MANOS DE PAPÁ
Ya sé por qué no te extraño,
y es simple, no te has marchado.
Pensaba que con la muerte tu historia habría terminado,
y te volverías recuerdo, que el tiempo iría esfumando.
Pero te quedaste Inmerso, como escondido, jugando
y te fui reconociendo, y te fuiste rebelando,
en mis maneras de ser y mi modo de ir andando.
Y hace tiempo descubrí, que te metiste en mis manos.
Juraría que son las tuyas, que me siguen apoyando.
Su color, sus vellos, manchas;
las que todos conocemos que aparece con la edad,
y esa piel que pareciera, que ya no se ha de llenar.
Manos que cuentan historias
porque al igual que las tuyas manejaron sin cesar,
muchas horas al volante, muchos años trabajar.
muchas palmas estrechadas, mucha gente saludar,
alguna que otra mentada y en las noches persignar.
Las mismas, que pocas veces un golpe hubieron de dar,
o un manotazo en la mesa, o el índice levantar.
Y otras veces con caricias ayudaron a sanar
heridas y moretones que sufrimos al andar,
y en los momentos más duros, una lágrima enjugar.
Y por eso no te extraño,
porque estás dentro de mí,
pues tan solo ver mis manos,
me hace acordarme de ti.
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