domingo, 23 de abril de 2017

Hogar - Empresa.- El mayor desafío

Actualmente el reto más grande de un hombre de negocios, no está en el negocio.
No importa si ocupamos una silla dentro del consejo de administración, si somos parte de la cúpula directiva, o ejecutivos de cualquier otro nivel. Ya sea que estemos dentro de una empresa chica, mediana o grande, el reto principal de los hombres de negocios actualmente, radica en saber equilibrar el mundo laboral con su vida familiar.
Lejos ha quedado el estilo de vida en el cual el tiempo alcanzaba hasta para tomar una siesta, actualmente muchos de los que formamos la población económicamente activa, dejamos la cama cada mañana mucho antes de que salga el sol y durante todo el día andamos de un tema a otro, de una actividad a otra, sorteando pendientes, revisando indicadores y teniendo contacto con cientos de personas. Y todo eso está muy bien, siempre y cuando no olvidemos que tenemos una familia que también necesita una buena parte de nuestra atención.
Entre el actual ritmo de vida y el constante bombardeo de información que nos entra por ojos y oídos, cada vez es más difícil satisfacer las expectativas de quienes nos rodean. En el trabajo se nos exige que tengamos una entrega que rebase el 100% y nuestra familia espera de nosotros algo más que “...el tiempo que nos quede libre...”, por lo mismo, los compromisos laborales y familiares son tantos que se vuelve indispensable saber priorizar para poder equilibrar la balanza.
Encontrar el equilibrio no sólo es cuestión de repartir el tiempo, sino de saber balancear ideas, citas, actividades, llamadas, detalles, eventos y compromisos a los que hay que asistir, o al menos hacer presencia de algún modo, y que por variados y sui generis que suelen ser, debemos aprender a sortear asuntos que van desde lo más trivial hasta lo más trascendente.
Balancear nuestros roles en la vida; como seguramente hemos escuchado, se parece a mantener en el aire y en equilibrio varias pelotas a la vez; tal como lo hace un malabarista. Esta es una analogía muy conocida, y para hacerla más dramática, debemos suponer que cada pelota representa un rol que tenemos en la vida, asumiendo que la pelota que representa a nuestra familia es una pelota de cristal, a diferencia de las demás que podríamos imaginar que son de goma o cualquier otro material. Es decir, que si alguna pelota se nos cae, la podríamos levantar de nuevo o reponer fácilmente, pero si se llega a caer la que representa a la familia, ésta se romperá para siempre.
Muchos años he vivido coordinando proyectos de diversa índole, y sin temor a equivocarme puedo decir que el más complicado, pero a la vez el más satisfactorio, es el proyecto de formar y ver crecer a mi familia. Es, como todo lo que vale la pena, un proyecto de largo plazo, donde nuevos integrantes llegan y tristemente otros se van. Donde cada quien juega un rol totalmente distinto al de los demás, y sin embargo de todos se espera un crecimiento, una integración y una participación absoluta. Y donde por encima de todo existe un ingrediente que nos aglutina y nos permite adoptar posturas que en otro ámbito no lo haríamos, el amor.
Resulta difícil más no imposible aprender a programar en una sola agenda todo lo que hay que hacer: Reuniones, videoconferencias, audiencias, cumpleaños, eventos, tareas, festivales infantiles, cortes de cabello, horas de juego, envíos de flores, correos, mensajes y llamadas tanto de negocio, como de familiares y amigos. Se requiere tiempo e inteligencia para saber acomodar todo aquello en 24 horas cada día. Pero al fin de cuentas a eso y más estamos acostumbrados quienes nos esforzamos todos los días por lograr un desarrollo personal y profesional. Sabemos que las cosas no suceden por arte de magia, sino que debemos asegurarnos de que sucedan mediante la implementación de un plan.
Ya sea que lo agendemos en un smartphone, o que lo apuntemos en un post-it, o que simplemente nos cambiemos un anillo de dedo como recordatorio, el hecho es que debemos echar mano de todas las herramientas relacionadas con la planeación y la administración del tiempo para poder sortear dignamente cada uno de nuestros roles. Parece sencillo pero resulta todo un desafío abordar el tema con disciplina y constancia, para hacer de esta habilidad un hábito, que nos permita ser personas con un desempeño equilibrado y no individuos de una sola ocasión, que brillamos como flor de un día cuando estamos ante los reflectores, pero que nos olvidamos del tema cuando la atención de los que nos rodean se dispersa.

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