mi niña.

-          Si, pero bajito porque me quiero volver a dormir – lo dices con la esperanza de volver a la cama; sino a dormir, cuando menos a retomar el libro que deje a medias hace un par de días.  Y antes de que el otro becerrito se termine el vasote de leche, que ganas no me faltan de preparárselo con atole.

-          Ay, papá, acompáñame a ver una película

-          No hijita, es muy temprano.

-          Nada más le haces caso a mi hermano y a mí no – me lo dice con una voz que casi parece de sufrimiento por abandono.

-          Ándale pues, ¿qué vamos a ver?

-           “La Sirenita”

-          ¡¿OTRA VEZ?!

-          Está bien bonita, y hace mucho que no la vemos

-          Si, pero la hemos visto como treinta veces.

-          Porfi… porfis… porfis…

Y así comienza tu primer día de vacaciones cuando todavía no son las ocho de la mañana, ya estás viendo “La Sirenita” por enésima vez, con todo y su pescadito amarillo que no entiendo cómo le hace para hablar y respirar fuera del agua, pero en fin.

Con cinco minutos de película, sentí que los párpados se me cerraban  y comencé  a ver todo borroso. En virtud de que mi hija no se percataba de mi somnolencia, quise aprovechar para dormitar otro rato, y justo cuando el sueño me estaba venciendo llegó mi pequeño vástago como becerro recién amamantado.
-          Papá, ya me acabé la leche, ¿me prestas tu teléfono para jugar?

-          No.

-          ¿Por qué no?

-          Porque no, es muy temprano para que estés jugando con el teléfono.

-          Ya sé, - comenta emocionado - ¿Entonces me acompañas a jugar con mis carritos…?

-          Olvídalo, agarra el teléfono…

Hace mutis con una pícara sonrisa en los labios, sabedor de que logró lo que quería y se desaparece un buen rato, generalmente hasta que el teléfono se queda sin pila.

                En ese tenor transcurre una buena parte de la mañana:

-          Papá ¿jugamos con el wii?  - me dice mi hijo, cuando ve que al teléfono casi le sale humo.

-          No.

-          Mi hermana ya vio mucho la tele, ahora sigo yo.

-          Tienes razón. Hija, sigue tu hermano de ver la tele, préstasela… y yo mientras voy a retomar mi libro.

-          Está bien, - dice mi hija – Papá, ¿vas a leer?

-          Si

-          ¿Me lees un cuento?

-          No, quiero leer mi novela…

-          Es que te vas a tardar mucho, ¿Qué te parece si mejor pintamos?

-          Ándale pues… pintemos.

Y así transcurre otro rato del día, mientras mi libro sigue esperándome en el buró. Terminamos de comer en familia y cuando pasa por mi mente la disyuntiva entre tomar una siesta o sentarme finalmente a leer al menos un capítulo de mi novela, mi hijo tiene una brillante idea:

-          Papá, ¿jugamos dominó?

-          Hijo, eres el único niño que toma leche y juega dominó, algo no anda bien con tu desarrollo.

-          Andale, ¿si?, ¿jugamos? ¿jugamos?

-          Ándale pues… juguemos

Y así se nos pasa otro rato jugando varios juegos de mes en los que mi niño deja ver que el valor de la honestidad, apenas lo está aprendiendo

-          Pablo, eso que hiciste es trampa.

-          Nooo – contesta más que sorprendido, extrañado de la acusación.

-          Claro que si, ya perdiste.

-          No, en este juego no se vale perder – argumenta contundentemente en su defensa y me deja sin palabras, pensando en lo que dijo:  “en este juego no se vale perder”

-          Mejor dejemos los juegos de mesa por la paz y váyanse a ver la tele – los conmino con el ánimo de volver a mi anhelada lectura.

