miércoles, 29 de junio de 2011

Enseñanzas de un bolero

Enseñanza de un bolero.
Como parte de mi trabajo, tengo que ir a ver obras en construcción. El sol, el viento y la tierra hicieron que regresara lleno de tierra. Algo particularmente me preocupaba, mis zapatos, por lo que decidí llegar con un bolero  a que hiciera el lustrado correspondiente.
Estaba usando unos zapatos que desde nuevos, noté que una de las agujetas era más corta que la otra, pues a la hora de hacer el nudo, del lado derecho siempre disponía  de menos cuerda que del izquierdo. No pasa nada, pensé,  si  las agujetas de un zapato son más cortas que las del otro, es algo con lo que puedo  vivir.
Apenas el bolero se dio cuenta del estado en que venían mis zapatos y me dijo:  - Con gusto se los boleo, nomás dígame de qué color eran. - Y ya que le dije – Cafés - empezó a quitar las agujetas para hacer correctamente su trabajo.
Cuando terminó, procedió a colocar nuevamente las agujetas, y fue entonces cuando se dio  cuenta de lo que yo ya sabía.  Pacientemente esperé a que me dijera algo con respecto a la agujeta más corta, sin embargo grande fue mi sorpresa cuando el comentario finalmente salió de su boca: - ¿ya se dio cuenta de que tiene un pie más ancho que el otro?
¿QUÉ? Ahora resultaba que la agujeta no estaba más corta, sino que mi pie estaba más ancho, y este era el motivo por el cual la agujeta no alcanzara a subir por el empeine hasta la parte alta del zapato.
Cuantas veces apreciamos algo diferente a lo que tradicionalmente conocemos y optamos por desacreditarlo, asumiendo que somos poseedores de la única verdad, pasando por alto que en muchas ocasiones el desperfecto puede estar precisamente en nosotros mismos.
Gracias amigo bolero. Veinte pesos me costó la boleada y una clase de humildad que difícilmente voy a olvidar.

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