miércoles, 7 de mayo de 2014

Desesperación por Divertirse


“Esta desesperación por divertirse tiene sabor a decadencia.” Así lo escribe Ernesto Sábato en su libro “La Resistencia”, y comenta: “Como si habiendo perdido la capacidad para la grandeza, nos conformáramos con una comedia de regular calidad.”
 Leo a Sábato y visualizo a toda una generación de la cual soy parte, absorta en sus dispositivos móviles, haciendo la mitad de su vida en las redes sociales, con esa “Desesperación por divertirse” que nos lleva al absurdo de querer aprovechar hasta un semáforo en rojo para ver la más reciente publicación del Facebook, o a no dejar pasar la oportunidad de fotografiar a una señora mal vestida para luego publicar - “¡Cómo se le ocurre salir así!”-  y  se nos va haciendo costumbre ir por la vida y por el cyber espacio sintiéndonos con el derecho de juzgar a los demás.
¿Será acaso que perdimos la capacidad para divertirnos a partir de nosotros mismos y ahora toda la diversión nos tiene que venir de fuera?, ¿Será que ahora disfrutamos como nunca antes de entrometernos en las vidas de quienes hacen públicos los aspectos que antes eran privados? ¿O será la reacción natural a lo que provocan quienes se exhiben sin pudor alguno? ¿O será que ante un vacío interior nos conformamos con ver publicaciones, aun huecas de contenido; cual animales en cautiverio, que ante la incapacidad de poder escoger su alimento se conforma con lo que le avientan?
¿Y qué hay del morbo?  Antaño sólo las ferias de pueblo y los burdeles controlaban el negocio del morbo. - ¡Venga a conocer a la mujer serpiente!, -  ¡Vea un chivo con tres cabezas! -   Ahora es común que en tu dispositivo recibas de algún amigo; cual si fuera un presente, un video que dice: ¡Vea como el tiburón le arranca la pierna!, ¡Vea como queman a un perro vivo!, ¡Vea cómo le pega a su niña de 3 años!  Perdón, pero a mi esos regalos no me gustan. Considero que la difusión de ese tipo de materiales más que motivar a tener una conciencia más cívica y más humana, estimulan y promueven el morbo entre  la gente y su difusión nos vuelve más insensibles ante el dolor y el sufrimiento ajeno. 
Entiendo que para algunos resulta difícil imponerse ante la seducción de ver fotos y videos “recomendados” por nuestros amigos. Habrá quien incluso se regocije ante esa clase de materiales; que bajo mi astigmática óptica, en nada resulta edificante ni provechosa. Pero está claro, hemos aprendido a deleitarnos de una nueva forma, y debemos aceptar que en nuestro tiempo, hay gente que se vuelve insaciable puesto que ya no se sorprende con nada.
Ahora bien, nadie ha dicho que divertirse sea malo. Por el contrario, quizá debiera ser obligación de todo ser humano en un afán por ser feliz. Paradójicamente lo preocupante no resulta el deseo de diversión  per se; sino lo que menciona Sábato, que ante la desesperación por hacerlo, pareciera que nuestro estándar de calidad ha bajado tanto, que ahora nos conformamos con cualquier cosa.


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