jueves, 19 de septiembre de 2013

¿Dónde quedó "El Respeto al Derecho Ajeno"?

El grito de independencia 2013
¿Alguien sabe dónde quedó “El Respeto al Derecho Ajeno”?
Cuando aprendí la frase estaba en primero de primaria, reconozco que tardé en comprenderla. Con los años me he dado cuenta de que algunos de nuestros gobernantes todavía no la comprenden, o lo que es peor, no les merece el menor respeto y con sus acciones dejan ver que no les importa.
El zócalo de la Cd. De México, ocupado durante casi un mes por líderes y miembros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) que protestaban exigiendo sus derechos, fungió como dormitorio de miles de personas. El corazón de nuestro país fue convertido en un tianguis, en un dormitorio, en una vergüenza para quienes sentimos algo de respeto por nuestras instituciones y por los bellos edificios que conforman el primer cuadro del centro histórico de México. Si embargo, y aunque me duela decirlo, estaban haciendo valer su derecho a manifestarse y ahí en el zócalo, es donde menos daño hacían. Pero durante este tiempo los manifestantes también marcharon por las calles y afectaron a miles de ciudadanos, perjudicaron negocios y trabajadores al por mayor, dañaron edificios y monumentos que forman parte de nuestra historia y por si esto fuera poco, en más de una ocasión bloquearon el aeropuerto internacional y se hicieron dueños de la cámara de diputados. En otras palabras no tuvieron el más mínimo “Respeto al derecho ajeno”. Mientras todo esto sucedía la autoridad fingía demencia, (quizá no fingía).
El 13 de septiembre, a dos días de que el Presidente de la República debía dar el grito de independencia, el zócalo fue desalojado por la fuerza. Con esta acción a mí me queda clara una sola cosa: Los manifestantes pueden dañar a la ciudad y a la ciudadanía hasta el nivel que gusten, la autoridad no los molestará.  Pero como ya llegó el momento en que  el Señor Presidente tiene que salir al balcón, entonces es momento de usar toda la fuerza del estado. Sus prioridades están muy claras, Señor Presidente, sus actos dejan ver que lo único que le interesa es lo que refleja su espejo. 
Por favor no salga ningún político a declarar que el desalojo del zócalo se hizo porque “El Grito” y el desfile militar son una fiesta del pueblo. Nada de eso, lo que es del pueblo es el derecho a transitar por las calles libremente, el derecho a llegar a su trabajo y a sus compromisos sin que una turba obstruya las calles, el derecho a abordar un avión a tiempo sin que nadie interfiera en su camino al aeropuerto, el derecho a la conservación de sus edificios y monumentos públicos… A mi me parece que la ceremonia de “El Grito” era una fiesta del Presidente y sus amigos, que les urgía verlo en el balcón del palacio, tañendo la campaña y ondeando la bandera, quizá no consideraron que a los ojos de muchos mexicanos, (muchos más de los que ese día ocupaban la plaza) nuestra bandera al Señor Presidente, le queda grande.
¿De qué sirven tantas imágenes de Juárez en los edificios de gobierno si nadie sabe dónde quedó “El Respeto al Derecho Ajeno”?



miércoles, 11 de septiembre de 2013

Señores Legisladores:

