jueves, 24 de octubre de 2013

La Pasión no es Suficiente

La Pasión no es suficiente
“Somos la profunda pasión que nos inspira…” así comienza un proverbio, y como todos los proverbios, este también encierra mucho de verdad.   Invisible si, pero insensible jamás. La pasión se siente,  no nos pasa inadvertida, nos enciende, nos rebosa de vitalidad, nos hace crecer el pecho y nos impulsa. La pasión nos pone a prueba, nos hace pasar de un estado constante al cual llamamos personalidad, a otro que muchas veces se encuentra aletargado y llamamos carácter. Es ahí donde el entorno nos pone a prueba,  donde comenzamos a distinguir entre lo que generalmente somos o hacemos y lo que eventualmente somos capaces de hacer.
Sin embargo, la pasión no debe trabajar sola. Cuando lo hace, resulta tan peligrosa como un caballo desbocado y tan inútil como un fanático exacerbado por sus ideas. Para que la planta de la pasión florezca y fructifique, requiere estar regada con una buena dosis de conocimiento y disciplina.
Con frecuencia se habla del trinomio “querer, saber y poder” algo sencillo de comprender, pero muy complejo de llevar a la práctica. Tres conceptos que trabajan mejor juntos que separados, y que tienen una fuerte relación con la pasión (querer), con el conocimiento (saber) y con la disciplina (poder).
Recientemente terminé de leer un libro de H. Murakami, intitulado “¿De qué hablo cuando hablo de correr?” en él nos comparte su sentir y su pensar sobre la disciplina que implica ser un corredor de fondo, y cómo combina esta actividad con la profesión de novelista.  Está claro que para alcanzar el éxito que tiene, querer y solamente querer, no ha sido  suficiente.
Murakami, cuenta cómo a pesar  de la experiencia y el entrenamiento constante, hay veces que no tiene ganas de salir a correr. Sin embargo, en esos momentos de flaqueza, la disciplina entra en acción. Murakami, se calza los tenis, muy a su pesar,  y sale a correr.
Carlos Fuentes decía, que la hora de la verdad para un escritor llega en el momento que se tiene que sentar ante su escritorio y escribir palabra por palabra, los libros que nadie puede escribir por él. Eso también es disciplina.
Las historias de éxito, generalmente son historias llenas de pasión, pero detrás de esa pasión, está algo que a simple vista no se ve, el conocimiento,  el estudio, las prácticas, y los ensayos una y otra vez hasta dominar la materia, y a la par, una fuerte carga de disciplina que mantiene firme en su propósito a quien se decide lograr algo especial, y que lo lleva a hacer lo que debe hacer, aunque por momento no lo quiera.

Cuando apreciamos la obra de un artista o el resultado de un atleta, es fácil caer en el error de pensar que todo es obra de su talento y de su pasión, se nos olvida, por ejemplo,  que detrás de la potente y afinada voz de un tenor, hay conocimientos técnicos y muchas horas de ensayo. Detrás de una pintura o una escultura, hay conocimientos sobre proporción, escala y teoría de la forma y el color, y seguramente muchas obras no expuestas en ninguna galería. Detrás de aquella pelea de box, o de aquella competencia de velocidad, hay jornadas completas durante meses en un gimnasio o en un estadio. Detrás de una bailarina que es  capaz de levantar su pie por encima de su cabeza mientras muestra una sonrisa, hay horas en la barra de ensayos haciendo estiramientos y repeticiones. Y en los negocios; detrás de aquella negociación brillante, hay capacitación, entrenamiento y seguramente muchas negociaciones perdidas.
Es fácil sentir pasión por lo que nos gusta, por lo mismo es probable que todos sintamos pasión por aquello que nos mueve, pero el conocimiento y la disciplina eso solo muy pocos lo pueden conseguir. Claro, como escribió Jaime Sabines, “Yo no lo se de cierto, pero supongo…”

