- Estoy muy molesto con los diputados de tu tierra.
- Ah chinga´o, ¿y eso por qué? – le contesté
- Es que quieren prohibir las corridas de toros.
- ¿Qué quééé?, pues me uno a su molestia, no faltaba más.
¡Háganme el “fabron cabor… “! Donde y de qué manera me vine a enterar de tal iniciativa.
Barcelona, celebró el pasado 25 de septiembre su última corrida de toros. La fiesta brava, quedó prohibida en toda la región de Cataluña. (Eso no me sorprende pues los catalanes se han querido independizar del resto de España desde antes de que saliera el primer disco de “Enrique y Ana” y ya no hallan de qué forma manifestarlo). Lo que sí me sorprende es que los toros no se habían enfriado cuando un legislador dijo “de aquí soy” y descongeló una iniciativa que, según los diarios, estaba presentada en Coahuila desde el año pasado. Yo más bien diría que “No pueden ver nada, porque todo se les antoja” o “Ven burro y se les ofrece viaje”Me pregunto: ¿Qué no habrá en el Congreso de mi desértico estado, temas de mayor relevancia y beneficio a la comunidad sobre los cuales sea importante legislar? Me imagino que no, porque si los hubiera, los egregios legisladores seguramente estarían ocupados en ellos.
A mí me gustan los toros y punto. Sin el apasionamiento de decir que el toro de lidia nació para pelear y morir en la arena, en mi caso tampoco es para tanto. A mí sólo me gusta la fiesta, la fiesta completa, llegar temprano a la plaza y escuchar los pasodobles en los puestos alrededor. Me gusta tomarme una cerveza en el primer tendido y escuchar a la banda tocando “Cielo Andaluz” a las cuatro de la tarde indicando que es hora de partir plaza. Me gusta ver a diestros con sus cuadrillas, me gusta ver Manolas llevando claveles o luciendo un mantón.
Me gusta el toreo de a pie, con capote y con muleta, me gusta la suerte de varas y las banderillas, me gusta el toreo al alimón y el toreo a caballo. Me gusta que un caballo se llame Cagancho, que al rojo de un traje de luces se le llame “grana” y al morado, “obispo”.
Me gusta gritar “ooole”, arrastrando la “o” y no “olé”, con acento en la “e” como se grita en España (Gabriel Zaid, lo explica muy bien en su libro “Cómo leer poesía” donde dice que la nuestra es una palabra nueva gracias a la creación de un nuevo modo de torear, lento, sensual, prolongado, como una eyaculación retenida, que fue surgiendo en México y cuajó por el arte de Silverio Pérez). Me gusta ver a la gente ondeando pañuelos blancos pidiendo orejas y rabos para el matador y me gusta ver al juez de plaza soportando toda clase de gritos que surgen generalmente de la raza de sol.
Me gusta el “Soliloquio de un Toro Viejo” de Andrés Z. Barba, y me gusta Javier Solís cantando “La Suite Española” de Agustín Lara, disfruto tocar las castañuelas al ritmo de “Españolerías” y de “España Cañi”. Me gusta el chiste del becerro que le dice al toro viejo: - Mira abuelo, en aquella pradera se ven muchas vacas, ¿Qué tal si corremos y nos cogemos una? Y el toro viejo le contesta: -¿Qué tal si mejor caminamos y nos las cogemos a todas?
Me es difícil explicar la relación que existe entre el placer humano y el sufrimiento animal (creo que está relacionado con el dicho “ojos que no ven, corazón que no siente”). Sin embargo esa relación la veo en los toros, en las peleas de gallos, en las charreadas, en las carreras de caballos, y con más frecuencia en la cocina mexicana, pues también hay que matar para después saborear una jugosa arrachera, un cabrito (que figurativamente hablando “es como un bebé que muere degollado” pero que sabe delicioso), y lo mismo digo de un pollo rostizado, de un pescado zarandeado, de unos charales, unos chapulines o unos gusanos de maguey, que mueren para nuestro deleite en una sartén con aceite hirviendo.
Pretendo dar ejemplos de cómo el placer humano está íntimamente ligado al sufrimiento animal en muchas actividades, no sólo en los toros. Sin embargo, no quiero ahondar más, no sea que alguien los tome como ideas para nuevas iniciativas de ley. Me arrepentiré de lo dicho si el día de mañana uno de los numerosos adalides legislativos despierta en su curul, empeñado en prohibir una parte de nuestra gastronomía nacional.
Qué bueno que se legisle en México sobre temas diversos, eso lo aplaudo. A mí me encantaría que los temas se pusieran en orden de importancia. Qué tal legislar sobre cómo mejorar la calidad de la educación, el combate a la corrupción, a la impunidad, al nepotismo, como incentivar la inversión y la generación de empleos, cómo facilitar la creación de nuevas empresas.
En fin, hay gente pa´todo.
4 comentarios:
Por cada seis toros un torero!
Es una crueldad y para el toro no es una fiesta, no me vengan con eso.
Me gustan las costumbres o tradiciones y las respeto como tal , amo a los animales y estoy de acuerdo que los Toros no son los únicos que son maltratados, discutible creo que tienen mejor muerte que muchos otros animales que se les llaman mascotas. Además hablando de actuar con la ley, pondría mucha mas energía en el trato de blancas, que eso si me parece cruel.
Mi muy querido Manuel ante todo un abrazo y concuerdo contigo en que se deberían legislar cosas mas importantes que prohibir una corrida de toros (con todo lo que implica)
Felicidades por el articulo sobre los Toros Manuel! Desafortunadamente, los "defensores"de los toros, no se dan cuenta de que esa magnífica raza, totalmente diferente de la del ganado de engorda, desaparecería de la faz de la tierra, si no hubiera corridas de Toros.
Tampoco se han dado cuenta que cada día, todos los días, se matan más toros y vacas en rastros, que los que mueren en todas las plazas de toros en un año.
El Toro de lidia vive como Rey por 4 o más años y después muere en una épica lucha en la que hay mucha cultura y tradición. El objetivo de la corrida no es hacer sufrir al toro, por eso se premia a quien lo mata mejor, sin hacerlo sufrir. Sólo quien se ha preocupado por entender lo que hay detrás de la fiesta y lo ha sentido, puede comprenderlo.
Propongo que haya corridas de Diputados!!, así nos podríamos deshacer de uno que otro buey, que no hace más que estorbar.
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