Querido Pablo, te voy a platicar lo que recuerdo de cuando tu hermana y tú cumplieron un año. A esa edad el desplazamiento es por toda la casa, nosotros siempre preferimos que lo hicieran en el suelo. Nunca nos gustaron los andadores o andaderas. - ¿Se quiere desplazar? - Hágalo como pueda. - ¿Se quiere parar? – ¡Adelante!, agárrese de donde pueda - y más o menos con esa filosofía fue que aprendieron a ir y venir por toda la casa valiéndose de sus propios recursos. Como vivíamos en casa de dos pisos, fue importante dedicar todo un sábado a enseñarlos a subir y bajar escaleras, pues aunque teníamos las tradicionales puertitas para evitar accidentes, sabíamos que los accidentes suceden precisamente cuando las puertitas fallan, así los enseñamos a deslizarse también en sentido vertical. Ahí nos dimos cuenta de que lo que para ustedes era un juego, para nosotros, fue una experiencia que nos ayudó a identificar el nervio ciático.
Finalmente aprendieron a ir y venir en forma empírica, dominaron las habilidades de agacharse, gatear, reptar, trepar, voltearse, deslizarse, subir y bajar. También aprendieron que la tierra de las macetas no tiene buen sabor, y que las aristas de los muebles y muros hacen daño, sobre todo cuando se incrustan en la frente. También supieron el desmadre que se hace cuando jalan el mantel de una mesa con todo el servicio puesto y cómo se sienten los toques de las pilas cuadradas cuando te las pones en la lengua. En esta edad los chipotes parecen ser parte del niño, y eso que apenas está aprendiendo a caminar. En fin, es una edad en la que comienzan a explorar el mundo que está a su alcance.
Cuando el niño ronda el año de edad, comienza a comer casi de todo. Papillas de carne, verduras y frutas, huevo, etc. Esta etapa es divertida pues es de mucha experimentación. Los típicos consejos que escucharás son los de: -Dale verduras antes que frutas, porque si le das primero la fruta ya no va a querer la verdura… (no te creas todo lo que escuches, que nada es para siempre).
En esta etapa los padres descubrirán que a los niños les divierte más untarse la comida que ingerirla. Así que amasen paciencia y entiendan que así será durante un tiempo. Así comienzan las primeras travesuras…
Cuando el niño comienza a caminar, es todo un acontecimiento, creo que es el indicador ideal para reconocer que el pequeño ya no es un bebé, sino un niño. Y aquí comienza lo que para mi gusto es la etapa físicamente más cansada para los padres. Es ahora cuando no puedes perder de vista al niño ni un solo minuto, pues sus nuevos alcances lo hacen vulnerable a accidentes y extravíos.
Aquí se vuelve sumamente complicado salir a un restaurante, ir a casas ajenas o a centros comerciales, pues el bodoque ya no quiere estar cargado ni en la carriola, por ahora todo lo que quiere es caminar, y si es posible, correr. De tal forma que tenerlo confinado en un espacio reducido, será tarea difícil y acompañarlo a caminar, también. Y soltarlo en un entorno no apto para él, lo hará ver (como dice el dicho) “como chivo en cristalería”.
Recuerdo, querido Pablo, que cuando tenías 1 año, un buen día llegó tu hermana de 3 años de edad a nuestra recámara para decirnos: - Sabían que Pablo ya se baja sólo de la cuna…
Nos levantamos disparados a ver de qué se trataba y efectivamente comprobamos que ya te habías bajado. Tus habilidades eran suficientes para que escalaras el barandal por dentro de la cuna y te dejaras caer por afuera con tal de obtener la libertad.
Ese día le quité el barandal a tu cuna pensando: - Si te has de caer, que sea de 50 cm y no de 1.20m de altura. Experiencias como ésta te sorprenderán a cada rato.
También es típico que algunos padres adopten los nombres que los hijos les imponen a las cosas. Por favor no caigas en el absurdo de decirle a tus hijos que los perros se llaman “gua-guás”. Enséñale a tus hijos, que los perros se llaman perros y todo será mejor, pues de lo contrario, parecerá que en lugar de que el niño aprenda a decir las palabras bien, los papás aprendemos a decirlas mal. Analízalo, se ven tan ridículos los adultos que pretenden imitar a los bebés. Pero en fin. No sé si lo recuerdes, pero ustedes siempre escucharon que los perros se llamaban perros, y los trenes se llamaban trenes, y no “pu - pús”, como algunos les dicen. Creo que es un buen ejercicio para que los padres enseñen a los hijos a llamar a las cosas por su nombre, y sean ellos los primeros en poner el ejemplo.
Finalmente te comento que en este momento y más o menos hasta que cumpla los dos años, llegarás a pensar que tu niño es una adoración, pues es dócil y obediente como ninguno. Pero no te confundas, lo que sucede es que el niño todavía no llega a la siguiente etapa. Aquella en la que pondrán a prueba tu carácter y tu paciencia; la etapa del desafío hacia los padres, que incluye el emocionante reto de empezar a decir que “NO”.
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