“Esta desesperación por
divertirse tiene sabor a decadencia.” Así lo escribe Ernesto Sábato en su libro
“La Resistencia”, y comenta: “Como si habiendo perdido la capacidad para la
grandeza, nos conformáramos con una comedia de regular calidad.”
Leo a Sábato y visualizo a toda una generación
de la cual soy parte, absorta en sus dispositivos móviles, haciendo la mitad de
su vida en las redes sociales, con esa “Desesperación por divertirse” que nos
lleva al absurdo de querer aprovechar hasta un semáforo en rojo para ver la más
reciente publicación del Facebook, o a no dejar pasar la oportunidad de fotografiar
a una señora mal vestida para luego publicar - “¡Cómo se le ocurre salir así!”-
y se nos va haciendo costumbre ir por la vida y por
el cyber espacio sintiéndonos con el derecho de juzgar a los demás.
¿Será acaso que perdimos la
capacidad para divertirnos a partir de nosotros mismos y ahora toda la
diversión nos tiene que venir de fuera?, ¿Será que ahora disfrutamos como nunca
antes de entrometernos en las vidas de quienes hacen públicos los aspectos que
antes eran privados? ¿O será la reacción natural a lo que provocan quienes se
exhiben sin pudor alguno? ¿O será que ante un vacío interior nos conformamos
con ver publicaciones, aun huecas de contenido; cual animales en cautiverio,
que ante la incapacidad de poder escoger su alimento se conforma con lo que le
avientan?
¿Y qué hay del morbo? Antaño sólo las ferias de pueblo y los
burdeles controlaban el negocio del morbo. - ¡Venga a conocer a la mujer
serpiente!, - ¡Vea un chivo con tres
cabezas! - Ahora es común que en tu
dispositivo recibas de algún amigo; cual si fuera un presente, un video que dice:
¡Vea como el tiburón le arranca la pierna!, ¡Vea como queman a un perro vivo!,
¡Vea cómo le pega a su niña de 3 años! Perdón, pero a mi esos regalos no me gustan.
Considero que la difusión de ese tipo de materiales más que motivar a tener una
conciencia más cívica y más humana, estimulan y promueven el morbo entre la gente y su difusión nos vuelve más
insensibles ante el dolor y el sufrimiento ajeno.
Entiendo que para algunos resulta
difícil imponerse ante la seducción de ver fotos y videos “recomendados” por
nuestros amigos. Habrá quien incluso se regocije ante esa clase de materiales; que
bajo mi astigmática óptica, en nada resulta edificante ni provechosa. Pero está
claro, hemos aprendido a deleitarnos de una nueva forma, y debemos aceptar que
en nuestro tiempo, hay gente que se vuelve insaciable puesto que ya no se
sorprende con nada.
Ahora bien, nadie ha dicho que
divertirse sea malo. Por el contrario, quizá debiera ser obligación de todo ser
humano en un afán por ser feliz. Paradójicamente lo preocupante no resulta el
deseo de diversión per se; sino lo que
menciona Sábato, que ante la desesperación por hacerlo, pareciera que nuestro
estándar de calidad ha bajado tanto, que ahora nos conformamos con cualquier
cosa.
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