miércoles, 25 de enero de 2017

¿Con Qué te Pago el Cariño?



-    - Papá,  ¿Esta noche, es la noche que voy a crecer más de todo el año? – me sorprendió con esta pregunta cuando nos preparábamos para dormir en la víspera de su cumpleaños número nueve.

-         -  Supongo que sí, hijo -  le contesté sorprendido por su inocencia que por momentos tiendo a olvidar.
-         - ¿O sea que mañana voy a ser más alto de lo que soy ahora? – insistió asombrado.
-          - Seguro que sí, ¿Quieres que hagamos una prueba?...

Así le dije y asintió con una gran sonrisa.

-       - Vamos a marcar tu estatura en este mueble y mañana la revisamos nuevamente a ver cuánto creciste durante la noche, ¿Cómo ves?

Sus ojos no podían de emoción. Así que lo llevé hasta el mueble y le pedí que se pusiera de espaldas,  hice una escuadra sobre su cabeza con la ayuda de un libro y  alterando un poco la medida, marqué una pequeña línea un par de centímetros por debajo de su estatura real, teniendo el cuidado de que él no lo notara.

-        -   Mañana cuando despiertes, volvemos a medirte y vamos a ver cuánto has crecido en una sola noche,  ¿sale?

Mi pequeño hijo se fue a dormir con una gran ilusión pensando en cómo su cuerpo trabajaría mientras él descansaba.  Desde ese momento me podía imaginar su cara de sorpresa al siguiente día, al descubrir  cómo había crecido cerca de dos centímetros en una sola noche.  

Me pidió que le acompañara  a leer en su pequeño libro,  y así lo hicimos por un rato. Si bien es cierto que a los 9 años, los niños ya saben leer, considero conveniente enseñarles además a disfrutar de las lecturas y a emocionarse con ellas.

Acabamos el capítulo y le pedí que se durmiera.  Le di un beso y sin darme tiempo a salir de su recámara me dijo:

-         -  ¿Te acuestas un ratito conmigo?

Asentí mientras veía sus grandes ojos. Me recosté a su lado pensando  - ¿Con qué podré  pagarte tanto cariño…?

Me quité los lentes y los dejé sobre el buró,  acción que mi hijo sabe interpretar como una verdadera disposición a descansar y a dormir en serio.

Me dijo “buenas noches” y se aferró a mi brazo como advirtiéndome que si intentaba escapar  lo notaría enseguida. Lo tranquilicé  diciéndole quedito que no me iría a ningún lado… quizá pensó que sólo hablaba de aquella noche.  Es todavía pequeño para entender que aquellas palabras,  abarcan toda mi vida.

Me dispuse a dormir, no sin antes pensar en el compromiso que como padre tengo con él. Que privilegio y que bella forma de corresponder a su confianza, a su cariño y a esa fe desmesurada me muestra cada día y lo hace creer en mí.


Feliz cumpleaños, querido Pablo (enero 2017).

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