Nos cambiamos de casa, nuestro nuevo domicilio, está en la colonia “Ciudad Granja” suena como un sueño ¿no? pues resulta que el primer día que dormimos aquí, nos despertó un gallo. Yo no podía creerlo que dentro del anillo periférico de Guadalajara existiera todavía un gallo vivo y además, que cantara con tanta determinación.
Nuestra antigua casa, colindaba con el periférico, así que el ruido de los autos, motos, autobuses, ambulancias, patrullas y camiones materialistas era continuo y llegó a ser como parte de la familia.
Confieso que todavía sin levantarme de la cama, daba gracias a la vida, por lo que ese gallo representaba para mí. Gracias a él, venían a mi mente recuerdos de mi infancia en el corral de la casa de mi abuela, de tantas visitas a los ranchos de amigos y familiares, y me emocionaba y pensaba como podía ser tan afortunado de tener un gallo tan cerca recordándome mi pueblo y mi infancia.
Desafortunadamente llegó el fin de semana, y como es lógico, nadie le avisó al gallo, que no hay necesidad de levantarse tan temprano en domingo. ¿Qué diablos hace cantando a las seis de la mañana?- me pregunté - Sólo a él se le ocurre. Sin embargo, la naturaleza nunca se equivoca, y ahora habrá que aprender a ser tolerante también con los animales, son criaturas de Dios. Aunque no entiendo para qué canta de seis a seis y media de la mañana, con que lo hiciera una vez, sería suficiente.
Ya pasaron 2 semanas y el pinche gallo no se calla, cómo es posible que no distinga una semana laboral de un fin de semana, ¿acaso su dueño nunca descansa o qué? Me encantaría poder dormir un fin de semana hasta las siete u ocho de la mañana ¿es mucho pedir?
Lo único que quiero saber es quién es el inadaptado que mantiene un gallinero en una de las ciudades más importantes y grandes del país, ¿qué no hay alguna autoridad que le llame la atención?
El gallo me tiene hasta la madre, quisiera saber quién es el dueño de ese animal, para hacerle ver la importancia de llevarse bien con sus vecinos. Quienes por cierto, también tenemos derecho al descanso, ¿cómo puede haber gente tan nefasta en este mundo?
Extraño el ruido de los coches del periférico no era tan desagradable, como que me arrullaba.
Odio al gallo, y desde ahora en venganza, estoy decidido a aumentar mi ingesta semanal de pollo.
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