viernes, 9 de septiembre de 2016

Diversidad y Tolerancia.

La diversidad, se explica por sí sola. Si por algo vale la pena defenderla es porque al hacerlo defendemos precisamente el hecho y el derecho que tenemos las personas a ser diferentes unas de otras; circunstancia que nos permite conocer el valor de la complementariedad. Así está formada nuestra sociedad, por miles de personas que somos distintas en ciertos aspectos y comunes en otros, por lo que al mismo tiempo, nos diferenciamos de algunos y nos identificamos con otros y esto es lo que nos permite formar grupos.
Desde que nacemos, formamos parte del grupo de los recién nacidos, y nos catalogan como hombres o mujeres. En ese momento yo no he sabido de ningún bebé que lo etiqueten con algún tercer o cuarto sexo. Conforme crecemos vamos cambiando de grupo y paulatinamente formamos parte del grupo de los niños, jóvenes, adultos o ancianos (eso de “la tercera edad” me gusta, pero no dejo de reconocer que es un eufemismo).
En otro ámbito todos comenzamos formando parte del grupo de los solteros y luego unos por gusto y otros por obligación (que es otro eufemismo para no decir “miedo al suegro y a los cuñados”) vamos cambiando de grupo al de los casados, arrejuntados, divorciados, dejados, viudos, etc.
También todos comenzamos siendo orgullosos analfabetas, y luego unos por convicción y muchos otros amenazados por la chancla voladora, vamos pasando por un calvario de grados escolares que van desde la primaria hasta el postgrado y nuevamente todo terminamos formando partes de diferentes grupos.
A la par de todo esto, también formamos parte de grupos por
zonas geográficas, por aficiones deportivas, o culturales, por ideologías religiosos, o mediante asociaciones civiles, de tipo profesional, en partidos políticos y hasta de organizaciones delincuenciales (favor de no confundir éstos últimos), etc. Y así, por grupos y grupos de grupos, es como está conformada nuestra sociedad.
Es decir, que la diversidad abarca tantas capas, que en este momento no tengo claro si la diversidad, es algo que como sociedad nos divide o nos une. Lo que si me queda claro es que a cada grupo al cual pertenecemos le corresponden ciertos derechos y ciertas obligaciones que por obvias razones no tienen por qué ser iguales. Es decir, los niños tienen ciertos derechos y ciertas obligaciones, diferentes a las de los jóvenes, adultos o ancianos. Los hombres tienen ciertos derechos y obligaciones, diferentes a los de las mujeres, (calma machistas y feministas, guarden sus armas) me refiero por ejemplo, a que no hay mujeres que tengan obligación de hacer servicio militar al menos en nuestro país, ni hombres que tengan derecho a días de incapacidad por embarazo o parto. Tampoco son los mismos derechos los de un soltero que los de un casado; (brincos dieran) y ni qué decir de las obligaciones. O comparando un casado que tiene hijos con uno que no los tiene, por supuesto que derechos y obligaciones, también serán distintos.
Así pues, los grupos que forman nuestra sociedad se cuecen cada cual en ollas aparte. El problema surge cuando todos vamos a la calle (que supuestamente es de todos) y nos revolvemos.
¿Se ha puesto a pensar como están relacionadas la diversidad y la tolerancia?
Por un lado los seres humanos tenemos algunos derechos supuestamente universales, como el derecho a pensar, a sentir y a expresarnos libremente. Pero es bien sabido que en algunas sociedades la libre expresión es castigada incluso con la muerte.
Por otro lado están los radicales que sienten que sus derechos no tienen límite y que pueden estar incluso por encima de los derechos de los demás. Así como su forma de pensar, que ellos consideran como su verdad, o peor aún, como la verdad.
Y qué pasa con la tolerancia, tan rebasada por su antítesis, la intolerancia a todo lo que no sea como yo lo pienso o como yo lo quiero. Pareciera que cada quien espera un mundo a su medida, y nos olvidamos que el mundo es solo uno y es para todos.
Creo que nos conviene defender la diversidad, pero defenderla defendiendo el derecho de los demás a ser distintos a mí, a pensar distinto a aceptar que les gustan otras cosas y piensan de otro modo. ¿Qué ganamos con estar haciendo señalamientos sintiéndonos jueces del mundo?
Este texto tan diverso… continuará…

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