miércoles, 14 de junio de 2017

La Comunicación, ese eterno problema

Cuando estudié en la universidad, teníamos una serie de materias que formaban parte del llamado “Tronco común”, y  no era otra cosa que un grupo de materias de curso obligatorio independientemente de la carrera que escogieras. Ahí estaban “Redacción en Español”, “Redacción Avanzada” y “Expresión Oral”.

¡Ah cómo se quejaban muchos compañeros de aquellas clases!, y no me remonto a la época de prepa o secundaria donde existían sus equivalentes, porque ahí los intereses eran otros, pero ya en la universidad, cuando se supone que estás adquiriendo herramientas que te van a servir toda la vida, había una terrible resistencia contra esas 3 materias, especialmente con las 2 primeras que implicaban aprender a redactar.

En su momento estas materias no me quitaron el sueño, y aunque quizá no eran tan divertidas como las específicas de mi profesión, digamos que hubo otras que sí me hicieron sufrir. Años más tarde, y siendo parte de una empresa, me doy cuenta de lo importante que fueron aquellas 3 materias, pues en casi toda mi experiencia laboral he visto que el problemas más recurrentes y constante en toda organización es la mala comunicación entre sus colaboradores, y entre éstos y los clientes y proveedores. Eso no significa que no haya comunicación, sino que la que existe, suele ser de muy mala calidad.

¿A qué se debe?,  seguramente a múltiples factores. Aunque a cada rato me vienen a la mente algunos compañeros que argumentaban  -  ¿Para qué quiero saber redacción y ortografía, si yo voy a tener una secretaria para que haga eso? – comentario más misógino y pendejo no podían haber dicho…  y me pregunto yo: ¿Por qué pensaban aquellos angelitos, que “alguien” iba a hacer por ellos, lo que ni ellos mismos estaban dispuestos a hacer? 

Ahora  más que nunca, lo que nos sobran son aparatos para comunicarnos, tenemos medios que en nuestra juventud ni siquiera imaginamos, pero los problemas de comunicación continúan.  ¿A qué se debe? Pues a que el principal problema sigue estando en las  personas, y no en los aparatos. En esa incapacidad de saber transmitir ideas con claridad, llamándole a las cosas por su nombre y entendiendo que la responsabilidad de que un mensaje se comprenda radica en quien lo emite, y no en quien lo escucha.  Para decirlo más claro: Si este texto no se entiende, será debido a una incapacidad  de quien lo suscribe, y jamás se debe responsabilizar de su comprensión a quien solamente lo lea.

Otro problema común, consiste en que nos cuesta trabajo distinguir una idea central de una idea periférica:
-         -  ¿Cómo sucedió el accidente?
-    -  Íbamos llegando al restaurante… ya vez que era cumpleaños de mi tía, la hermana mayor de mi mamá, la que vive en Mérida… Cuando escuchamos un ruido… haz de cuenta como si se hubiera caído algo muy pesado… y volteamos hacia la ventana y vimos el auto con las llantas para arriba…

O revolvamos hechos con suposiciones, y todavía las mezclamos con un poquito de nuestras propias opiniones.
-      -     ¿Por qué no pudieron entregar el paquete?
  - Pues llegamos a la oficina, y otra vez estaba cerrada, a mí se me hace que fue porque salieron temprano a comer…. Ya vez que con ellos siempre es lo mismo… ya vez cómo son… a mí por eso no me gusta ir ahí, yo prefiero para la próxima…

Y por si lo anterior fuera poco, a veces también evadimos nuestra responsabilidad culpando a otros de nuestras incapacidades:

-         -  ¿Qué pasó con el reporte que te pedí?
-     -  ¿El reporte?... lo que pasó fue  “de que”… ya ve que se enfermó la secretaria… y que quedó de mandarme unos datos… y pues ya se los pedí pero yo creo que no ha visto mi correo porque como no vino… pero yo creo que mañana ya va a venir, así que si quiere se lo hago para mañana…

Problemas de comunicación, existen por montones y de ejemplos pudiéramos hacer varios tomos.  
Pero la realidad es que aprender a comunicarnos es una habilidad que se puede aprender sin importar la edad que tengamos o el rol que nos toque jugar dentro de una organización. 

Dejemos de inventar excusas y hagámonos responsables de los mensajes que emitimos. Si todos fuéramos más conscientes de la importancia de este tema y del quebranto que puede causar en una empresa cuando este recurso no se cuidad, tendríamos  más cuidado en la forma de expresarnos, sobre todo desarrollaríamos la costumbre de asegurar la comprensión de nuestros mensajes. Si lográramos hacer eso, nuestro trabajo y por consiguiente nuestra vida personal se verán rápidamente recompensados.






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