Bien sabemos que el exceso de
libertad se convierte en libertinaje, así pasa y así se tergiversa en muchas
ocasiones el concepto de “libertad de expresión”. Por favor, que no se entienda, que este
derecho nos faculta para injuriar, mentir o calumniar acerca de algo o de
alguien. Que no se entienda, que “libertad de expresión” no nos da el derecho a
chantajear, o a manipular por medio del lenguaje a los demás. Que no se
entienda, que “libertad de expresión” es el pasaporte a “decir lo que se me
pegue la gana” o “lo que yo quiera, le pese a quien le pese”. No.
Gozar de un derecho, siempre te obliga
a cumplir una responsabilidad, es decir, no podemos pretender vivir en un mundo
exigiendo solamente nuestros derechos y olvidándose de nuestras
responsabilidades. Isaac Newton lo
hubiera dicho más o menos así: “A cada derecho le corresponde una
responsabilidad igual pero en sentido contrario”
Doy algunos ejemplos para
clarificar lo que pienso: Yo tengo derecho a caminar por la calle, pero no a hacerlo
desnudo. Tengo derecho a conducir un automóvil, pero no a pasar por alto las
señales de tránsito. Tengo derecho a votar por un candidato, pero siempre y
cuando porte mi credencial para votar vigente y lo haga en la casilla que me
corresponda. Tengo derecho a tener hijos, pero no a abandonarlos. Es decir,
siempre mis derechos están asociados a una responsabilidad.
En este sentido, el derecho a
expresarte consiste en hacerlo con libertad, y la responsabilidad inherente a
este derecho, consiste en hacerlo apegado a la verdad. No a “tu verdad”, ni a “mi
verdad”, sino a “La verdad” es decir, apegado a aquello que en la realidad es.
Qué fácil es calumniar, que
sencillo es criticar, que tentador es señalar, decir, concluir, suponer, juzgar
y prejuzgar a los demás. El problema no es pensarlo, el problema es abrir la
boca y expresarlo. No podemos evitar que las ideas surjan en nuestra mente,
pero si podemos elegir mantener la boca cerrada. Eso podría ser un buen
principio.
En México, estamos viviendo un
momento donde la información fluye con demasiada irresponsabilidad. Cada vez
tenemos acceso a más información, pero de menor calidad. Ahora con más
facilidad, la gente nos podemos expresar en foros virtuales que antes ni
siquiera existían, y que nos hace ver, escuchar, y conocer muchas formas de
pensar y muchos puntos de vista. El reto mayor no está en saberse expresar, el
reto mayor está en saber escoger información de calidad para enriquecer el
pensamiento propio. Ahora qué hacemos con tanta información. Alguien le va a
poner orden, o tenemos que hacerlo los ciudadanos de a pie.
Considero que la modernidad nos
ha llevado a abusar de manera irresponsable del concepto de “libertad de expresión”, comentaristas,
marcas, empresas, candidatos, analistas, etc. Todos dicen ser los mejores y
tener la razón, y hablan con una solvencia moral como si fueran los únicos
dueños de la verdad.
Hablar es una tentación constante
entre los seres humanos por el simple hecho de ser seres sociables. No olvidemos, sin embargo, que el derecho a la
libertad de expresión, también nos faculta para no expresarnos cuando no
queremos. Practiquemos el derecho a la “libertad de expresión” en sentido
inverso. No olvidemos el proverbio que
dice “somos dueños de lo que callamos y esclavos de lo que decimos”. Controlemos
nuestro impulso a hablar y gocemos del derecho encantador de guardar silencio.
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