domingo, 20 de julio de 2014

UN HOMBRE CUMPLIDOR

UN HOMBRE CUMPLIDOR
Por: Manuel Gil

Ser  un hombre cumplidor, no es fácil. La vida moderna, el exceso de información, nuestra poca capacidad de abstracción y análisis y la auto exigencia que nos hemos impuesto por ser cada vez más competitivos, nos ha orillado a cubrir tantos roles en nuestra forma de vida, que las 24 horas del día, apenas nos alcanzan.
Alguien dijo que la suerte se reparte antes de las 6 de la mañana, (seguro trabajaba en el mercado de abastos), es una forma moderna de usar el refrán que aprendimos de nuestros abuelos: “Al que madruga, Dios lo ayuda”, por tanto,  programamos el despertador mucho antes de que el sol asome, y hacemos por cumplir con todo lo que nos han inculcado.
Cumplir con nuestro trabajo es indiscutible. Un mundo tan competitivo nos obliga a mantenernos atentos y disponibles las 24 horas del día; condición que antaño sólo era propia de médicos, policías y bomberos.  Ahora el trabajo es más complejo, debemos cumplir nuestros indicadores de desempeño, recibir a los clientes con una sonrisa, atender sus demandas y ofrecerles una recarga para su celular,  y por decir lo menos, responder los más de 80 correos electrónicos que aparecen diariamente en nuestra bandeja de entrada. Y por supuesto, estar preparados para afrontar cualquier eventualidad sin creernos  superhéroes, porque  la humildad también se valora.
También debemos cumplir con nuestra familia y aunque esto es algo que (al menos en teoría) a todos nos encanta… (Los que no estén de acuerdo, favor de pasar al departamento de psicología y planear un cambio de vida), dicho encanto por muy placentero que sea, no es tarea sencilla.
Debemos cumplir con nuestro rol de esposo y padre, destinando un tiempo especial para cada miembro de la familia, planeando actividades en conjunto y por separado. Hay que procurar comer juntos al menos una vez a día, tener paseos familiares una vez por semana, dedicar un tiempo a la pareja sin los hijos y de vez en cuando a los hijos sin la pareja. También hay que cubrir actividades de la escuela de los niños, que los maestros programan en los horarios más incómodos, como procurando que nadie asista. En fin, la cantidad y la calidad del tiempo hacen toda la diferencia entre convivir familiarmente y simplemente coincidir bajo el mismo techo cuando estamos dormidos. Pero más vale estar atento y no quejarse o pasarás a la historia como un mal padre.
También hay que cumplir con los amigos, pues juegan un papel importante en nuestras vidas, y su función no la cubren ni la pareja, ni la familia, ni los compañeros del trabajo. Los amigos, se cuecen aparte.  Y como dice mi amigo Rubén Dario, debemos estar pendientes de que el camino entre ellos y nosotros, permanezca siempre despejado de hierbas.
Ser un hombre cumplidor, también implica cumplir con uno mismo. Como ya quedó asentado, despertamos antes del alba, al hacerlo hay que esbozar una sonrisa (Que por supuesto nadie percibe) y procuramos tener el primer pensamiento positivo del día (dicen que lo que bien empieza…), luego hay que  levantarnos en el primer intento (quienes pugnan por fortalecer el espíritu lo llaman “El primer desafío”…)  luego hay que realizar el ejercicio que el cuerpo necesita, y nos auto convencemos de  que no hay nada mejor que correr a la luz de la luna que está por terminar su turno. (Algunas veces, si me lo creo).
Luego hay que regresar a bañarse y a arreglarse para vernos bien presentados durante todo el día, pues hay que cumplir con los estándares de imagen que demandan nuestras actividades.  No vaya a ser que nos encontremos a un fan de Gaby Vargas y nos recuerde que nuestra camisa no combina con nuestro pantalón, o que el largo de la corbata no es el apropiado.
Posteriormente hay que planear lo que vamos a  desayunar, comer y cenar, procurando balancear  correctamente cereales, carbohidratos, proteínas y minerales. También prever las colaciones entre comidas, pues a decir de nuestro nutriólogo, “El estómago jamás debe estar vacío”. Y aunque sé que estoy muy lejos de eso, me agencio mis raciones de pepinos y chayotes, es decir, hay que cumplir con la dieta correcta.  Así evitarás que cualquier hijo de vecino venga a decirte: - ¿Acaso, no te importa tu salud?
Tampoco debemos olvidarnos de pagar nuestros impuestos, ya que debemos cumplir en tiempo y forma con: cuotas, colegiaturas, tarjetas de crédito y demás compromisos económicos, pues incumplir en ello, nos haría ver ante nuestros acreedores y nuestra sociedad, por cierto, ávida de criticar, como personas morosas.
No nos extrañe tampoco, que después de andar malabareando actividades, alguien nos comente: - Deberías estudiar una maestría, o un doctorado, o cuando menos un diplomado, pues en tu profesión es indispensable estar “al día”. (¿Apoco?) Así que habremos de cumplir también con eso.
Tampoco nos extrañe que algún amigo de la secundaria, en un encuentro fortuito nos diga:: - ¡Qué milagro, ya no te dejas ver…! (como si nos hiciéramos falta).  Y todavía nos reclame: - ¿Te mandé una solicitud por Facebook hace un año y no me has aceptado… ¿o apoco no lo usas?...
Por supuesto que también hay que cumplir con nuestros  padres y  hermanos y llevar sana relación con todos ellos. Y en la medida de lo posible, asistir a cuando evento nos inviten y por supuesto, invitarlos a los nuestros. Pues no debemos olvidar que son familia y ante las peores adversidades son nuestro mejor refugio.
¿Y qué hay de nuestro compromiso con la comunidad? ¿Con nuestra religión y nuestro  crecimiento espiritual? No somos entes aislados, vivimos en sociedad y la sociedad también espera algo de nosotros…  nuestra colonia, nuestra ciudad, los más necesitados…  a ver ¿Qué vamos  a hacer por ellos?
Este texto pretende reconocer a todos los hombres que día a día se esfuerzan por ser hombres cumplidores.  Como pueden ve el concepto de “hombre  cumplidor” se ha sofisticado, pero jamás ha perdido su esencia, porque si se preguntan a estas alturas ¿Quién de ellos piensa en sexo?,  la respuesta es muy sencilla: Todos.  

