jueves, 29 de mayo de 2014

21 DÍAS FORTALECIENDO EL ESPÍRITU.

Escuché decir que si hacemos alguna actividad durante 21 días seguidos, se nos convierte en un hábito.

Todo comenzó cuando me subía a la báscula y ésta marcó 99kg. - Algo no anda bien – pensé.

Lo comenté con mi esposa y me dijo: -  Te voy a hacer un regalo  –  al día siguiente ya tenía cita con una nutrióloga.

Me pudo mucho saber que a mis 40 años, tenía la edad metabólica de una persona de 50.
-         -  ¿Haces algún ejercicio? – me preguntó la Nutrióloga.
-         - No – Contesté  sin titubear.
-         -  ¿Por qué?
-         - Porque no me gusta.

A pesar de la seguridad de mi respuesta, yo sabía que para ver un cambio en mis indicadores de salud, debía sobre todo  cambiar mi forma de pensar, y por supuesto cambiar algunos de mis hábitos. 
-         
   -   Pero lo haré si es necesario – contesté y di por terminado el tema.

A lo largo de casi un mes he meditado sobre 3 conceptos que han sido fundamentales para lograr mi objetivo: Hacer conciencia, reorganizar mi tiempo y actuar con disciplina.

“Si no sabes qué hacer, haz conciencia” – Mi mente me lo decía una y otra vez. Si en verdad pienso que algo es importante para mí, debo declararlo y ser congruente con mis actos. No puedo pensar y decir que me preocupo por mi salud, si con mis actos diariamente  reflejo otra realidad.  Además,  si la vida me gusta tanto y el único cuerpo que tengo es el que llevo puesto, vale más cuidarlo desde ahora. Manos a la obra.

“Sólo tengo tiempo para las cosas que me interesan”.  Si ya decidí que cuidar mi salud es importante para mí, no tengo otra opción que hacer ejercicio, y no puedo pensar que voy a hacer ejercicio en mi tiempo libre, pues el tiempo libre jamás va a llegar.  Si mi salud es importante, tengo que programar un tiempo en mi agenda para hacer ejercicio, no hay otra opción.

Fue necesario ajustar la hora de levantarme y por consiguiente tuve que ajustar también la hora de acostarme. Decidí ejercitarme de 6:00 a 6:30 de la mañana, esa sería la primera actividad de cada día. Aquello implicaba levantarme  45 minutos antes de la hora acostumbrada. El plan estaba hecho, ya solo faltaba llevarlo a cabo.

“Disciplina es hacer lo que tengo que hacer, aunque no quiera”.  Me propuse salir a caminar y correr durante 21 días seguidos.  Sobra decir que cada mañana desde el primer día, ha sido un reto inmenso salir de la cama, ponerme ropa deportiva y calzarme los tenis.

Cuando completé la primera semana ya sentía que aquello era toda una hazaña. A la segunda semana mi cuerpo pedía un merecido día de descanso, mientras mi mente y mi espíritu se fortalecían librando y ganando una batalla cada día. A la tercera semana, y justo el día que cumplía 21 días haciendo ejercicio amaneció chispeando.  En otros tiempos, por menos de eso hubiera abandonado mi propósito, pero en esta ocasión, la  consciencia y la disciplina actuaron al unísono: un pequeño aguacero no me va a hacer desistir de mi propósito. Jamás en mi vida había corrido bajo la lluvia como no fuera para guarecerme.

A la fecha llevo más de 21 días consecutivos haciendo ejercicio y cuidando mi alimentación. Mi peso, mi edad metabólica y en general mis indicadores de salud son mejores que hace un mes.  Haber hecho consciencia, dedicar un tiempo específico y actuar con verdadera disciplina son 3 conceptos que me han ayudado a sentirme bien y a mejorar mi salud.

Para mí, hacer ejercicio todavía no se ha convertido en algo divertido, reconozco que lo hago porque  lo tengo que hacer,  sin embargo, mi mente y mi espíritu me han hecho ver que para alcanzar nuestras metas, algunas cosas valen la pena y valen el esfuerzo, aunque no sean de nuestro total agrado.




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