-          No, papá, - dice mi niña luciendo el rostro de quien acaba de tener una gran idea - Mejor vamos al parque y sacamos a pasear a Tina… (refiriéndose a nuestra perrita, no confundir con la chica de la limpieza quien a pesar de llevar el mismo nombre que nuestra mascota, no requiere que la saquemos a pasear).

-          Hijita, son las cuatro de la tarde, el sol cae a plomo, hace muchísimo calor…

-          Porfis… porfis… porfis…

-          Ándale pues, saquen cachuchas para todos –  y allá vamos al parque.

Ya cayendo la noche, les pido a mis hijos un momento de descanso que a leguas se ve que ellos también lo necesitan.

-          Papá, ¿tienes ganas de leer?

-          Si, hijita, desde en la mañana… por eso necesito que ya se vayan a dormir.

-          Ya sé, papá ¿Por qué no te vas al cuarto con nosotros y nos lees un cuento?

Dócilmente prefiero aceptar la propuesta que iniciar una confrontación.  Y así nos vamos hasta que caen rendidos en brazos de Morfeo. Finalmente me retiro a mi habitación donde también encuentro rendida a mi linda esposa.

-          Ya me voy a dormir – le digo con los párpados a media asta.

-          ¿Qué no ibas a leer? ¿no que estabas tan picado con la novela?

Volteo al buró y ahí está esperándome una emocionante historia. La tomo en mis manos, la sopeso en todo lo que representa y la vuelvo a dejar sobre el buró.

-          Si estoy picado con la historia, pero sabes una cosa, ya habrá tiempo de leer, porque la novela aquí la voy a tener siempre, y a mis hijos no. Dentro de 2 o 3 años ellos ya no van tener ganas de  jugar dominó conmigo, ni de pintar, ni de ir al parque, ni de jugar a los carritos, quizá ni de ver la tele juntos, así que si no los aprovecho ahora, cuando eso pase, me voy a arrepentir enormemente de haber leído tanto.

miércoles, 4 de abril de 2012

En sus marcas… listos… ¡FUERA!

Comienzan las campañas para la carrera presidencial, comienza la Semana Santa y comienzan las vacaciones. Pasearse por nuestro país en estos días es altamente excitante, por ejemplo si visitas una playa deberás estar dispuesto a ir por la carretera a vuelta de rueda. Tan pronto como tomes una avenida que te saque de la ciudad, te darás cuenta de que no fuiste el único al que se le ocurrió salir de vacaciones.

Si logras llegar a la playa, notarás que aquello parece un centro comercial en un sábado por la tarde. Si entre tus planes estaba previsto el descanso, será en este momento cuando pienses:  -¿Por qué no nos quedamos en la casa?, Ya estaríamos viendo películas… - pero no dices nada, porque no quiere que nadie descubra que estás arrepentido.

De pronto tu niño te pregunta: - Papá, ¿Por qué esta playa no tiene arena? -  y tu resignado le respondes: – Si tiene hijo, pero está debajo de la gente.

Conforme te acercas a la playa y no encuentras lugar disponible, decides que es mejor ir a una alberca. La primera dificultad es encontrar la alberca y una vez que lo haces, descubres que tampoco fuiste el único al que se le ocurrió.

Después de un rato logras apropiarte de una silla o camastro donde pretenderá descansar la familia entera, encimados o por turnos.  No acabarás de acomodarte cuando pasará alguien ofreciéndote cocteles de mariscos, tejerte trenzas, venderte pulseras de colores o darte una vuelta trepado en la banana o en el paracaídas. Así serán los dos o tres días que estés ahí.

Si por el contrario decidiste quedarte en la ciudad y aprovechar los días santos para visitar algún templo seguramente te tocará ver una representación del  “Vía crucis” en vivo, habiendo iniciado con el lavatorio de pies, el juicio del Mesías, y finalmente latigazos, corona de espinas, fariseos y romanos al por mayor. Morbosidad  y por momentos fanatismo garantizados.  

