Un blog sobre "Familia y Sociedad" Sígueme en facebook en "El Cuaderno de Manuel" https://www.facebook.com/elcuadernodemanuel/
jueves, 25 de diciembre de 2014
"10 AÑOS no son nada... son todo" El Matrimonio Antes de la Llegada de los Hijos (Capítulo VII)
Querido hijo. La primera vez que vayas a hacer el súper junto con tu pareja, debes llevar una buena cantidad de dinero. Tendrás que comprar muchas cosas por primera vez porque en tu casa no habrá casi nada, así que además de lo que comprarías en una semana normal, debes comprar: la cubeta, la escoba, el trapeador, la sal, el azúcar, pimienta y especies en general, el servilletero, mantelitos para la cocina, jabones y detergentes, papel sanitario, en fin, tienes que recorrer todos los pasillos del supermercado y cada quién llevar un carrito, pues en uno solo, las cosas que requiere una casa nueva, seguramente no van a caber.
Recuerdo el primer día de nuestra rutina normal, desayunamos algo ligero y cada uno se fue a su trabajo, cuando llegamos a la casa a la hora de la comida, los trastes del desayuno no se habían lavado solos y nadie había preparado la comida. El diálogo fue más o menos así:
- ¿Hiciste la comida?
- No, ¿y tú?
- Tampoco.
- Ok, comamos atún con galletas saladas.
Ahí comprendimos que si queríamos comer cosas ricas y saludables, debíamos hacer la comida una noche antes, para que al siguiente día, sólo llegáramos a recalentar.
Comenzamos a distribuirnos los roles de toda la casa, recuerdo que yo me encargaba de la cocina y tu mamá de todo lo demás. Esto es algo que cambia de pareja a pareja, lo importante es que ambos estén de acuerdo en colaborar y en que cada uno haga lo que le toca.
También conviene de vez en cuando alternar roles para ayudar en todo y saber hacer de todo, porque uno nunca sabe cuándo se van a ofrecer diferentes cosas. Y claro que en este “ponerse de acuerdo” puede haber diferencias. Aquí el reto es aprender a “ceder de buenas”, porque si hoy cede uno y seguramente mañana cederá el otro. Además ceder de mala manera no tiene ningún mérito.
El primer reclamo lo recuerdo como si hubiera sido ayer:
- Pusiste el papel del baño al revés
- ¿Eh? – yo ni siquiera sabía que el papel de baño tenía derecho y revés.
- Que pusiste el papel de baño al revés, se debe poner con el papel colgando por detrás del rollo, no por delante.
Si yo hubiera querido, aquel reclamo hubiera sido suficiente para que volviera a arder Troya. Pero como para que haya un pleito se requieren dos… pregunté - ¿Así? – mientras giraba el rollo de papel.
- Si, así esta bien.
- Órale.
En ese momento me di cuenta de que en la otra familia había usos y costumbres que no había en la mía. Luego tenía dos alternativas, o confrontaba las ideas o las adoptaba según fuera el caso.
La solución fue muy sencilla, decidí adoptar aquellas cosas que no me causaran ningún conflicto, (como la posición del rollo de papel) - ¿Así lo quieres?, así lo pongo. Y también decidí confrontar aquellas que sí me generaran alguna molestia o que simplemente pensaba que había otra forma de hacerlas mejor.
El motivo para discutir es lo de menos, cuando se traen ganas hasta una galleta es pretexto suficiente. Sin embargo, hasta para discutir tiene que haber reglas.
No se valen los insultos, no se valen los golpes, no se valen los chantajes, no se vale (aunque reconozco que a veces es una buena salida) dormirse enojados.
Recomiendo ampliamente que los problemas caduquen a las 24 horas de haberse suscitado, es decir, no se vale pelearse por un problema que sucedió el mes pasado, no se vale discutir sobre lo que pasó en las vacaciones pasadas o en la navidad pasada, o en mi cumpleaños del año pasado, etc. Si hay algún problema o se arregla o se perdona y se olvida para siempre. En la medida de lo posible es mejor resolverlo y no postergarlo.
En qué casos te recomiendo recurrir al perdón y al olvido; cuando el problema tiene lugar una sola vez, y seguramente no volverá a suceder. Si vas a una reunión y resulta que en la reunión está una persona que te incomoda, perdona y olvida, dale vuelta a la página, no te ancles al problema, no lo sigas cargando, no vale la pena estropear ese momento por un conflicto que sucedió hace tiempo o que seguramente no va a prosperar más.
¿Cuándo conviene confrontar?, cuando la situación te perjudica y temes que se pueda volver a repetir, ahí si es conveniente hablar claramente sobre lo que te molesta para evitar que se repita, estos diálogos acercan mucho a la pareja, hacen que el camino que los une esté más despejado. Además, en casi todos los casos, tomar la iniciativa, servirá para que tu pareja también se anime a tocar algún tema que le resulte importante.
Dicho de otro modo, considero que algunos problemas pueden pasarse por alto, pero deberán ser solo aquellos que no causen conflicto ni a uno mismo, ni a la pareja. Es decir, si tu pareja hace algo que no te parece correcto, antes de reclamar, pregúntate si aquello fue una situación única, y valora si vale la pena discutir por algo que “ya pasó”. Si por el contrario se trata de una situación que se puede repetir, entonces si conviene aclarar con la pareja que aquel comportamiento nos causa molestia para que se arreglen las diferencias antes de que el evento se vuelva a presentar. Se trata de prevenir que un evento incómodo se repita y genere un problema mayor. Digamos que es una forma amable de advertir que “sobre aviso, no hay engaño”.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario