domingo, 29 de noviembre de 2020

Una Noche Más

Iba a escribir una carta para ponerla en el pino de navidad; como cuando era niño, pero me contuve. Creo que no es momento de pedir, sino de dar y agradecer.
Este año se han desbordado las emociones, ha habido muchas pérdidas, algunas ganancias, y mucho tiempo para la reflexión.
Ha sido un año de mucho esfuerzo y aparentemente poca recompensa, pero definitivamente un año de lecciones, donde algunas han costado incluso vidas.
Quizá hemos sentido ganas de llorar o lo hemos hecho. Quizá hemos sentido impotencia, frustración, enojo o hasta miedo. Quizá perdimos seres queridos, o nos aterra la idea de perderlos. Acaso perdimos dinero, trabajo o negocio, y quién más quién menos, hemos tenido que hacer ajustes en nuestras vidas cuando no lo esperábamos ni estábamos preparados para ello.
Muchos pospusimos o cancelamos nuestros planes, incluso aquellos tan anhelados. Quizá sentimos que nos arrebataron una parte de nuestra libertad y se llevaron con ella el derecho a convivir. Nos hemos condenado al aislamiento temporal y tuvimos que aprender a estar con nosotros mismos y a dejar de ver y visitar a los que amamos. La convivencia se ha vuelto digital, y la hemos combinado con la resignación de usar una máscara para salir de casa.
Hemos pensado en lo que teníamos y ya no tenemos. Quizá en los ratos de mayor desesperación, hemos querido encontrar algún culpable para descargar un poco de nuestra rabia; como si se tratara de un ladrón que se ha llevado todo, pero no lo hay.
La Navidad se acerca, con la época, sentimos como nunca la necesidad de reencontrarnos como antes, aunque en el fondo sabemos que el añorado reencuentro tendrá que esperar. Habrá quien espere con serenidad y otros que tomen el riesgo y con él las consecuencias.
Habrá quien viva por primera vez, una navidad en casa sin el arropo de la gran familia que se junta cada año. Como quiera que sea, esta navidad será única. Para algunos el pretexto justificado del reencuentro, para otros la convivencia íntima sin salir de casa, para varios una noche más luchando por su salud, o rezando y a la espera de que su ser querido se recupere, y para otros tantos una noche de trabajo salvando vidas.
Otros estarán fuera de casa, incluso lejos, algunos imposibilitados para desplazarse, obligados a pasar la noche solos o con desconocidos en un aeropuerto, en una prisión o en alguna carretera.
Entendamos que la navidad es sólo una noche más, y no lo digo en
sentido despectivo, sino en sentido práctico, porque “una noche más”, es lo que millones de personas quisieran, para pasarla con el padre, la madre, el hijo, la hermana o el amigo que perdieron.
Una noche más, no tiene precio cuando sabes que tú y los tuyos están sanos y están bien. Una noche más para soñar un sueño tranquilo, consciente de que tenemos el don de la vida, y que respiramos sin ayuda. Una noche más para agradecer por lo que somos y tenemos.
Una noche más, para disfrutar, para emocionarnos y pensar en el futuro. Si acaso hemos perdido mucho o poco, estamos vivos y al menos por ahora, nadie ha venido a quitarnos la esperanza.
Pensándolo bien, escribiré la carta esperando que la fuerza de la navidad haga que llegue a muchos corazones. Prometo no pedir mucho, pero si algo muy valioso: Que todos juntos y de forma responsable, mantengamos la esperanza de volvernos a abrazar.
Desde casa, Feliz Navidad.
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