Ahora que si las playas están llenas, los templos lo están todavía más, pero a diferencia de las playas estos no están al aire libre, así que no esperen que al entrar huela a lavanda. Más bien concéntrate en el objetivo de tu visita y no te distraigas con todo lo que puedes ver en el interior, ya que podrás encontrar gente haciendo penitencia, avanzando de rodillas hasta el altar, flagelándose la espalda, cargando fardos con espinas y  rezando rosarios. Fuera de los templos, el ambiente es muy distinto, pues la gente aprovecha los tumultos para poner a la venta todo tipo de antojitos mexicanos.

Mientras estos dos contrastantes fenómenos ocurren en nuestro país, los candidatos a la presidencia de la república están haciendo lo posible por robar cámara y micrófono en todos lados, tan pronto dijeron “Arrancan” y ahora los vemos hasta en la sopa. Lo que me llama la atención es que se sobrevaloran tanto a sí mismos, que pareciera que los cuatro son lo máximo (según ellos mismos claro está)  si los juntáramos y los hiciéramos trabajar en equipo, podríamos tener la versión mexicana de los cuatro fantásticos, pero creo que eso también es imposible, porque si le preguntas a cualquiera de ellos por los otros tres te dirán que ninguno los merece. De momento lo que más ha salido a relucir, es que tenemos un candidato reciclado que promueve un amor a toda costa. Tenemos también a una señora que por momentos pareciera que se quiere convertir en la mamá de todos los mexicanos. Hay otro candidato que se siente un cromo de lo bonito  que está y por último a un señor cuya fisonomía  me recuerda a los personajes de Andrés Bustamante.  Todos ellos en pleno uso de sus derechos haciendo su luchita por ganar la confianza de la gente.  ¿Quién tendrá las mejores propuestas?,  ¿Será que las tienen?  O ¿Será que ante el bombardeo de publicidad ya ni les ponemos atención?, ¿Qué tal papel están haciendo los medios de comunicación?...  muchas respuestas todavía en el aire, pero no deben ser por ahora motivo de agobio.

Ahora que si está usted de viaje en nuestro país y no quiere ir ni a playas ni a templos aquí le tengo otra alternativa: visite alguna de las grandes ciudades como México, Guadalajara o Monterrey, ya que por estas fechas el flujo vehicular disminuye tanto que el asfalto de las calles se pueden ver, y los autos pueden circular a más de 40km/h.   Ahora que si lo que quiere es convivir con gente oriunda de estas tres ciudades, tendrá que irlas a buscar respectivamente a Acapulco, a Vallarta o a McAllen (con su variable de la isla del Padre).

¿Tiene ganas de probar un buen corte de carne? No tendrá problema en encontrar un restaurante donde se lo vendan a pesar de la vigilia, seguramente mientras se la sirven el mesero le dirá que el infierno no existe y el purgatorio menos. Ahora que si lo que quiere comer son pescados y mariscos, tendrá que esperar por horas a que le asignen una mesa. No se sorprenda si el servicio es malo, seguramente el mesero le dirá: - Es que no nos damos abasto, jefecito, pero si viene en dos semanas, ya verá que bien lo vamos a atender.

Bello mi país, bella su gente. Un saludo enorme desde mi México, a todos aquellos que leen esta columna allende nuestras fronteras. Me emociona pensar que ojos de Centro y Sudamérica estén semanalmente pendientes de esta publicación. Un abrazo sincero a los lectores que desde España me siguen semanalmente y sobre todo a quienes viviendo en un país con un idioma distinto al español, están pendientes “como cada jueves”  Saludos especialmente a quienes me leen en Estados Unidos, Canadá, Rusia, Austria, Inglaterra, Alemania, Irlanda, Bélgica e Indonesia, quiero imaginar que el idioma nos acerca y nos recuerda que paisanos en tierra de extraños, somos como hermanos. Aquí nos vemos la próxima semana “como cada jueves” 

Twitter:  manuelhgil