La Pasión no es suficiente
“Somos la profunda pasión que nos
inspira…” así comienza un proverbio, y como todos los proverbios, este también
encierra mucho de verdad. Invisible si,
pero insensible jamás. La pasión se siente, no nos pasa inadvertida, nos enciende, nos
rebosa de vitalidad, nos hace crecer el pecho y nos impulsa. La pasión nos pone
a prueba, nos hace pasar de un estado constante al cual llamamos personalidad,
a otro que muchas veces se encuentra aletargado y llamamos carácter. Es ahí donde
el entorno nos pone a prueba, donde comenzamos
a distinguir entre lo que generalmente somos o hacemos y lo que eventualmente
somos capaces de hacer.
Sin embargo, la pasión no debe
trabajar sola. Cuando lo hace, resulta tan peligrosa como un caballo desbocado
y tan inútil como un fanático exacerbado por sus ideas. Para que la planta de
la pasión florezca y fructifique, requiere estar regada con una buena dosis de
conocimiento y disciplina.
Con frecuencia se habla del
trinomio “querer, saber y poder” algo sencillo de comprender, pero muy complejo
de llevar a la práctica. Tres conceptos que trabajan mejor juntos que
separados, y que tienen una fuerte relación con la pasión (querer), con el
conocimiento (saber) y con la disciplina (poder).
Recientemente terminé de leer un
libro de H. Murakami, intitulado “¿De qué hablo cuando hablo de correr?” en él
nos comparte su sentir y su pensar sobre la disciplina que implica ser un
corredor de fondo, y cómo combina esta actividad con la profesión de
novelista. Está claro que para alcanzar
el éxito que tiene, querer y solamente querer, no ha sido suficiente.
Murakami, cuenta cómo a
pesar de la experiencia y el
entrenamiento constante, hay veces que no tiene ganas de salir a correr. Sin
embargo, en esos momentos de flaqueza, la disciplina entra en acción. Murakami,
se calza los tenis, muy a su pesar, y
sale a correr.
Carlos Fuentes decía, que la hora
de la verdad para un escritor llega en el momento que se tiene que sentar ante
su escritorio y escribir palabra por palabra, los libros que nadie puede
escribir por él. Eso también es disciplina.
Las historias de éxito,
generalmente son historias llenas de pasión, pero detrás de esa pasión, está algo
que a simple vista no se ve, el conocimiento,
el estudio, las prácticas, y los ensayos una y otra vez hasta dominar la
materia, y a la par, una fuerte carga de disciplina que mantiene firme en su propósito
a quien se decide lograr algo especial, y que lo lleva a hacer lo que debe
hacer, aunque por momento no lo quiera.
Cuando apreciamos la obra de un
artista o el resultado de un atleta, es fácil caer en el error de pensar que
todo es obra de su talento y de su pasión, se nos olvida, por ejemplo, que detrás de la potente y afinada voz de un
tenor, hay conocimientos técnicos y muchas horas de ensayo. Detrás de una
pintura o una escultura, hay conocimientos sobre proporción, escala y teoría de
la forma y el color, y seguramente muchas obras no expuestas en ninguna galería.
Detrás de aquella pelea de box, o de aquella competencia de velocidad, hay
jornadas completas durante meses en un gimnasio o en un estadio. Detrás de una
bailarina que es capaz de levantar su
pie por encima de su cabeza mientras muestra una sonrisa, hay horas en la barra
de ensayos haciendo estiramientos y repeticiones. Y en los negocios; detrás de
aquella negociación brillante, hay capacitación, entrenamiento y seguramente
muchas negociaciones perdidas.
Es fácil sentir pasión por lo que
nos gusta, por lo mismo es probable que todos sintamos pasión por aquello que nos
mueve, pero el conocimiento y la disciplina eso solo muy pocos lo pueden
conseguir. Claro, como escribió Jaime Sabines, “Yo no lo se de cierto, pero
supongo…”
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