Cuando los hijos crecen un poquito más, digamos cuando tienen entre 4 y 6 años, la convivencia va siendo cada vez más divertida, puesto que ellos cada vez pueden hacer más cosas como las que hacemos los padres. De hecho cada vez se parecen más a nosotros. Comienzan a imitar nuestras palabras, nuestros gestos, nuestros modos de ser y de hablar.
Por supuesto que ahora también demandan más atención que antes, o mejor dicho, de manera distinta. En esta etapa los hijos quieren ser como los padres y las hijas como las madres, quizá no somos su mejor modelo a seguir, pero sí somos su modelo más influyente. Su imaginación también tiende a desbordarse, puesto que a esta edad fantasean demasiado por tener acceso a tantos juegos, cuentos, personas y medios de comunicación.
Con respecto a esto último, me ha tocado conocer algunos padres que no toman en cuenta la censura de ciertos programas de televisión o radio, incluso letras de canciones o películas, es importante que seamos conscientes de que los contenidos de algunos medios no son apropiados para niños, y que exponerlos a imágenes, lenguaje o conductas impropias para su edad no les aporta nada bueno y me atrevería a decir que pueden surtir un efecto contrario. Los niños a esta edad, absorben todo.
Aquí la convivencia nos irá poniendo nuevos desafíos, como el de platicar con ellos. Pero platicar en serio. Pedirles por ejemplo; que nos cuenten cómo les fue en su día, qué hicieron y con quién estuvieron. Nos sorprenderán con lo que van aprendiendo en la escuela y en la misma convivencia con otros chicos.
Habrá que reconocer, que no todos los adultos saben entablar una conversación con un niño. Para ello se requiere “querer hacerlo” y “saber hacerlo”. Para lo primero no hay método, lo que se esperaría de cualquier padre o madre es que “quiera” vivir la experiencia de platicar con sus hijos con el mismo interés que se platica con un amigo o amiga, pues implica estar dispuesto a abrir tu mente y permitirle el acceso a tu pequeño, y que tú también te intereses por conocer lo que hay en sus pensamientos, más allá de sus palabras, porque debemos recordar que los niños saben y sienten, mucho más de lo que dicen.
Ahora que para saber hacerlo… conviene compartir algunas recomendaciones. Con los niños se puede platicar de muchos temas. Los temas deben ser del interés del niño, más que del padre. Es decir, difícilmente vas a conseguir entablar una conversación con un niño, sobre un tema que sea del interés del adulto. si no lo es además del interés del niño. Digamos que para eso, hay recomendaciones de nivel avanzado. Pero comencemos primero por lo básico.
A los niños les encanta hablar con adultos, siempre y cuando el adulto se ponga al nivel de su conversación. Alguna vez escuché que nos debemos poner al nivel “literalmente” es decir, que nuestra nariz esté a la misma altura que la del niño, y honestamente creo que el consejo si ayuda, pero les aseguro que resulta más efectivo que poner la nariz, poner la mente al nivel de la mente de nuestro pequeño.
Con un niño puedes platicar sobre muchos temas, por ejemplo, lo que hizo en el colegio, pero no diciéndole - ¿cómo te fue?, ¿qué hiciste? – con eso sólo conseguirás que nos contesten – bien y no me acuerdo – muy distinto será si le preguntamos por ejemplo ¿cuál fue la parte más divertida durante todo el día? Y continuamos la conversación dependiendo de la respuesta que nos diga. Es decir, haciéndole ver que sí le estamos poniendo atención a lo que nos responde, y no simplemente estamos contestando con una respuesta automática.
Si por ejemplo nos responde que lo mejor del día fue colorear, sería lindo que queramos saber qué figura fue la que coloreó y con cuántos colores lo pintó, también será divertido si le preguntamos si todos los niños lo pintaron igual, o si alguno lo pinto de un color distinto, en cuyo caso indagaríamos quién hizo qué y a quién le quedó mejor… es decir, procuremos evitar preguntas de las que se responde con un sí, no, bien o mal, para estimular que el niño piense las respuestas y las elabore en forma lógica y secuencial, así se va consiguiendo una conversación.
Otra forma de entablar plática con los niños es diciéndoles: -Cuando yo era niño… - y verán cómo ponen atención, cuando uno les cuenta anécdotas que están al alcance de su comprensión, donde ellos se sienten identificados y donde ellos pueden ver que algún día nosotros también pasamos por las mismas cosas que ahora les están pasando a ellos, ya sean triunfos, miedos o derrotas.
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