miércoles, 16 de mayo de 2012

Carlos Fuentes murió preocupado.

Ayer a las seis treinta de la mañana estaba leyendo en el diario la columna de Fuentes.  Siete horas más tarde por medio de la radio me enteré  de su muerte.

Al final de su columna en la cual aborda la toma de posesión del nuevo presidente de Francia, Fuentes declara:  cito “Nota mexicana.- Me preocupa e impacienta que estos grandes temas de la actualidad estén fuera del debate de los candidatos a la presidencia de México, dedicados a encontrarse defectos unos a otros y dejar de lado la agenda del porvenir.” , hasta aquí la cita, por eso deduzco  que murió preocupado.

Murió con la misma preocupación con la que muchos vivimos preocupados.  Lamento su pérdida en un momento en el que nuestro país, si algo demanda son pensadores.  Voces intelectuales que vean más allá de su parcela y sean capaces de hablar en favor de México.  Del este México del que Fuentes fue tan crítico y tan amante.  “ Inmenso país, cinco veces más grande que Francia, México quiere y se quiere, sin embargo, a través de lo pequeño.”  Comenta en su libro “En esto creo”  mientras resalta el valor inconmensurable que tiene para los mexicanos, la comida, la sobremesa, las canciones más tristes y las más alegres, los hombres más humildes y los más soberbios.

De su autoría recuerdo haber leído “Aura”, “Las Buenas Conciencias” y “En Esto Creo”  bella colección de ensayos y reflexiones de donde extraigo las citas que transcribo en esta columna. Citas como “La belleza sólo le pertenece al que la entiende, no al que la tiene.” 

Sin embargo recuerdo como mi mejor experiencia con Fuentes, no sus libros, sino una conferencia que impartiera hace quince o veinte años en el teatro de la ciudad de Saltillo, Coahuila. Donde habló de uno de sus temas más apasionantes: México.

Yo no entiendo por qué se mueren los intelectuales que aman tanto a esta tierra, habiendo tantos que ni gente pensante, ni  amantes de nuestro país, por el contrario, gente que nada más está viendo a ver de cual chichi le mama más a la vaca.

A un día de su muerte, el gobierno  le rinde un homenaje en el Palacio de las Bellas Artes, una muestra más de que casi siempre vamos tarde en todo.  Que bueno que se le reconozca su labor, qué lástima que no se lo hayan hecho en vida; seguro le habría gustado más y lo habría disfrutado mejor.

Carlos Fuentes murió un día del maestro. Y consciente de que no es lo mismo un profesor que un maestro, transcribo a continuación algunos fragmentos que nos legó a propósito de la educación, cito: “En la universidad, todos tenemos razón pero nadie tiene razón a la fuerza y nadie tiene la fuerza de  una razón única”.

“La educación, en todas partes, requiere un proyecto público que la apoye… Defendamos la educación pública. Pero el proyecto público requiere la cooperación del sector privado, que sin un proyecto público acabará marginando a sus posibles consumidores, toda vez que no es concebible en ninguna parte del mundo mayor producción sin mayor educación, ni mejores niveles de vida sin ambos. “ 

“Nadie pierde conocimientos si los comparte”   

“La universidad está llamada… a mediar entre las culturas, desafiando prejuicios, extendiendo nuestros límites, aumentando nuestra capacidad para dar y recibir y nuestra inteligencia para entender lo que nos es ajeno.”

“En la universidad podemos abrazar la cultura del otro, a fin de que los otros puedan abrazar nuestra propia cultura.”

El maestro también dejó reflexiones sobre la muerte, de esa cabrona (como también la llamaba) que no nos mata a nosotros sino a los que amamos.  Logra aprender tres cosas en su experiencia personal: la primera; que al morir un joven ya nada nos separa de la muerte. La segunda, es saber que hay jóvenes que mueren para ser amados más. Y la tercera, que el muerto joven al que amamos está vivo porque el amor que nos unió sigue vivo en nuestras vidas.

Carlos Fuentes, insisto, murió preocupado, y creo que esa es una condición natural de los pensantes, aquellos que no son capaces de poner su cerebro en blanco y dejar que el mundo gire con si fuera algo ajeno. 

En las reflexiones que hace sobre la política, expresa sus preocupaciones sobre la droga, sobre el deterioro de la civilización urbana, sobre las carreras armamentistas, sobre todo lo que atente contra la continuidad de la vida, sobre el capitalismo autoritario, sobre el regreso de los peores signos de fascismo: la discriminación racial, la persecución del trabajador migratorio, la explosión demográfica del mundo, etcétera.  En fin temas de impacto universal que forman nuestro entorno.

Alguien podría decirme ¿Por qué se mueren los intelectuales que tanta falta nos hacen, habiendo por ejemplo, tantos malos políticos?

Pese a toda su preocupación, el maestro Fuentes, nos deja un legado salido de su talento y su trabajo,  una lección de intelectualidad que me parece una franca invitación a la reflexión, a la preparación, al estudio, al raciocinio, al autodesarrollo, como el más franco camino hacia una mejor forma de vida.  


1 comentario:

María Andrea Jordán Esparza dijo...

Manuel hoy por primera vez leo tu blog, gracias a twitter(que leer). Dejame decirte que me encantó. Te agradezco la cita que has traido de Carlos Fuentes sobre quien tiene la razón.
Me llamó la atención el nombre de tu blog, porque yo aunque inicie hace poco, resolví también hacerlo los jueves. Un abrazo, será un placer leerte.