Una mascota de 10 años
¿Tienes o estás pensando tener una
mascota?
Lo recogimos de la calle hace 10
años. Tenía tres o cuatro años en ese momento y se convirtió en el guardián y
timbre de la casa. Después de raparlo, bañarlo y desparasitarlo, resultó ser un
schnauzer color pimienta, y aunque no era muy corpulento, era muy territorial y
siempre estaba pendiente de quién pasaba por afuera o se acercaba a nuestra
casa. Lo mismo daba si eran personas, vehículos o animales, el “Pip” como lo
llamamos en honor a un personaje literario, no tenía reparo en armar un
alboroto.
Cuando joven (el perro), me
acompañaba en caminatas y salidas a correr, luego vi que no era práctico por su
incontenible devaneo de orinar en todos lados. Nunca le supe quitar esa maña.
Con los años y siendo viejo (el
perro), pasó de ser guardián, a una noble y fiel compañía. Luego fue perdiendo la vista, el oído y en
general la salud, hasta que llegó el momento en que decidimos dormirlo para
siempre. Su calidad de vida se deterioró de tal forma que el mismo veterinario
nos recomendó acelerar el final antes de que comenzara el sufrimiento. Sabíamos
que era lo mejor para él y para todos.
Ahora pienso sobre la
conveniencia de tener o no tener otra mascota. Recordé aquel viejo “test” que
contesté para seleccionar al perro más adecuado para nuestro estilo de vida. (y
donde justamente recomendaban la raza Schnauzer como una de las opciones) Si no
lo han hecho y lo están pensando, háganlo.
Es un cuestionario donde defines
el tiempo que estás dispuesto a pasar con tu mascota, el presupuesto que
piensas invertir en su manutención y cuidados. Los hábitos del dueño y la
familia, para ver el grado de compatibilidad que tendrían o no con ciertas
razas. Por ejemplo, con relación al deporte, si existe algún hábito personal o
familiar, conviene saber si el perro va a formar parte de dicha rutina o no. O cosas
tan simples como los patrones de comportamiento en casa y en lugares públicos,
y hasta la tendencia de comprar accesorios, ropa, juguetes, etc. todo lo
relacionado al estilo de vida, que sin duda se verá afectado por el nuevo
integrante. Alguna vez me cruzó por la mente la idea de tener un boxer. -
¿Tienes niños? – me preguntó un amigo – Si, tengo dos. - Pues con el boxer,
haz de cuenta que tendrías tres.
El cuestionario me ayudó a ser consciente
de lo que implica tener un perro en casa, organizar la agenda para dedicar un
tiempo a estar con él, sacarlo a pasear, hacer ejercicio, hacernos responsable
de sus visitas al veterinario, sus vacunas y por supuesto la limpieza de todas
sus descargas. (Que yo no sé por qué hay tanta gente irresponsable y mañosa,
que en lugares públicos, se hace de la vista gorda como si su perro fuera
eléctrico y sólo produjera gases) El test sirvió para saber si en la
dinámica familiar el perro encajaría bien o no, si viviría dentro de la casa o
sólo en el patio, cómo impactaría en los gastos mensual y cómo habría que
resolver su situación en casos especiales, como cuando la familia sale de viaje
y debes decidir si llevarás a la mascota o quién lo cuidará durante ese tiempo.
Los años pasaron y por ahora
nuestra mascota se volvió un recuerdo. Nosotros también hemos cambiado y la dinámica
familiar con hijos grandes también se ha modificado. Pienso que, si volviera a
contestar el “test”, el resultado me recomendaría comprar un perro de peluche. La
paciencia para atender a un perro como se merece, siento que la he perdido, además
cuando era niño aprendí que en las casas se pueden tener “o patas o matas” y por
ahora prefiero las matas (macetas y plantas). Y como sigo sintiendo un gran
respeto y cariño por los animales, no sería capaz de tener uno si no fuera con
los cuidados que se merece.
Lo pensaré algún tiempo, quizá cambie
de opinión, pero por ahora así estamos bien. Me conformo con los pájaros que
llegan a las plantas y al comedero de semillas. En casa los perros siempre han vivido
y convivido en el exterior. No entran en las habitaciones, no se suben a los
muebles, ni mucho menos a las camas. No usan ropa, ni zapatos especiales para
perros. Estoy a favor de quererlos, de cuidarlos y por supuesto de hacerme
responsable de ellos, pero esa tendencia de algunas personas de darles trato como
pretendiendo humanizarlos, eso sí que no. Los animales me gustan con su
instinto natural. Quizá algún día vuelva a tener otra mascota. Pienso que la convivencia entre humanos y
animales nos hace bien a ambos, querernos y respetarnos es estar en paz con la
naturaleza, esa que pocas veces se equivoca y de la cual todos finalmente somos
parte.