¿Se imagina si nos fallara el Internet?,
¡Tendríamos que convivir en familia!
Eso se dice fácil, pero no lo es tanto, porque las familias son muy diversas, y aunque las necesidades básicas puedan ser similares, en las particularidades de cada casa, hay diferencias importantes.
Consideremos que en algunas casas hay personas viviendo solas, otras personas viven en pareja, otras con bebés o niños pequeños, otros con adolescentes o jóvenes, en muchas casas viven adultos y en muchas también adultos mayores, y por supuesto, en cada una, alguna de las combinaciones posibles que se pueden dar entre todos estos grupos generacionales, haciendo muy diversas las necesidades de espacio, alimentación y tiempo, y por supuesto los gustos, aficiones y preferencias de cada caso.
También pensemos que así como hay casas con suficiente espacio para que los miembros que la habitan convivan, pero también se aíslen por momentos para tener tiempo personal incluso en soledad. La mayoría de las casas, no son así. No es lo mismo pasar los días en una casa con recámaras individuales que compartidas, o con patios grandes que pequeños, o con terrazas o balcones, y por supuesto, en las más de ellas, con espacio insuficiente para la comodidad óptima de la familia.
¿Y qué tal la variable de los recursos con los que se cuenta?, ¿Se imaginan una cuarentena con la mitad de los recurso que usted tiene?, pues no dude ni por un segundo, que hay muchísima gente viviendo así y con menos que eso. Y no me refiero al internet, que por supuesto que en esto tiempos ayuda mucho; aunque no deja de ser un lujo. Hablo de gente que está viviendo sin ahorros, con ingresos precarios, con problemas de salud, con necesidades específicas de alimentación, o con deudas; que ahora menos que nunca va a poder pagar.
El aislamiento que en mayor o menor medida estamos viviendo y al que por momentos no se le ve “pa´cuándo”, es un fenómeno que nos está poniendo a prueba a todos. Ahora bien, nadie piense que el reto de nuestra casa, es el mismo que el que se vive en la casa del vecino o del amigo. Por ejemplo, los que tienen bebés están pasando apuros que ni imaginamos los que vivimos con adolescentes; y viceversa, y de igual forma, poco sabemos sobre los retos que afrontan quienes están conviviendo con personas enfermas, con alguna discapacidad o de la tercera edad. Así que no caigamos en el error de juzgar, procuremos estar receptivos cuando hablemos con los demás y tratemos de escuchar con empatía, hay personas que lo único que necesitan es que alguien las escuche por un momento, entendamos que cada uno está librando su propia batalla.
Lo único que nos hermana en este tema por igual, es que como seres humanos, todos tenemos la necesidad de sentir afecto, de sentirnos acompañados y que no estamos solos en esto. Así que cada vez que pueda, hable del tema con su familia, llame a sus parientes y amigos, haga contacto de alguna forma, llame por teléfono, haga una videollamada, mande algo a esa persona como entrega a domicilio, sorpréndala con un detalle, escriba un correo electrónico, escriba una nota a mano y mándela con alguien, o tómele una foto y mándela de forma digital. Verá que el efecto que causa en quien la recibe vale mucho la pena.
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