domingo, 1 de septiembre de 2013

El que tenga tienda, que la atienda.

Si mi Facebook fuera un centro comercial, cada amigo representaría una tienda y cada muro, su respectivo escaparate.  
Hay tiendas que permanecen abiertas las 24 horas del día. Los veo y pienso: ¿A qué hora descansan? ¿Tendrán clientes a toda hora? ¿Es solamente espíritu de competencia? ¿No tendrán otra cosa qué hacer?, o ¿No tendrán más a dónde ir?
Hay otras tiendas que sólo abren en horarios especiales o que sólo se pueden ver los fines de semana, cada quién atiende a su clientela a su gusto y modo.
Hay tiendas divertidas y dinámicas, que procuro no perderme. Hay otras aburridas y muchas descuidadas. Algunas que no han actualizado su escaparate desde el verano pasado y otras donde hasta se vislumbran telarañas.
Hay tiendas de deportes y campismo, sólo experiencias de alto impacto para gente muy activa. También hay tiendas de arte donde igual puedes ver una pintura, una escultura, leer un  poema o escuchar una canción. Ahora tengo el mejor estadio o la mejor sala de conciertos al alcance de mi mano.
Hay tiendas donde sólo se abordan temas religiosos. Hay otras donde son un poco más genéricas y exhiben temas espirituales. Y hay muchas que hambrientas de visitantes tratan de seducir utilizando  temas de autoayuda y superación personal, lo que sea, con tal de tener mercado.
También existen los escaparates obscenos, que sólo saben ofrecer vulgaridades y donde uno  puede llegar a sentirse incómodo.  Y contrastantemente hay aparadores con  imágenes de familias o grupos de amigos que se ven felices disfrutando del cariño los suyos.
Hay por supuesto, escaparates presuntuosos y arrogantes donde prefiero pasar de largo. Y otros sencillos y honestos que muestran su agradecimiento con la vida y que nos dan ejemplo de humildad y de discreción.
Es común encontrar también vitrinas que parecen consultorios y ofrecen terapias de temas varios. Estos escaparates se han convertido en palestras desde donde los propietarios lanzan sus mensajes, discursos, consejos y recomendaciones en forma periódica a quien las quiera recibir.
Y también existe quien lleva el escaparate hasta la trastienda, allá donde se colocan las cosas que no aportan ningún valor.

Facebook es un lugar de encuentro entre personas, que me ha ayudado a conocer mejor a quienes creía conocer. Aquí  uno tiene la libertad de diseñar su propio escaparate y exhibirlo. Sin embargo, esa libertad intrínsecamente nos condena a corroborar lo que Lincoln, decía: “Puedes engañar a algunos siempre, puedes engañar a todos a veces, pero no puedes engañar a todos siempre” Los escaparates empiezan y terminan siendo un reflejo de quien está detrás de ellos.   

No hay comentarios: