Los padres y los suegros…
Querido Pablo, espero que con todo lo que te he platicado
sobre mis 10 primeros años de casado, aprendas algo que te sea útil. Lo
siguiente que te voy a contar, tiene que ver con el rol de los abuelos. Pero no
con respecto a los nietos, sino en su rol de padres y suegros.
Cada vez que una pareja decide formar un nuevo hogar, llega
el momento en el que los padres de ambos deben aprender a sobrellevar un nuevo
rol con relación a sus hijos. Dicho de
otra manera, aunque los padres, siempre seremos padres de nuestros hijos, debemos
entender que cuando ellos forman una familia nueva en un hogar nuevo, nuestro
rol de padres cambia, pues no se espera de nosotros lo mismo que cuando nuestros
hijos eran más pequeños y vivían en nuestra casa, bajo nuestras reglas y a
nuestro cuidado.
Espero que cuando llegue el momento en que tú y tu hermana
decidan hacer su propia familia y su propio hogar, pueda yo seguir el ejemplo que
mis padres tuvieron conmigo; una relación de absoluto respeto y apoyo, es decir,
que siempre han estado atentos a lo que uno pueda necesitar, pero también han
sabido guardar la distancia y la prudencia, conscientes de que su opinión no
siempre es necesaria, y que cuando se solicita, no es la única que se toma en
cuenta ni necesariamente la mejor.
Esto que escribo en unos cuantos renglones, implica un alto
nivel de madurez y un respeto ejemplar hacia la nueva pareja, que honestamente
no todos los padres saben tener, y que en muchos casos no están dispuestos a aceptar.
Sin embargo conviene aclarar que para que los padres entiendan, acepten y
asuman su nuevo rol, los primeros que deben aceptar ese nuevo rol de los
padres, son precisamente los hijos.
Querido hijo, todavía eres pequeño para entender esto, pero en
nuestro papel de hijos al formar una nueva familia, debemos reconocer que
estamos formando un nuevo hogar y se esperaría que como cónyuges asumamos el
control de nuestra nueva vida, y que no pensemos que serán nuestros padres quienes
vengan a solucionar nuestros problemas, ni
considerar que ante la aparición de los primeros problemas conyugales, vamos a salir corriendo a refugiarnos a la
casa de nuestros padres ante la impotencia de saber afrontar nuestra
responsabilidad.
Cuando somos papás de hijos pequeños, la vida nos va
enseñando qué y cómo educar a nuestros hijos, y con aciertos y errores vamos
avanzando en el proceso del aprendizaje hasta que en un santiamén los hijos se
hacen grandes y de pronto se van de la casa. Eso no está mal, por el contrario,
creo que es lo mejor que le puede pasar a cualquier familia, preparar a los
hijos para que eventualmente logren independizarse. Por lo mismo, como padres
debemos evitar convertirnos en:
-
Padres
controladores. Aquellos que les organizan a los hijos su vida, sus agendas y
hasta sus comidas, con citas y compromisos “familiares” que tienen carácter de
obligatorios sin considerar que la nueva familia puede tener otras prioridades.
-
Padres
Entrometidos. Aquellos que quieren saber todo acerca de la nueva forma de vida
de su hijos. No se nos olvide que nuestro hijo o hija ya tiene una pareja y por
lo tanto alguien en su vida, que es más importante incluso que sus mismos
padres. Así que tendrá derecho a dosificar la información y los detalles como
mejor le plazca. Es decir, jamás será bien visto andar preguntando lo que no
nos incumbe. Y para decirlo claramente, ser padres no nos da derecho a
entrometernos en la vida privada ni mucho menos de pareja de nuestros hijos.
-
Padres
que juzgan a los demás (con mucho respeto). Tampoco caigamos en el error de
pensar que nuestra forma de vida es la mejor o menos aún, la única
correcta. Cuando los hijos salen del
hogar, aprenden nuevas formas de vivir y de pensar, y puede ser que las nuevas
formas lleguen a tener más influencia que las costumbres que siempre han
existido en su familia. Si no hicimos un buen trabajo formando a nuestros hijos
cuando fueron niños, por favor no lo queramos hacer cuando son adultos.
-
Padres
celosos de sus hijos. Los que compiten con la pareja por tener la atención, el
tiempo y el cariño de los hijos. Generalmente estos padres, se esfuerzan en
descalificar cualquier idea, comentario, sugerencia, costumbre o forma de
pensar que proceda de la familia política, poniendo al hijo como comúnmente se
dice, “Entre la espada y la pared”. Y siempre exculpando sus palabras y sus acciones
mediante el dicho de “…es por tu bien”
En fin, hijo, estos son unos de los
comentarios que te puedo hacer con respecto a este capítulo, sin embargo no lo
quiero concluir sin una última recomendación.
Así como los hijos apreciamos que los padres respeten nuestra vida
conyugal, así los hijos debemos respetar su nueva rol de padres y eventualmente
de abuelos. Es decir, no seamos hijos incongruentes, muy buenos para exigir que
se respeten nuestros derechos pero muy malos para acordarnos de nuestras
obligaciones.
Un hogar nuevo, una casa nueva, y una
familia nueva, demandan responsabilidades que no les corresponden ni a nuestros
padres ni a nuestros suegros. Hay
parejas que a pesar de tener varios años de casados, siguen viendo a los padres
y suegros como proveedores eternos y niñeras gratuitas. Si queremos ejercer
derechos como adultos, debemos afrontar las responsabilidades como adultos
también.
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