Cosas de Mujeres II
Cuando volvimos de la luna de miel, le pregunté a mi esposa si el viaje
le había gustado.
-
Por
supuesto - me contestó.
-
Ah pues
que bueno, porque eso fue lo próspero, ahora sigue lo adverso.
Es bien sabido que en los matrimonios siempre hay problemas por
solucionar y el nuestro, como es natural no es la excepción. Nuestro primer
conflicto conyugal lo tuvimos al día siguiente de nuestro arribo de la luna de
miel. Realmente era el primer día en nuestra casa.
-
Pusiste el
rollo de papel al revés - me señaló
enfática desde el cuarto de baño la nueva señora de la casa.
Honestamente yo ni siquiera sabía que los rollos de papel tenían derecho
y revés.
-
¿Al revés
de qué o qué?
-
El papel
debe colgar por la parte de adelante del rollo y no por la parte de atrás.
-
Órale… - logré decir mientras pensaba en todos los
años que había vivido en el error.
¿No será que en casa de sus papás siempre lo han puesto de una forma y
en casa de los míos, de otra? o ¿Acaso cabe la posibilidad de que siendo un asunto trivial, piense que
mientras haya papel me importa un comino cómo esté puesto? Porque ya ven que el
papel higiénico es como el dinero, cuando lo necesitas, lo necesitas ya. Y
mientras haya el suficiente, uno no le anda poniendo “peros”. Pues quién sabe, pero ese día me di cuenta de
que el caminito conyugal iba a estar lleno de pequeños detalles como ese. Y en
eso no me equivoqué.
Con algunos años de casado ya no solo hay una, sino dos mujeres
parlantes dentro de la casa, mi señora que todo lo sabe y todo lo ve, y mi hermosa hija de seis años de edad, esa diaria convivencia me ha hecho aprender algunas cosas:
-
Hijita,
vente a comer…
-
¿Qué hay
de comer?
-
Sopa de
fideo
-
Ay, ¿Por
qué no hicieron sopa de estrellitas?
-
Hijita,
péinate y ponte una diadema
-
No me
quiero poner diadema, me quiero ponerme un moño.
-
Ponte el
moño pues.
-
Hija, no
andes descalza, ponte unos tenis.
-
Me quiero
poner huaraches…
-
Ándale
pues.
No es que las mujeres nos lleven la contra en casi todo, lo que sucede es
que a los hombres nos falta talento para adivinar lo que ellas están pensando.
-
¿Te das
cuenta? – le pregunto a mi esposa mientras vamos solos en el auto – la niña siempre
opina lo contrario en todo lo que decimos, si le dices huevo estrellado, ella
lo quiere revuelto, si le dices quesadilla con tortilla de harina, ella la quiere
de maíz, si le dices “primero tú y después tu hermano”, quiere que primero sea
el hermano, ¡Ah!, pero sí de entrada primero es el hermano, entonces ella
quiere ser primero. El caso es llevar la contra.
-
Lo que
pasa es que no comprendes a las mujeres, por cierto ¿Por cuál calle te piensas ir?
-
Por la
avenida Hidalgo – le contesto.
-
También te
puedes ir por la calle Morelos.
-
¿Tú
también?
-
¿Vamos a
ir al restaurante yucateco?
-
Si a ese
vamos, ¿Por qué?
-
Porque también
podríamos ir al Oaxaqueño…
-
¿Tú quieres
ir al Oaxaqueño?
-
No, solo
digo que también podríamos…
Si bien dice el
dicho, los hijos no hurtan nada, lo heredan.
-
Hijita, ¿Te
has dado cuenta de que cuando yo digo algo tu generalmente opinas lo contrario?
-
No es
cierto, papá.
-
Ya lo ves.
-
Pues tu
también me dices que “No” a todo lo que te pido.
-
Dame un
ejemplo
-
Cuando
vamos a una tienda, nunca me quieres comprar nada.
-
Eso es
porque en todas las tiendas quieres que te compre algo…
-
No es
cierto, papá.
-
¿Ves como
siempre opinas lo contrario?
(y en esta parte de la conversación se enojó y
se dio la media vuelta)
-
¿Por qué
mi hermana está enojada contigo? – me preguntó mi vástago de cuatro años.
-
Porque
dice que no le compro lo que quiere.
-
¿Y se va a
quedar enojada para siempre?
-
No, hijo, al
ratito se le pasa.
-
¿Le vas a
comprar lo que quiere?
-
Claro que
no. Ya se lo comprará cuando sea grande.
-
¿Cuando sea
grande se va a comprar todo lo que quiera?
-
No creo,
pero va a aprender a hacer lo que hacen otras mujeres, que al no poder comprar
lo que quieren, compran lo que no necesitan y eso las hace sentir un poquito
mejor.
-
¿Por qué?
-
No lo sé, algún
día te darás cuenta de que entender a
las mujeres tampoco es tan importante, lo que sí es importante es
amarlas y respetarlas.
“Cuando
el amor es poco, los defectos son muchos” así reza un viejo proverbio
oriental, y eso me hace deducir que “Cuando el amor es mucho, los pequeños defectos
son el perfecto equilibrio de todo lo bueno que encierra una mujer”
-
¿Y todas
las mujeres son iguales, papá?
-
Las de
esta casa sí. De las demás no sé porque
no las conozco a todas.
-
¿A cuántas
conoces, papá?
-
¿Por qué
no te pones a jugar con el Wii, hijito? y dejamos esta plática para dentro de
unos veinte años...
-
Nunca me
quieres contar nada…
-
Sólo apréndete
esto: "Todo lo que tiene que ver con una mujer, tiene que ver con nosotros
porque nosotros no somos nada sin ellas."
Nota:
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de Mujeres I" da click en la siguiente liga http://www.blogger.com/blogger.g?blogID=1186146808669493566#template
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