miércoles, 27 de junio de 2012

Cerrando un ciclo

Se terminó el ciclo escolar y los niños del kínder prepararon un festival para celebrar el fin de cursos, el día de la madre y el día del padre.  (Aplauso y palomita para el festejo tres en uno).

Mis hijos me advirtieron que el festival iba a estar padrísimo y que como era una sorpresa no me podían anticipar nada, pero que por ningún motivo me lo fuera a perder.

-          Allí estaré, no te preocupes. – le comenté a mi hija, quien se mostraba más preocupada por saber que este sería su último festival de preescolar.  

El evento comenzó a la hora prevista, yo mientras tanto sorteaba el tráfico en los alrededores del colegio para llegar a tiempo. Encontré lugar para estacionarme como a tres cuadras y corrí tan rápido como pude, pues advertí que el ansiado festival ya había comenzado gracias a la música que se escuchaba hasta allá.

Llegué cuando iniciaba el segundo número, los niños de primero de preescolar bailaban a ritmo de cumbia mientras padres de familia tomaban fotos y video, había como quince niños bailando y más de sesenta cámaras y teléfonos celulares registrando todo lo que sucedía.

Apenas terminaron de bailar los pequeñitos; mi hijo menor entre ellos, cuando mi hija sintiéndose toda una graduada se asoma a la orilla del escenario para ver si su padre ya había llegado.  Todo fue que me viera para que su expresión de preocupación cambiara por una de reclamo. (Lo siguiente sucedió en una fracción de segundo, pero juro que el madrazo lo vi venir). Solo pensé para mis adentros – hijita, regresa a  tu lugar con tu maestra -  pero no fue suficiente.

Plantada en frente de todos los padres de familia y dirigiendo su mirada hacia mi persona me espetó con su estridente voz.

-          ¡PAPÁ, LLEGASTE BIEN TARDE! 

Yo sentí como las miradas de la concurrencia me caían encima, quise voltear hacia atrás para ver si había algún otro papá que quisiera adjudicarse el reclamo, pero era inútil, sabía que no había nadie, y estaba seguro de que la que reclamaba vivía en mi casa.  No había escapatoria, el reclamo era para mí, y delante de todos.

-          ¡Shhhh!  Hijita, vete a tu lugar - Le dije mientras le miraba con ojos de pistola

-          ¡PUES TE PERDISTE LA PRIMERA CANCIÓN Y ESTUVO BIEN PADRE! – me siguió reclamando con los brazos cruzados.

-          Te vi desde atrás, pero tú no me viste  - mentí para ver si funcionaba, pero fue peor.

-          NO ES CIERTO NO HABÍAS LLEGADO -

La audiencia volteaba a ver a mi hija y luego a mí, como si presenciaran un partido de tenis al mismo tiempo que se doblaban de la risa. Yo no sabía si levantar más la voz, fingir demencia o fingir un desmayo. Afortunadamente una maestra intercedió por mi reputación y sacó a mi hija de escena.

 Jamás pensé ventilar un pleito familiar de esa forma.  Sin embargo, me queda la lección de que antes de que alguno de tus hijos haga presentaciones públicas debes enseñarle que “la ropa sucia se lava en casa”

El resto del festival concluyó en forma normal, aplaudimos mucho y no regocijamos de ver a nuestros hijos cantando y bailando aquello que con tanto gusto ensayaron para nosotros. Ellos terminaron felices pues cerraron un ciclo escolar llenos de orgullo y alegría.

Nuestro hijo termina su primer año de enseñanza oficial y próximamente iniciará uno nuevo.

Nuestra hija termina su etapa preescolar y comenzará su preparación primaria, cierra un ciclo e iniciará uno nuevo.

Creo que ese proceso nunca debería terminar en nuestra vida, el desarrollo que como personas tenemos con los años, nos debe obligar a permanecer atentos para cerrar ciclos y abrir ciclos nuevos que nos lleven a explorar nuevos caminos y finalmente a crecer como personas. No podemos ser toda la vida los mismos.  No podemos ser ahora los mismos que éramos hace cinco, diez o veinte años.

Recuerdo a una anciana pintora en los portales del  Museo Monterrey que orgullosa exponía sus cuadros ofreciéndolos en venta: - Comencé a pintar a los 81 años – me dijo, y no supe qué contestar.

Bien pues este blog publicado semanalmente, “como cada jueves” que hoy cumple un año de vida en el ciber espacio,  también cierra su ciclo.  Este ejercicio de estar en contacto con lectores de muchas partes de México y de muchos otros países, me permitió disciplinarme en el oficio de escribir rigurosamente al menos una vez por semana. 

Me siento muy satisfecho de lo logrado durante este año y orgullosamente lo comparto con mis lectores. En total 62 columnas publicadas (todas ellas continúan disponibles para ser leídas), más de 11, 500 visitas a la página, lectores de más de 20 países.  Con el apoyo de las redes sociales, muchos artículos recomendados por los propios lectores, siendo entre ellos el artículo más veces leído “Lo que aprendí de Chespirito” con más de 1,300 lecturas.

Agradezco a todas aquellas personas que alguna vez fueron lectores de este blog, pero agradezco de manera especial a las 31 personas que se suscribieron y  sobre todo a aquellos que semanalmente siguieron las publicaciones y recomendaron o hicieron comentarios sobre las mismas para que otros más las leyeran. Muchas gracias en verdad.

Les advierto, que no se vayan a sorprender si algún día ven una nueva publicación, el blog seguirá activo, sólo que las publicaciones dejarán de ser con la rigurosa exactitud semanal.  

Cerrar un ciclo es el primer paso antes de abrir un ciclo nuevo. Este ciclo se cierra con el ánimo de iniciar otros proyectos. Así que no será un adiós, sino un hasta luego.

Haber gozado de su preferencia, para mí fue un verdadero placer.

Estoy a sus órdenes en el correo arq_gil_ramos@hotmail.com

Y en el twitter:  @manuelhgil

Saludos

Manuel Gil
P.D. Por cierto, también se cerró el ciclo de las campañas presidenciales. Gane quien gane, tengo la esperanza de que el ciclo que ahora se abrirá para nuestro país, sea de mayor prosperidad y bienestar para todos los mexicanos.  Este domingo ¡Vayamos a Votar!







1 comentario:

María Andrea Jordán Esparza dijo...

Querido Manuel: No nos hagas esto. Por lo menos a mí, que fui la penúltima en llegar al grupo de 31. Hasta ahora empiezo a disfrutarte y ya te vas. Noooooo! Reconsideralo pues aunque no te lea rigurosamente "los jueves", sé que estás ahí. Las risas que me sacaste con el encuentro con tu chiquita se han convertido en tristeza. Un abrazo y de nuevo, reconsideralo.