Si logras llegar a la playa, notarás que aquello parece un
centro comercial en un sábado por la tarde. Si entre tus planes estaba previsto
el descanso, será en este momento cuando pienses: -¿Por qué no nos quedamos en la casa?, Ya estaríamos
viendo películas… - pero no dices nada, porque no quiere que nadie descubra que
estás arrepentido.
De pronto tu niño te pregunta: - Papá, ¿Por qué esta playa
no tiene arena? - y tu resignado le
respondes: – Si tiene hijo, pero está debajo de la gente.
Conforme te acercas a la playa y no encuentras lugar
disponible, decides que es mejor ir a una alberca. La primera dificultad es
encontrar la alberca y una vez que lo haces, descubres que tampoco fuiste el
único al que se le ocurrió.
Después de un rato logras apropiarte de una silla o camastro
donde pretenderá descansar la familia entera, encimados o por turnos. No acabarás de acomodarte cuando pasará
alguien ofreciéndote cocteles de mariscos, tejerte trenzas, venderte pulseras
de colores o darte una vuelta trepado en la banana o en el paracaídas. Así
serán los dos o tres días que estés ahí.
Si por el contrario decidiste
quedarte en la ciudad y aprovechar los días santos para visitar algún templo
seguramente te tocará ver una representación del “Vía crucis” en vivo, habiendo iniciado con el
lavatorio de pies, el juicio del Mesías, y finalmente latigazos, corona de
espinas, fariseos y romanos al por mayor. Morbosidad y por momentos fanatismo garantizados.
Ahora que si las playas están
llenas, los templos lo están todavía más, pero a diferencia de las playas estos
no están al aire libre, así que no esperen que al entrar huela a lavanda. Más
bien concéntrate en el objetivo de tu visita y no te distraigas con todo lo que
puedes ver en el interior, ya que podrás encontrar gente haciendo penitencia,
avanzando de rodillas hasta el altar, flagelándose la espalda, cargando fardos
con espinas y rezando rosarios. Fuera de
los templos, el ambiente es muy distinto, pues la gente aprovecha los tumultos
para poner a la venta todo tipo de antojitos mexicanos.
Mientras estos dos contrastantes
fenómenos ocurren en nuestro país, los candidatos a la presidencia de la
república están haciendo lo posible por robar cámara y micrófono en todos
lados, tan pronto dijeron “Arrancan” y ahora los vemos hasta en la sopa. Lo que
me llama la atención es que se sobrevaloran tanto a sí mismos, que pareciera
que los cuatro son lo máximo (según ellos mismos claro está) si los juntáramos y los hiciéramos trabajar en
equipo, podríamos tener la versión mexicana de los cuatro fantásticos, pero
creo que eso también es imposible, porque si le preguntas a cualquiera de ellos
por los otros tres te dirán que ninguno los merece. De momento lo que más ha
salido a relucir, es que tenemos un candidato reciclado que promueve un amor a
toda costa. Tenemos también a una señora que por momentos pareciera que se
quiere convertir en la mamá de todos los mexicanos. Hay otro candidato que se
siente un cromo de lo bonito que está y
por último a un señor cuya fisonomía me
recuerda a los personajes de Andrés Bustamante. Todos ellos en pleno uso de sus derechos
haciendo su luchita por ganar la confianza de la gente. ¿Quién tendrá las mejores propuestas?, ¿Será que las tienen? O ¿Será que ante el bombardeo de publicidad
ya ni les ponemos atención?, ¿Qué tal papel están haciendo los medios de
comunicación?... muchas respuestas
todavía en el aire, pero no deben ser por ahora motivo de agobio.
Ahora que si está usted de viaje
en nuestro país y no quiere ir ni a playas ni a templos aquí le tengo otra
alternativa: visite alguna de las grandes ciudades como México, Guadalajara o
Monterrey, ya que por estas fechas el flujo vehicular disminuye tanto que el
asfalto de las calles se pueden ver, y los autos pueden circular a más de
40km/h. Ahora que si lo que quiere es
convivir con gente oriunda de estas tres ciudades, tendrá que irlas a buscar
respectivamente a Acapulco, a Vallarta o a McAllen (con su variable de la isla
del Padre).
¿Tiene ganas de probar un buen
corte de carne? No tendrá problema en encontrar un restaurante donde se lo
vendan a pesar de la vigilia, seguramente mientras se la sirven el mesero le dirá
que el infierno no existe y el purgatorio menos. Ahora que si lo que quiere comer
son pescados y mariscos, tendrá que esperar por horas a que le asignen una
mesa. No se sorprenda si el servicio es malo, seguramente el mesero le dirá: -
Es que no nos damos abasto, jefecito, pero si viene en dos semanas, ya verá que
bien lo vamos a atender.
Bello mi país, bella su gente. Un
saludo enorme desde mi México, a todos aquellos que leen esta columna allende
nuestras fronteras. Me emociona pensar que ojos de Centro y Sudamérica estén semanalmente
pendientes de esta publicación. Un abrazo sincero a los lectores que desde
España me siguen semanalmente y sobre todo a quienes viviendo en un país con un
idioma distinto al español, están pendientes “como cada jueves” Saludos especialmente a quienes me leen en
Estados Unidos, Canadá, Rusia, Austria, Inglaterra, Alemania, Irlanda, Bélgica
e Indonesia, quiero imaginar que el idioma nos acerca y nos recuerda que
paisanos en tierra de extraños, somos como hermanos. Aquí nos vemos la próxima
semana “como cada jueves”
Twitter: manuelhgil
2 comentarios:
Tienes razón en todo... por eso, este año me abstuve de los templos....y de los candidatos, por supuesto que ni escucho los mensajes...y, como la playa no me llama la atención, dediqué la semana a mi familia y a mis amigas, por turnos, claro está...
Espero que no hayas pasado tooooodaaas las vacaciones, haciendo lo que los peques pidieron!...digo... , me parece que es necesario establecer límites para que vayan aprendiendo a entender que los papás también necesitan tiempo para sí mismos y sus respectivas parejas.
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