miércoles, 16 de octubre de 2013

De las Etimologías al Twitter

De las Etimologías al  Twitter
Debo reconocer que el gusto por la literatura lo agarré cuando ya estaba grandecito. Algún  tiempo me sentí apenado por no haberme  hecho amigo de los libros a más temprana edad. Con los años me pude sobreponer a este sentimiento. Finalmente entendí que por muy temprano que hubiera empezado, no hay vida suficiente para alcanzar a leer todo lo que uno quisiera.
Ahora no me preocupo por leer mucho, sino por leer mejor. Me seduce el correcto uso del lenguaje. Me quito el sombrero ante “La Dichosa Palabra”.
A partir de que descubrí este programa de televisión (el único que veo en tele abierta) encontré que los sábados podían ser todavía más dichosos de lo que ya eran. Si usted (como lector), no sabe a qué me refiero, lo invito a sintonizar el canal 22 de México los sábados a las 20:00hrs (tiempo del centro) para que descubra de qué le estoy hablando.
Cuatro personas amigablemente conversan sobre el origen de las palabras y de las expresiones del idioma castellano, cuatro conocedores que charlan de literatura y de sus exponentes, cuatro divulgadores del correcto uso del lenguaje que predican con el ejemplo, y lo más importante, cuatro anfitriones que con su estilo coloquial, hacen sentir al televidente como si ocupara una silla más en aquella dichosa mesa.
La espontaneidad del formato, la naturalidad con la que se abordan los temas, las dichosas preguntas del público, las enriquecedoras respuestas de los panelistas y por supuesto “La dichosa palabra”; aquella de la cual conocemos su significado pero desconocemos su nombre, todo se conjuga para dar forma a un concierto a cuatro voces, para deleite del oído y del buen gusto.
No se piense por favor, que se trata de un programa exclusivo para intelectuales y engolados puristas del idioma español. En “La Dichosa Palabra” se habla con frescura y conocimiento a la vez. No se sorprenda de los contrastes que puede presenciar, pues así como se hacen referencias de culturas ancestrales, o se citan a filósofos y literatos clásicos, también se mandan mensajes por Twitter y Facebook, o se cuentan anécdotas y hasta bromas relacionadas con el tema que se aborda.
Aplaudo la claridad de Laura, la certeza de Pablo, la agudeza en tanto ingenio de Eduardo y la profundidad de Germán.  Me seducen sus comentarios y la interacción que logran como equipo.  Considero que contribuyen notablemente en algo que mucha falta le hace a nuestro país, promover la lectura y en consecuencia, elevar el nivel cultural de su gente. Aplaudo a la producción de este programa, merece junto con sus conductores el reconocimiento público por los más de 300 programas transmitidos. Gracias por seguir al aire y por contribuir con su trabajo a que nuestros sábados sean más dichosos.

miércoles, 9 de octubre de 2013

Que bueno que no soy crítico de cine.


Que bueno que no soy crítico de cine.

Fui a ver la película “No se aceptan devoluciones” y me encontré con una historia que me tocó el corazón. Quizá la historia, quizá el momento, quizá la paternidad que experimento desde hace 8 años…leí recientemente que la paternidad es el único grado en el que primero tienes el título y después aprendes a ejercer. Quizá todo, quizá nada, para mi fue una extraordinaria película.
De haber sido crítico, hubiera salido mentando madres, que si por que la historia es un refrito de otra historia, que si porque el protagonista está sobre actuado, que si porque la fotografía es esto o aquello, que si es una película de televisa, que si los migrantes, que si la discriminación, que si la música, la secuencia, y  la carabina de Ambrosio.
De verdad que qué bueno es no saber nada de cine.  Uno se sienta cómodamente en su butaca y se deja llevar.  Y no es que uno sea un vertedero que se traga todo. No, lo que sucede es que uno escoge cómo quiere vivir cada momento. Llegué al cine con una expectativa alta, y eso es un gran riesgo, porque tiene uno la tentación de la soberbia,  - Déjame ver si la película me merece.  Por suerte, me pude sobreponer a la tentación apenas comenzó el filme.
Con el protagonista, tengo un problema, no lo puedo dejar de ver como el comediante que siempre ha sido, pero si él se atreve a hacer cosas nuevas, yo me atrevo a verlas. La película “La Misma Luna” me pareció extraordinaria y ahora que exhibe “No se aceptan devoluciones”  no me queda más que reconocer que la película me divirtió bastante y me conmovió lo suficiente para poder recomendarla.  Derbez acuñó hace tiempo, una frase memorable (al menos para mí) “Creo en lo que creo”. Esa es parte de la genialidad de los artistas y por eso lo reconozco como un gran creador. Algunas veces, los personajes son más fuertes que el mismo actor, pero también contra eso tuve que luchar y entonces acepté y compré al “nuevo personaje” como uno más y me dejé llevar.
Pocas películas me han conmovido tanto como ésta.  Y creo que por lo mismo, no entiendo la reacción de mucha gente que en las redes sociales trata de boicotear la película contando el final, ¿Qué pretenden? ¿Estropearle la experiencia a otra persona?, o ¿Es tanta la envidia hacia la película, (por el éxito taquillero) que promueven su boicoteo? Claro que los conocedores dirán que el final es totalmente predecible y hasta cursi y que no se boicotea nada al develar la trama. Quizá, yo no se nada de cine, pero tengo el suficiente sentido común y la prudencia como para saber respetar la obra de alguien más y saber respetar al público que no la ha visto para que la disfrute tal como es.
La cinta que está en boca de muchos por su éxito taquillero. La fui a ver sin ánimo de crítica, sin pretender que la película me debiera convencer, sin espíritu de juez severo, no fui a ver si era digna de mí. Al contrario, fui a gozar de una película que está siendo bien recibida en taquilla y no muy bien recibida por la crítica especializada.
“No se aceptan devoluciones” es una película que cuenta una historia entrañable y tierna y esos temas también son parte de la vida. Por encima de todo, me da mucho gusto que esta cinta esté liderada por un mexicano que ha luchado por hacerse un lugar en el mundo del cine más allá de las fronteras y que hoy con orgullo puede decir que lo ha logrado. Que si es más o menos que este o aquel, a mí no me importa. Que si merece algún premio de la academia, me tiene sin cuidado. Yo aplaudo que un mexicano tenga éxito y sea ejemplo de tenacidad  e inspiración para muchos más. 
¡Bravo!, Eugenio.

