jueves, 17 de noviembre de 2016

Un Muro en el Desierto.

Un muro en el desierto, es tan sólo eso, un muro.

Un muro en el desierto, es a lo más una simple barrera física.

Una barrera que nace con la idea de dividir, de separar, de excluir a unos  para proteger a otros.

No se dan cuenta de que son las barreras mentales y no las físicas las que dividen, las que alejan, las que discriminan y terminan por matar. Son ellas  las que no nos permiten crecer pues nos impiden ver el mundo desde otros puntos de vista y entender nuevas formas de pensar.

Un muro, por grande y majestuoso que sea siempre tiene un límite, y por lo tanto se puede rodear, saltar o incluso atravesar.  Un muro por alto o profundo que sea, no va a detener a quien esté decidido a cruzarlo, ni será un imposible para quien haya llegado hasta ahí después de haberlo dejarlo todo.

Me pregunto si los recursos que se pretenden usar para construir ese capricho, no pudieran tener un mejor destino en beneficio de los mismos americanos. Pienso en educación, salud, seguridad pública, combate a la pobreza,  desintegración familiar, formación de valores, ciencia y tecnología, deporte y cultura, fundaciones altruistas, hospitales e infraestructura, conservación de recursos naturales e incluso atención digna y profesional al fenómeno de la migración. ¿No habrá un mejor destino para todo ese dinero?

¿Qué tantas intenciones se pueden esconder detrás de un muro? ¿Qué mentes perversas promueven muros cuando lo que el mundo pide a gritos son puentes y redes? ¿Cuánto cuesta la soberbia de unos cuantos que al creerse superiores pretenden que otros paguen por ello?


Hay dudas en mi mente y pesar en mi corazón,  pero por encima de todo, la absurda imagen sin sentido de un muro en medio del desierto. 

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