Sólo que lo ven a uno sonriente y creen que es fácil… pero no.

¿Somos "Amigos", o "Amigos, Amigos"?


¿SOMOS “AMIGOS” O “AMIGOS, AMIGOS”?
Por: Manuel Gil

Según mi página de Facebook, tengo más de 400 amigos, lo que Facebook no sabe, es que además de “amigos” también tengo “Amigos, Amigos”.
Con los “amigos”, comparto fotos. Con los “Amigos, Amigos”, aparezco en algunas fotos que nos hemos tomado juntos para inmortalizar bellos momentos.
Con los “amigos” comparto chistes. Pero a los “Amigos, Amigos”, prefiero contarle los chistes en persona, para escuchar sus carcajadas y ver sus caras arrugadas de tanto reír.
A mis “amigos” les comparto fotos de comidas y tragos que he degustado, así pueden ver lo bien que me alimento. En cambio con mis “Amigos, Amigos”, procuro compartir la mesa y la sobremesa  cada vez que puedo.
A mis “amigos” les mando fotos de mis hijos para que vean cómo han crecido. En cambio a mis “Amigos, Amigos”, mis hijos y yo, los vemos como una extensión de la familia.
A mis “amigos”, les mando felicitaciones en días especiales,  en cambio a mis “Amigos, Amigos”, los abrazo cada vez que los veo, porque cada encuentro con ellos, hace que ese día, sea un día especial.

Si pasas por mi muro a ver las últimas fotos o mis más recientes comentarios, sentiré como si pasaras por afuera de mi casa y te hubieras asomado por la ventana aprovechando que la he dejado abierta.  Si pasas por mi muro, regálame unas palabras para saber que estuviste ahí, así sabré que no sólo somos “amigos” de Facebook, quizá  somos “Amigos, Amigos” de los que nunca se olvidan y siempre da gusto volver a ver. Será como saber que pasaste por mi casa y te atreviste a tocar la puerta para saludarme. Me dará mucho gusto saludarte y por la visita, te estaré profundamente agradecido.

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