jueves, 7 de junio de 2012

Libertad de Expresión

Los seres humanos gozamos de tres derechos universales (o al menos así debiera ser): derecho a pensar, derecho a sentir y derecho a expresarse. Hoy se celebra el día de la libertad de expresión. Hermoso derecho del que gozamos todos aquellos que podemos expresarnos libremente sobre lo que pensamos o sentimos sin temor  a represalias, persecuciones o amenazas. Bello derecho que se gana siendo humano, y que se puede perder por ejercerlo sin responsabilidad.

Bien sabemos que el exceso de libertad se convierte en libertinaje, así pasa y así se tergiversa en muchas ocasiones el concepto de “libertad de expresión”.  Por favor, que no se entienda, que este derecho nos faculta para injuriar, mentir o calumniar acerca de algo o de alguien. Que no se entienda, que “libertad de expresión” no nos da el derecho a chantajear, o a manipular por medio del lenguaje a los demás. Que no se entienda, que “libertad de expresión” es el pasaporte a “decir lo que se me pegue la gana”  o  “lo que yo quiera, le pese a quien le pese”.  No.

Gozar de un derecho, siempre te obliga a cumplir una responsabilidad, es decir, no podemos pretender vivir en un mundo exigiendo solamente nuestros derechos y olvidándose de nuestras responsabilidades.  Isaac Newton lo hubiera dicho más o menos así: “A cada derecho le corresponde una responsabilidad igual pero en sentido contrario”

Doy algunos ejemplos para clarificar lo que pienso: Yo tengo derecho a caminar por la calle, pero no a hacerlo desnudo. Tengo derecho a conducir un automóvil, pero no a pasar por alto las señales de tránsito. Tengo derecho a votar por un candidato, pero siempre y cuando porte mi credencial para votar vigente y lo haga en la casilla que me corresponda. Tengo derecho a tener hijos, pero no a abandonarlos. Es decir, siempre mis derechos están asociados a una responsabilidad.   

En este sentido, el derecho a expresarte consiste en hacerlo con libertad, y la responsabilidad inherente a este derecho, consiste en hacerlo apegado a la verdad. No a “tu verdad”, ni a “mi verdad”, sino a “La verdad” es decir, apegado a aquello que en la realidad es.

Qué fácil es calumniar, que sencillo es criticar, que tentador es señalar, decir, concluir, suponer, juzgar y prejuzgar a los demás. El problema no es pensarlo, el problema es abrir la boca y expresarlo. No podemos evitar que las ideas surjan en nuestra mente, pero si podemos elegir mantener la boca cerrada. Eso podría ser un buen principio.

En México, estamos viviendo un momento donde la información fluye con demasiada irresponsabilidad. Cada vez tenemos acceso a más información, pero de menor calidad. Ahora con más facilidad, la gente nos podemos expresar en foros virtuales que antes ni siquiera existían, y que nos hace ver, escuchar, y conocer muchas formas de pensar y muchos puntos de vista. El reto mayor no está en saberse expresar, el reto mayor está en saber escoger información de calidad para enriquecer el pensamiento propio. Ahora qué hacemos con tanta información. Alguien le va a poner orden, o tenemos que hacerlo los ciudadanos de a pie.

Considero que la modernidad nos ha llevado a abusar de manera irresponsable del concepto  de “libertad de expresión”, comentaristas, marcas, empresas, candidatos, analistas, etc. Todos dicen ser los mejores y tener la razón, y hablan con una solvencia moral como si fueran los únicos dueños de la verdad.  

Hablar es una tentación constante entre los seres humanos por el simple hecho de ser seres sociables.  No olvidemos, sin embargo, que el derecho a la libertad de expresión, también nos faculta para no expresarnos cuando no queremos. Practiquemos el derecho a la “libertad de expresión” en sentido inverso.  No olvidemos el proverbio que dice “somos dueños de lo que callamos y esclavos de lo que decimos”. Controlemos nuestro impulso a hablar y gocemos del derecho encantador de guardar silencio.

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