miércoles, 2 de octubre de 2013

No están locos, son Arquitectos.

No están locos, son Arquitectos.
Lo que sucede es que su principal herramienta de trabajo es la imaginación. (Como los músicos, los pintores,  los escritores y los artistas en general) De ahí se deriva todo lo demás.
Por supuesto que el conocimiento es importante pero no protagónico.
Los arquitectos saben mucho, es cierto, pero a diferencia de los científicos, ingenieros,  médicos o abogados cuyo conocimiento suele ser abrumador, los arquitectos saben mucho de temas que los demás creen saber,  por eso todo el mundo les discute. Sin embargo, recomendamos tener cuidado al discutir con alguno de ellos, pues el arquitecto es un artista, y puede fingir estar de acuerdo con usted, asentir con la cabeza a sus argumentos, incluso  mantener la  cara de interés y al mismo tiempo estar pensando: ¡Qué pendejo eres!
Sin embargo los arquitectos  también ignoran muchas cosas,  por eso deben recurrir a la imaginación  y saben que a veces, las mejores ideas surgen en los momentos más inesperados. Por eso les encantan estos momentos y los suelen buscar en el silencio de la noche, en el humo de un cigarro, en el fondo de una taza de café, o en una conversación con amigos extraños, incluso más extraños que ellos.  
Para muchas personas, el sueño es simplemente una rutina reparadora, para los arquitectos no. El sueño es la oportunidad de explorar el inconsciente,  el sueño puede ser el puente entre el problema y la solución que la mente consciente no ha sido capaz de construir. Por si no lo sabía, los arquitectos sueñan a colores y en 3D. Así que piénselo dos veces antes de despertar a un arquitecto, puede interrumpir la obra maestra de un artista.
En los momentos críticos,  un arquitecto sometido a un estímulo puede abstenerse de decir algo, pero jamás podrá abstenerse de pensarlo,  por eso algunas veces se ríen solos.
Sin embargo en un estado de relajación, los arquitectos siempre tendrán  la capacidad de abstraerse hacia la nada, a un espacio que sólo ellos conocen, donde la mente puede descansar sin pensar  y el corazón puede reposar sin sentir.  Así que no se sorprenda ni se enoje si  al cuestionar a un arquitecto  ¿en qué piensas? Obtiene por  respuesta: “En nada”.   No hay dolo, ni significa que no le quiera decir, significa que está ante una persona que  puede dejar de pensar (incluso con los ojos abiertos) y seguir respirando como cualquier mortal.
Los arquitectos aman las papelerías y las tiendas de artículos de arte, su deseo creador va cien pasos adelante de su verdadera capacidad creadora. Y ¿Sabe por qué? Porque los arquitectos están acostumbrados a trabajan con cosas que no existen. Por eso siempre tienen a la mano algún objeto punzo-rayante (llámese pluma, lápiz o similar) y papel, mucho papel de diferentes formatos y colores, y grandes, de tamaño suficiente porque la claustrofobia gráfica los ahoga.
Los Arquitectos, crean, diseñan, inventan, para alimentar su espíritu libre, pero también analizan, estudian, calculan, toman decisiones, y sobre todo, cuidan los detalles.  No se preocupe si se topa con un arquitecto y lo encuentra ensimismado. Puede estar en  la búsqueda de algún concepto o en la creación misma del concepto que no encontró. 

Con afecto y admiración a todos mis colegas.