jueves, 8 de enero de 2015

"10 AÑOS no son nada... son todo" El Matrimonio antes de la Llegada de los Hijos (Capítulo IX)

Como te estaba contando, querido Pablo, cuando tu mamá y yo nos encontrábamos en esta etapa del matrimonio en la que ya estás casado pero todavía no tienes hijos, recuerdo que pensamos:
- Este es el momento de hacer cosas extraordinarias, ya que si no las hacemos ahora, después (con la llegada de los hijos) será más complicado.

Y conste que no dije, será imposible, sólo dije – Será más complicado.

Pensando de esta manera, nos propusimos cumplir cada quién un sueño. Algún deseo que tuviéramos guardado y que quisiéramos vivir juntos. Después de pensarlo poco, tu mamá dijo que a ella le gustaría ver de cerca a las ballenas grises en Baja California. Y yo, decidí que quería conocer Nueva York.

Con una casa pequeña y dos ingresos en la familia, es fácil hacer planes de esta magnitud. Ni tardos ni perezosos definimos las fechas y nos preparamos para hacer sendos viajes antes de encargar familia.

Primero nos fuimos a Guerrero Negro en Baja California, el deseo de ver de cerca a las ballenas se convirtió en un deseo de dos.

Recuerdo que volamos a Hermosillo y luego en un avión muy pequeño llegamos a nuestro destino. Nos instalamos en un modestísimo hotel y al siguiente día por la mañana estábamos en una balsa de fibra de vidrio de no más de 8 mts. de largo adentrándonos a la boca donde la laguna ojo de liebre se junta con el océano.

El lanchero apagó el motor de la lancha y dijo, - ya sólo hay que esperar a que se acerquen.

Los chorros de agua que salían por los espiráculos de la ballenas se comenzaron a escuchar a lo lejos y poco a poco se fueron acercando a donde estábamos, la emoción fue creciendo, resultaba difícil creer que estábamos prácticamente a la deriva rodeados de aquellos animales que nos sobrepasaban por mucho en peso y en tamaño. De pronto vimos como una ballena se dirigía de frente hacia la lancha… - Ahí viene una – gritó alguien. No sabíamos lo que iba a suceder. La ola se venía levantando frente a nosotros cada vez más cerca; señal de que la gran ballena se acercaba, de pronto fue visible bajo el agua y pasó nadando por debajo de nosotros. La lancha ahora se sentía más pequeña comparada con el tamaño de aquel animal que no terminaba de pasar. Su silueta se fue haciendo delgada hasta que al final una gran aleta subía y bajaba impulsándola hacia adelante.

Estuvimos con las ballenas casi una hora, pudimos verlas junto con sus crías e incluso tocarlas. Es increíble como unos animales de ese tamaño se muestran dóciles ante un grupo de extraños que invaden su hábitat. Disfrutamos mucho ese paseo, en el mismo recorrido vimos algunas focas y leones marinos. Pero nada, nada como las ballenas.

Retornamos a casa y un par de meses después nos dimos cuenta de que estábamos embarazados. No había tiempo que perder, nos quedaban pocos meses para conocer Nueva York.

Volamos cuando tu mamá tenía 5 meses de embarazo. Llegar a la gran manzana fue excitante. La ciudad más cosmopolita del mundo nos recibía como recibe a millones de visitantes. En una semana fuimos a teatros, museos, restaurantes y recorrimos las calles a pie, en taxi, en metro y autobús. Todo con tal de conocer los lugares más emblemáticos y atractivos de la ciudad. Es obvio decirlo pero lo digo, una semana fue insuficiente para ver todo lo que hubiéramos querido. Sin embargo, mi gusto estaba satisfecho por el momento. La ciudad que nunca duerme nos dio su mejor cara y nos hizo gozar durante toda nuestra estancia.

No pretendo, querido Pablo, que vivas una vida como la mía. Mi vida no es ejemplo de nada ni debe ser un modelo a seguir para nadie. Lo que pretendo transmitirte es que en aquel momento viví con intensidad un sueño que estaba a mi alcance. Como dice la canción: “Gocé y disfruté no se si más que otro cualquiera, si bien, todo esto fue a mi manera”. Y eso es lo que quiero que aprendas, a vivir y a disfrutar las cosas, a tu manera. Si te toca vivir un momento como el que me tocó a mi, aprovéchalo para cumplir alguno de tus sueños, lo disfrutarás enormemente compartiéndolo con tu pareja.

El tiempo nos apremiaba, el embarazo cada día se notaba más, nuestros sueños de aquel entonces estaban cumplidos, era momento de entrar a una etapa nueva de la vida, había que volver a casa y acondicionar el nido para recibir a nuestro primer hijo.



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