Escuché decir que si hacemos
alguna actividad durante 21 días seguidos, se nos convierte en un hábito.
Todo comenzó cuando me subía a la
báscula y ésta marcó 99kg. - Algo no anda bien – pensé.
Lo comenté con mi esposa y me dijo:
- Te voy a hacer un regalo – al día
siguiente ya tenía cita con una nutrióloga.
Me pudo mucho saber que a mis 40
años, tenía la edad metabólica de una persona de 50.
- - ¿Haces algún ejercicio? – me preguntó la
Nutrióloga.
- - No – Contesté sin titubear.
- - ¿Por qué?
- - Porque no me gusta.
A pesar de la seguridad de mi
respuesta, yo sabía que para ver un cambio en mis indicadores de salud, debía sobre
todo cambiar mi forma de pensar, y por
supuesto cambiar algunos de mis hábitos.
-
- Pero lo haré si es necesario – contesté y di por
terminado el tema.
A lo largo de casi un mes he meditado
sobre 3 conceptos que han sido fundamentales para lograr mi objetivo: Hacer conciencia,
reorganizar mi tiempo y actuar con disciplina.
“Si no sabes qué hacer, haz conciencia” – Mi mente me lo decía una
y otra vez. Si en verdad pienso que algo es importante para mí, debo declararlo
y ser congruente con mis actos. No puedo pensar y decir que me preocupo por mi
salud, si con mis actos diariamente reflejo
otra realidad. Además, si la vida me gusta tanto y el único cuerpo
que tengo es el que llevo puesto, vale más cuidarlo desde ahora. Manos a la
obra.
“Sólo tengo tiempo para las cosas que me interesan”. Si ya decidí que cuidar mi salud es importante
para mí, no tengo otra opción que hacer ejercicio, y no puedo pensar que voy a
hacer ejercicio en mi tiempo libre, pues el tiempo libre jamás va a llegar. Si mi salud es importante, tengo que programar
un tiempo en mi agenda para hacer ejercicio, no hay otra opción.
Fue necesario ajustar la hora de levantarme
y por consiguiente tuve que ajustar también la hora de acostarme. Decidí ejercitarme
de 6:00 a 6:30 de la mañana, esa sería la primera actividad de cada día.
Aquello implicaba levantarme 45 minutos
antes de la hora acostumbrada. El plan estaba hecho, ya solo faltaba llevarlo a
cabo.
“Disciplina es hacer lo que tengo que hacer, aunque no quiera”. Me propuse salir a caminar y correr durante 21
días seguidos. Sobra decir que cada
mañana desde el primer día, ha sido un reto inmenso salir de la cama, ponerme
ropa deportiva y calzarme los tenis.
Cuando completé la primera semana
ya sentía que aquello era toda una hazaña. A la segunda semana mi cuerpo pedía
un merecido día de descanso, mientras mi mente y mi espíritu se fortalecían librando
y ganando una batalla cada día. A la tercera semana, y justo el día que cumplía
21 días haciendo ejercicio amaneció chispeando.
En otros tiempos, por menos de eso hubiera abandonado mi propósito, pero
en esta ocasión, la consciencia y la
disciplina actuaron al unísono: un pequeño aguacero no me va a hacer desistir
de mi propósito. Jamás en mi vida había corrido bajo la lluvia como no fuera
para guarecerme.
A la fecha llevo más de 21 días
consecutivos haciendo ejercicio y cuidando mi alimentación. Mi peso, mi edad
metabólica y en general mis indicadores de salud son mejores que hace un
mes. Haber hecho consciencia, dedicar un tiempo
específico y actuar con verdadera disciplina
son 3 conceptos que me han ayudado a sentirme bien y a mejorar mi salud.
Para mí, hacer ejercicio todavía no
se ha convertido en algo divertido, reconozco que lo hago porque lo tengo que hacer, sin embargo, mi mente y mi espíritu me han hecho
ver que para alcanzar nuestras metas, algunas cosas valen la pena y valen el
esfuerzo, aunque no sean de nuestro total agrado.