UN HOMBRE CUMPLIDOR
Por: Manuel Gil
Ser un hombre cumplidor, no es fácil. La vida
moderna, el exceso de información, nuestra poca capacidad de abstracción y
análisis y la auto exigencia que nos hemos impuesto por ser cada vez más
competitivos, nos ha orillado a cubrir tantos roles en nuestra forma de vida,
que las 24 horas del día, apenas nos alcanzan.
Alguien dijo que la suerte se
reparte antes de las 6 de la mañana, (seguro trabajaba en el mercado de
abastos), es una forma moderna de usar el refrán que aprendimos de nuestros
abuelos: “Al que madruga, Dios lo ayuda”, por tanto, programamos el despertador mucho antes de que
el sol asome, y hacemos por cumplir con todo lo que nos han inculcado.
Cumplir con nuestro trabajo es
indiscutible. Un mundo tan competitivo nos obliga a mantenernos atentos y disponibles
las 24 horas del día; condición que antaño sólo era propia de médicos, policías
y bomberos. Ahora el trabajo es más
complejo, debemos cumplir nuestros indicadores de desempeño, recibir a los
clientes con una sonrisa, atender sus demandas y ofrecerles una recarga para su
celular, y por decir lo menos, responder
los más de 80 correos electrónicos que aparecen diariamente en nuestra bandeja de
entrada. Y por supuesto, estar preparados para afrontar cualquier eventualidad
sin creernos superhéroes, porque la humildad también se valora.
También debemos cumplir con
nuestra familia y aunque esto es algo que (al menos en teoría) a todos nos
encanta… (Los que no estén de acuerdo, favor de pasar al departamento de
psicología y planear un cambio de vida), dicho encanto por muy placentero que
sea, no es tarea sencilla.
Debemos cumplir con nuestro rol
de esposo y padre, destinando un tiempo especial para cada miembro de la
familia, planeando actividades en conjunto y por separado. Hay que procurar
comer juntos al menos una vez a día, tener paseos familiares una vez por
semana, dedicar un tiempo a la pareja sin los hijos y de vez en cuando a los
hijos sin la pareja. También hay que cubrir actividades de la escuela de los
niños, que los maestros programan en los horarios más incómodos, como
procurando que nadie asista. En fin, la cantidad y la calidad del tiempo hacen
toda la diferencia entre convivir familiarmente y simplemente coincidir bajo el
mismo techo cuando estamos dormidos. Pero más vale estar atento y no quejarse o
pasarás a la historia como un mal padre.
También hay que cumplir con los
amigos, pues juegan un papel importante en nuestras vidas, y su función no la
cubren ni la pareja, ni la familia, ni los compañeros del trabajo. Los amigos,
se cuecen aparte. Y como dice mi amigo
Rubén Dario, debemos estar pendientes de que el camino entre ellos y nosotros, permanezca
siempre despejado de hierbas.
Ser un hombre cumplidor, también
implica cumplir con uno mismo. Como ya quedó asentado, despertamos antes del
alba, al hacerlo hay que esbozar una sonrisa (Que por supuesto nadie percibe) y
procuramos tener el primer pensamiento positivo del día (dicen que lo que bien
empieza…), luego hay que levantarnos en
el primer intento (quienes pugnan por fortalecer el espíritu lo llaman “El
primer desafío”…) luego hay que realizar
el ejercicio que el cuerpo necesita, y nos auto convencemos de que no hay nada mejor que correr a la luz de
la luna que está por terminar su turno. (Algunas veces, si me lo creo).
Luego hay que regresar a bañarse
y a arreglarse para vernos bien presentados durante todo el día, pues hay que
cumplir con los estándares de imagen que demandan nuestras actividades. No vaya a ser que nos encontremos a un fan de
Gaby Vargas y nos recuerde que nuestra camisa no combina con nuestro pantalón,
o que el largo de la corbata no es el apropiado.
Posteriormente hay que planear lo
que vamos a desayunar, comer y cenar,
procurando balancear correctamente
cereales, carbohidratos, proteínas y minerales. También prever las colaciones entre
comidas, pues a decir de nuestro nutriólogo, “El estómago jamás debe estar
vacío”. Y aunque sé que estoy muy lejos de eso, me agencio mis raciones de
pepinos y chayotes, es decir, hay que cumplir con la dieta correcta. Así evitarás que cualquier hijo de vecino
venga a decirte: - ¿Acaso, no te importa tu salud?
Tampoco debemos olvidarnos de
pagar nuestros impuestos, ya que debemos cumplir en tiempo y forma con: cuotas,
colegiaturas, tarjetas de crédito y demás compromisos económicos, pues incumplir
en ello, nos haría ver ante nuestros acreedores y nuestra sociedad, por cierto,
ávida de criticar, como personas morosas.
No nos extrañe tampoco, que
después de andar malabareando actividades, alguien nos comente: - Deberías
estudiar una maestría, o un doctorado, o cuando menos un diplomado, pues en tu
profesión es indispensable estar “al día”. (¿Apoco?) Así que habremos de
cumplir también con eso.
Tampoco nos extrañe que algún
amigo de la secundaria, en un encuentro fortuito nos diga:: - ¡Qué milagro, ya
no te dejas ver…! (como si nos hiciéramos falta). Y todavía nos reclame: - ¿Te mandé una
solicitud por Facebook hace un año y no me has aceptado… ¿o apoco no lo usas?...
Por supuesto que también hay que
cumplir con nuestros padres y hermanos y llevar sana relación con todos
ellos. Y en la medida de lo posible, asistir a cuando evento nos inviten y por
supuesto, invitarlos a los nuestros. Pues no debemos olvidar que son familia y
ante las peores adversidades son nuestro mejor refugio.
¿Y qué hay de nuestro compromiso
con la comunidad? ¿Con nuestra religión y nuestro crecimiento espiritual? No somos entes
aislados, vivimos en sociedad y la sociedad también espera algo de nosotros… nuestra colonia, nuestra ciudad, los más
necesitados… a ver ¿Qué vamos a hacer por ellos?
Este texto pretende reconocer a
todos los hombres que día a día se esfuerzan por ser hombres cumplidores. Como pueden ve el concepto de “hombre cumplidor” se ha sofisticado, pero jamás ha
perdido su esencia, porque si se preguntan a estas alturas ¿Quién de ellos piensa
en sexo?, la respuesta es muy sencilla:
Todos.
Sólo que lo ven a uno sonriente y
creen que es fácil… pero no.
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