miércoles, 1 de enero de 2014

Mi viejo cuaderno

Mi viejo cuaderno se ha terminado. Ahora lo pondré en el estante, satisfecho. Siempre fue foliado, así que nunca le pude desprender ni agregar hojas. Tampoco pude remplazar las hojas sucias o mal gastadas por otras nuevas. Lo conservo tal como era cuando llegó a mis manos, aunque por supuesto, ya no luce igual. Ahora cada página me cuenta una historia única. 

En mi viejo cuaderno están escritas muchas letras que me siento orgullosos de leer y de contar, ahí están los logros y los reconocimientos que recibí, ahí están las anécdotas que quisiera recordar por siempre, ahí las personas que recientemente conocí y aquellas a las que no quiero olvidar. Ahí están también las canciones que canté, los momentos que agradecí, las fotos que quedaron plasmadas y los garabatos que brotaron en un momento de inspiración creadora.

En mi viejo cuaderno, también están las páginas que quisiera esconder para siempre, las que ojalá nunca hubiera escrito, aquellas que guardan momentos tristes, las pérdidas, las cosas que no me gusta recordar ni enseñar a nadie.
Ahí están las historias en donde alguien salió lastimado, aquellas que me avergüenzan, las que guardan secretos y las que dejaron ver ante los demás aspectos poco amables de mi persona.

En mi viejo cuaderno, conviven lo mejor y lo peor de mí. Ahí están las hojas que quisiera enmarcar para exponerlas en algún museo y aquellas que preferiría verlas reducidas a cenizas. El sabio cuaderno les da a todas el mismo valor. Él sabe que la diferencia entre unas y otras, no provino de sus hojas, sino de mí.

Ahora tengo un cuaderno nuevo. Comenzaré a escribir en él, y sonrío ante un universo de posibilidades. Cada una de sus hojas me dará una oportunidad única. Así me gusta ver la vida, así los años, así los días. Oportunidades únicas, donde hacer la diferencia depende sólo de mí.

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