Si de niño le dijeron que hablar con desconocidos era malo y peligroso, sus padres estaban en lo cierto.
Sin embargo, cuando se es adulto, las cosas cambian, hablar con desconocidos pueden encerrar un mundo de posibilidades que abarque desde lo irrelevante hasta lo profundamente trascendente y placentero.
Se ha imaginado que cuando está rodeado de gente desconocida, a su lado puede estar alguien que usted no conoce, pero le encantaría conocer.
Y no me refiero a gente famosa con la que haya soñado toda la vida; que por supuesto tampoco se excluye, sino a gente con experiencias de vida que a usted le interesen y que ellas estarían encantadas de compartir.
Haga el intento, la próxima vez que esté en una sala de espera, o de viaje en algún aeropuerto, en un restaurante comiendo solo, arriésguese y platiqué con alguien desconocido, si las cosas no salen como esperaba, no habrá perdido mucho, sin embargo, si la vida le sonríe, puede descubrir que la persona a su lado colecciona las mismas barajitas que usted, o que tienen en común más de lo que se imaginan. De la habilidad de ambos, puede surgir una conversación interesante que les haga pasar mejor el rato, puede ampliar sus redes de relaciones públicas para sus propios fines o incluso puede ser el inicio de una nueva amistad.
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