Si mi Facebook fuera un centro
comercial, cada amigo representaría una tienda y cada muro, su respectivo
escaparate.
Hay tiendas que permanecen
abiertas las 24 horas del día. Los veo y pienso: ¿A qué hora descansan? ¿Tendrán
clientes a toda hora? ¿Es solamente espíritu de competencia? ¿No tendrán otra
cosa qué hacer?, o ¿No tendrán más a dónde ir?
Hay otras tiendas que sólo abren en
horarios especiales o que sólo se pueden ver los fines de semana, cada quién
atiende a su clientela a su gusto y modo.
Hay tiendas divertidas y
dinámicas, que procuro no perderme. Hay otras aburridas y muchas descuidadas.
Algunas que no han actualizado su escaparate desde el verano pasado y otras
donde hasta se vislumbran telarañas.
Hay tiendas de deportes y
campismo, sólo experiencias de alto impacto para gente muy activa. También hay
tiendas de arte donde igual puedes ver una pintura, una escultura, leer un poema o escuchar una canción. Ahora tengo el
mejor estadio o la mejor sala de conciertos al alcance de mi mano.
Hay tiendas donde sólo se abordan
temas religiosos. Hay otras donde son un poco más genéricas y exhiben temas
espirituales. Y hay muchas que hambrientas de visitantes tratan de seducir
utilizando temas de autoayuda y superación
personal, lo que sea, con tal de tener mercado.
También existen los escaparates
obscenos, que sólo saben ofrecer vulgaridades y donde uno puede llegar a sentirse incómodo. Y contrastantemente hay aparadores con imágenes de familias o grupos de amigos que
se ven felices disfrutando del cariño los suyos.
Hay por supuesto, escaparates
presuntuosos y arrogantes donde prefiero pasar de largo. Y otros sencillos y
honestos que muestran su agradecimiento con la vida y que nos dan ejemplo de
humildad y de discreción.
Es común encontrar también
vitrinas que parecen consultorios y ofrecen terapias de temas varios. Estos
escaparates se han convertido en palestras desde donde los propietarios lanzan
sus mensajes, discursos, consejos y recomendaciones en forma periódica a quien
las quiera recibir.
Y también existe quien lleva el
escaparate hasta la trastienda, allá donde se colocan las cosas que no aportan
ningún valor.
Facebook es un lugar de encuentro
entre personas, que me ha ayudado a conocer mejor a quienes creía conocer. Aquí
uno tiene la libertad de diseñar su
propio escaparate y exhibirlo. Sin embargo, esa libertad intrínsecamente nos
condena a corroborar lo que Lincoln, decía: “Puedes engañar a algunos siempre,
puedes engañar a todos a veces, pero no puedes engañar a todos siempre” Los
escaparates empiezan y terminan siendo un reflejo de quien está detrás de
ellos.
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