Señores Legisladores:
Yo también soy Mexicano. Pero aclaro que no me siento representado por ustedes. Por el contrario, me siento víctima de un gobierno que pretende cobrarme impuestos por mandar a mis hijos a un colegio privado. ¿Qué conflicto tienen con eso, si al hacerlo soy un problema menos para el estado?
Tampoco me identifico con un gobierno que pretende gravar con más impuestos a los que ganan más. ¿Acaso quienes trabajamos no podemos aspirar a tener un desarrollo profesional y con ello una mejor calidad de vida? ¿Es acaso un impuesto al progreso personal y profesional?
Los problemas de México se pueden resolver, eso está claro,  pero también se pueden maquillar, y ustedes conocen bien la diferencia. La educación y el empleo son los dos pilares en los que se cimenta el progreso de cualquier persona. Sin una educación de calidad y un empleo digno y bien remunerado, difícilmente alguien puede alcanzar su desarrollo personal. Lo mismo le pasa a un país cuando no tiene calidad en la educación ni promueve la generación de empleos, está condenado al subdesarrollo económico.
No intenten confundir a una sociedad que cada día está mejor informada y es más participativa, no intenten comprar la conciencia de la gente haciéndole creer que el gobierno en turno resolverá los problemas de los más necesitados. No insulten la inteligencia de los mexicanos con discursos populistas y demagógicos. Hablen con la verdad. Tengan el valor de decir lo que piensan. Reaccionen como individuos, dignifiquen su papel como legisladores.
México necesita líderes que sepan distinguir entre aquello que beneficia al país, y aquello que lo perjudica. Distinguir lo que nos hace progresar como nación, de lo que nos ancla o nos regresa al pasado. Necesitamos líderes que actúen congruentemente, estimulando lo que nos hace bien y señalando lo que nos hace mal para que se persiga y se castigue.
Somos muchos los mexicanos que cada día trabajamos para tener una mejor calidad de vida para nosotros y nuestras familias, que queremos crecer como personas para juntos crecer como nación. Pero también hay muchos otros mexicanos que necesitan apoyo, que no tienen una buena educación ni un buen trabajo. La educación de calidad, la productividad, la rentabilidad, la generación de empleo, y el trabajo bien remunerado requieren ser estimulados, no gravados. Si lo que faltan son recursos, graven el consumo, no la renta, asuman el riesgo arreglando el problema desde la raíz, hagan que paguen los que no pagan en vez de hacer que paguemos más los que siempre pagamos.

Somos muchos los mexicanos que estamos dispuestos a dar nuestro mejor esfuerzo cada día por el bien de nuestro país, no se excluyan, cada quien escogió su camino en esta vida y ustedes escogieron ser legisladores, hagan ustedes lo propio recordando el legado del  Gral. Coss. “Debemos ayudar al que está caído, pero nunca tumbando al que está parado.” 

domingo, 1 de septiembre de 2013

El que tenga tienda, que la atienda.

Si mi Facebook fuera un centro comercial, cada amigo representaría una tienda y cada muro, su respectivo escaparate.  
Hay tiendas que permanecen abiertas las 24 horas del día. Los veo y pienso: ¿A qué hora descansan? ¿Tendrán clientes a toda hora? ¿Es solamente espíritu de competencia? ¿No tendrán otra cosa qué hacer?, o ¿No tendrán más a dónde ir?
Hay otras tiendas que sólo abren en horarios especiales o que sólo se pueden ver los fines de semana, cada quién atiende a su clientela a su gusto y modo.
Hay tiendas divertidas y dinámicas, que procuro no perderme. Hay otras aburridas y muchas descuidadas. Algunas que no han actualizado su escaparate desde el verano pasado y otras donde hasta se vislumbran telarañas.
Hay tiendas de deportes y campismo, sólo experiencias de alto impacto para gente muy activa. También hay tiendas de arte donde igual puedes ver una pintura, una escultura, leer un  poema o escuchar una canción. Ahora tengo el mejor estadio o la mejor sala de conciertos al alcance de mi mano.
Hay tiendas donde sólo se abordan temas religiosos. Hay otras donde son un poco más genéricas y exhiben temas espirituales. Y hay muchas que hambrientas de visitantes tratan de seducir utilizando  temas de autoayuda y superación personal, lo que sea, con tal de tener mercado.
También existen los escaparates obscenos, que sólo saben ofrecer vulgaridades y donde uno  puede llegar a sentirse incómodo.  Y contrastantemente hay aparadores con  imágenes de familias o grupos de amigos que se ven felices disfrutando del cariño los suyos.
Hay por supuesto, escaparates presuntuosos y arrogantes donde prefiero pasar de largo. Y otros sencillos y honestos que muestran su agradecimiento con la vida y que nos dan ejemplo de humildad y de discreción.
Es común encontrar también vitrinas que parecen consultorios y ofrecen terapias de temas varios. Estos escaparates se han convertido en palestras desde donde los propietarios lanzan sus mensajes, discursos, consejos y recomendaciones en forma periódica a quien las quiera recibir.
Y también existe quien lleva el escaparate hasta la trastienda, allá donde se colocan las cosas que no aportan ningún valor.

Facebook es un lugar de encuentro entre personas, que me ha ayudado a conocer mejor a quienes creía conocer. Aquí  uno tiene la libertad de diseñar su propio escaparate y exhibirlo. Sin embargo, esa libertad intrínsecamente nos condena a corroborar lo que Lincoln, decía: “Puedes engañar a algunos siempre, puedes engañar a todos a veces, pero no puedes engañar a todos siempre” Los escaparates empiezan y terminan siendo un reflejo de quien está detrás de ellos.