miércoles, 18 de enero de 2012

Lo que aprendí de Chespirito

Lo que aprendí de Chespirito.  

Mi memoria se remonta a finales de los años setentas y principios de los ochentas, cuando en casa de mis padres esperábamos con ansia a que cada lunes dieran las ocho de la noche.  A esta hora, siendo niño debía estar bañado y cenado antes de escuchar la tradicional cortinilla  “Este es el programa número uno de la televisión humorística: Chespirito” y después la presentación uno a uno de todos los miembros del elenco que lo acompañaba, reservando en un alarde de caballerosidad su nombre para el final, “Libreto y dirección general Roberto Gómez Bolaños” y por si eso fuera poco, una acotación a manera de colofón, que dejaba ver el enorme respeto que el director sentía hacia “El respetable”: “Como una forma de respeto al público este programa no tiene risas grabadas” 

Cuánta emoción representaba para mí poder ver un programa completo de aquel grupo de actores, a quienes a pesar de mi corta edad conocía por personaje, nombre y apellido.  Cuánta genialidad aprendí a reconocer en ese hombre que a pesar de ser famoso como actor, siempre dijo que primero que nada era escritor. Cuánta admiración sentía y siento todavía por Don Roberto Gómez Bolaños.

Hace muchos años tuve la suerte de ver una entrevista que le hicieron a Chespirito, y en ella pude descubrir al hombre que hay detrás de los personajes, detrás de los libretos y los maquillajes. Un hombre que abiertamente compartió sus secretos como escritor cuando fue cuestionado sobre cómo le hace para que sus libretos no pasen de moda. Cómo logra que un libreto que fue escrito en los años setenta, siga manteniendo la atención del público dos o tres décadas después. A lo cual contestaba que procuraba no escribir sobre temas de actualidad, de moda, de los que todo el mundo escribía, ni sobre personas reales, ni chistes de política, ya que todo eso, dejaba de ser muy rápido del interés de la gente.

En cambio, siempre habrá un niño que juegue con una pelota, una señora que riegue unas macetas, una niña que haga una travesura o unos eternos enamorados que tan solo con verse uno al otro se puedan abstraer del mundo exterior; Tal como les ocurría a Doña Florinda y al Profesor Jirafales.

Gracias a aquella entrevista vi a un hombre seguro de sí mismo y de su obra, que al ser interrogado sobre si acaso él hacía encuestas al público o estudios para saber de qué temas debía escribir, se sonreía y contestaba: “¡Cómo voy a hacerle encuestas al público!, si el artista soy yo.”

Un artista seguro de lo que era y de lo que podía lograr con sus personajes, que no dejó pasar oportunidad alguna para plasmar en sus libretos valores y mensajes propositivos para hacer de este mundo un lugar mejor.

Chespirito fue capaz de crear un superhéroe dispuesto a ayudar a quien lo necesitara, sin más remuneración que la satisfacción de ayudar al desvalido, hacer énfasis en la gratitud y exhortar antes de cumplir una misión a que lo siguieran “los buenos”.

Quizá parte del éxito que tuvo y tiene Chespirito, se debe a que muchos buenos lo han seguido. Ignoro cómo sea trabajar con él, pero el resultado de su trabajo, seguramente es la consecuencia de la disciplina, de la entrega y la pasión de un hombre que supo conjuntar un equipo y liderarlo no solo hasta llegar a la cima, sino a motivarlo para que nunca dejara de subir, sobreponiéndose a los conflictos que a lo largo de tantos años hubo entre el grupo.

Chespirito me enseñó que nunca es tarde para ser exitoso. Contando su historia comparte que el primer programa del Chapulín Colorado lo grabó después de los cuarenta años.

También me enseñó que no por ser exitoso en un ámbito, te debes privar de probar otros proyectos, y de esta forma, igual lo vimos actuar y escribir para la televisión, para el cine, bailar tap, hacer presentaciones en vivo, escribir libros de poemas, y hasta ilustrar con dibujos hechos por él mismo, sus propios libros.

Don Roberto Gómez Bolaños, logró crear muchísimos personajes, todos ellos con una personalidad definida y redonda, como se dice en el argot teatral, congruentes y exactos, con un propósito subrepticio  que seguramente iba más allá de simple hecho de entretener. Todos ellos únicos e inolvidables,  mas  uno en particular a mi parecer se lleva todos los honores: El Chavo del ocho.

Un niño de vecindad extraído del entorno más humilde de la ciudad, llegó a ocupar por décadas horarios estelares en la televisión mexicana, y un lugar muy especial en nuestro corazón. Un niño que jamás reconoció su orfandad, pues siempre dijo que él si tenía papá y mamá, sólo que no sabía en dónde estaban. Un niño que, como todos los de su edad, buscaba la protección y la seguridad cada vez que se sentía solo, triste o amenazado, encontrándola para su consuelo en el interior de un viejo barril. Un niño que brincaba y pataleaba de la emoción cada vez que otro niño lo invitaba a jugar y que se le iluminaba la cara ante la posibilidad de comerse una torta de jamón. Un niño que usaba zapatos sin calcetines, que llevaba un cordel por tirante y una gorra con orejeras. Un niño que ante todo conservaba el don de la inocencia y la virtud de la ternura. Un niño bueno, como en el fondo todos los niños lo son.

A más de treinta años de aquellas noches de lunes en que arrobado me instalaba frente al televisor, me sigue cautivando el ingenio que existe en cada texto de Chespirito. Cuentan mis padres que en una ocasión me sorprendieron hablando al Chavo quedito por la bocina de la televisión diciéndole: - Chavo… Chavo… Chavito…  -  Era evidente que siendo niño, tenía la esperanza de que algún día me contestara.

No tengo la fortuna de conocer a Don Roberto, pero no por eso dejo de reconocer que su obra ha sido para mí, fuente inspiradora y ejemplo de buen ejemplo a la hora de escribir. 

Me encantaría conocerlo en persona para agradecerle tantas horas de sana diversión. Como me gustaría que esta columna llegara a sus manos, me conformaría con que al terminar de leerla pensara de ella lo que pensaba de la vecindad: “… no valdrá medio centavo, pero es linda de verdad”

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Fabuloso mi amigo. Un encuentro con nuestro pasado. Y su recuerdo las noches de los lunes, no me lo perdia. Elocuente y conb frescura lo recuerdas. Cuantos detalles!.

Maca dijo...

Estimado Manuel, después de ver con una profunda emoción lo que has escrito aquí, te prometo que yo misma me encargare de que llegue a sus manos, Roberto Gomez hijo es quien nos ha enviado ya tu texto pero es complicado que siga un "link" así que ahora mismo lo imprimiré y se lo haré llegar de una forma un poco menos digital ;) Gracias por tus palabras y por recordarnos a todos lo fácil que eran esos días de soñar con que EL chavo contestaría a través del televisor... quizá algún día todos hemos sido "El Chavo del Ocho"...

Junior dijo...

Hola mi nombre es Aquiles y Maga'm de Sao Paulo, Brasil, me gustaría darle las gracias por todo el amor que tiene genio Chespirito, también el amor, y mi sueño es conocerlo. En diciembre estoy en Cancún usted me puede ayudar, sé que será muy difícil. Pero yo sería muy feliz con un abrazo de él a través de Twitter puede ser si me pueden seguir @ juninhoscs Un abrazo y que Dios siempre está protegente usted y su familia Chespirito

Thais dijo...

Como todo lo demás que gira en torno a Chespirito es fabuloso, con su artículo no podía ser diferente. ¡Bellas palabras! Saludos desde Brasil.