Querido hijo, como ves, salir con los hijos a lugares públicos, siempre conlleva riesgos, pero es la única forma de que aprendan cómo es el mundo que los rodea, así que más vale tomar las cosas con calma, tener algunas precauciones y dejarse llevar.
Si en lugar de llevar a tus hijos a un restaurante decidieras ir con uno o varios niños a alguna misa, boda, graduación, o evento de índole social o cívica, es un desafío muy grande pues en el momento de mayor solemnidad o emoción, tu hijo te pida que lo lleves al baño otra vez, situación que te hará sacar la furia que llevas dentro al grito de – ¿Por qué tiene que ser justo en este momento?, ¡Te dije cuando llegamos! - a lo que tu pequeño responderá – Es que cuando llegamos no tenía ganas…
Si decides ir al cine con el pequeño, por supuesto que será para ver una película infantil (llegará un día en el que tus amigos o compañeros de trabajo jamás habrán oído hablar de la película “hormiguitas alienígenas 4” y tú hasta la canción te sabes…). También notarás que para los niños muy pequeños, el cine es un lugar oscuro donde pueden correr por la alfombra mientras sus papás se vuelven expertos en Disney – Pixar. ¿qué te quiero decir con esto? Que hay una edad y un tiempo para cada cosa, cuando te llegue el momento, ten paciencia.
En todos los casos mencionados anteriormente, ante la amenaza de un berrinche o una escena familiar que termina en escándalo, los padres recurriremos al infalible método de darle comida al chamaco con tal de que se calle y guarde compostura (o al menos la más posible), y la verdad es que funciona muy bien, pero después de un rato, el efecto del método se agota; toda vez que a la criatura ya no le cabe más comida.
Ni qué decir de lo que pasa cuando vas con un niño a algún lugar tumultos, por ejemplo un centro comercial, un concierto, un parque de diversiones o la ceremonia del santo patrono de tu ciudad. Todo está perfecto hasta que descubres que el niño ya no está… la angustia que llegas a sentir por un momento es como un micro infarto, esa sensación de saber que hace un segundo estaba contigo y de pronto se ha ido…
Varias veces he tenido que sacar a mis hijos de los carruseles donde se cuelga la ropa nueva en las tiendas departamentales, así como de los anaqueles y aparadores de jugueterías. Pues si bien es cierto que a ellos les divierte jugar al escondite y se distraen con toda facilidad, también es cierto que otras tantas veces, los padres andamos papando moscas y no somos conscientes de la responsabilidad de traer un niño sin la supervisión adecuada.
- ¿Te acuerdas, Pablo, cuando te me perdiste en la Basílica de Guadalupe; nada más porque se te ocurrió darle una vuelta a una columna mientras yo tomaba una foto?
- Me regañaste…
- ¿y qué querías?, ¿Qué te echara una porra?... sentí que no te volvería a ver…
- Me regañaste…
- ¿y qué querías?, ¿Qué te echara una porra?... sentí que no te volvería a ver…
No están exentos de este tipo de casos los accidentes y percances que llegan a ocurrir muchas veces por un descuido y en ocasiones por imprudencia de los padres. Es vital que como padres o tutores, desarrollemos esa capacidad de detectar posibles zonas de riesgo y extremar precauciones en escaleras y puertas eléctricas, barandales, fuentes, rampas, explanadas, albercas, cruces de calles, elevadores, automóviles… etc. es increíble cómo los accidentes suceden enfrente de uno y sólo basta un descuido para que ocurra algo inesperado y una tarde cualquiera termine en fatalidad. No sabes la cantidad de gente que trayendo en el auto la silla especial para asegurar a los niños, viaja con ellos en el regazo o sueltos en el asiento trasero.
- ¿Te acuerdas el día que te fracturaste la mano en una puerta eléctrica de un centro comercial?
- Sí, me dolió mucho…
- pues claro… pero al menos ya aprendiste que no debes andar metiendo las manos entre las puertas…
- Sí, me dolió mucho…
- pues claro… pero al menos ya aprendiste que no debes andar metiendo las manos entre las puertas…