miércoles, 13 de noviembre de 2013

Texto para “Sabineros”, sólo coleccionistas… de buenas historias.

Texto para “Sabineros”,  sólo coleccionistas… de buenas historias.
Se apagaron las luces y el público jubiloso gritó de la emoción. Cuando Sabina apareció en el escenario la gente lo ovacionó de pie mientras algunos le gritaban “Bravo, Poeta”, “Bravo, Maestro”. Todos reconocimos con aplausos y una sonrisa, al hombre del sombrero, al hombre del traje gris,  a quien ha escrito y contado historias que muchos quisimos haber vivido.
Ahí estábamos todos. Todos con él y él con todas sus historias, que desde hace tiempo son también historias nuestras.  Apenas se podía creer, pero ahí estábamos todos junto a  la Magdalena y los peces de la ciudad, junto a la rubia platino, y a todas las chicas que sueñan con ser una chica Almodóvar,   junto a cientos de rosas con espinas y a una tal calle Melancolía.
No lo creerán quienes duden de la fantasía, pero  hasta Chabela Vargas estuvo ahí, y todos fuimos y venimos  por su Boulevard de Sueños Rotos, mientras Joaquín nos contaba lo que Chabela le dijo un día: - Joaquín, tú y yo somos iguales en dos cosas: Siempre hemos sido muy borrachos, y siempre hemos sido muy mujeriegos.
También entre los presentes estaba el enamorado (detrás de nosotros) que no dejaba de decirle a su novia: - escucha esa letra que está fregona…. (y luego se la cantaba al oído).  También estaban las chicas a mi lado, que no sé a que fueron porque no dejaron de hablar en todo el concierto, y por último, la chica borracha en el otro costado, que no dejó de cantar, o más bien de gritar cada canción.  Eso si, un par de cosas me dejó muy claras: Que efectivamente se sabía todas las canciones y que ella también quería ser una chica Almodóvar (yo al verla de perfil, con ese modelito de nariz estilo Cyrano de Bergerac, pensé: - no te falta mucho, chula).
Yo hubiera preferido escuchar más a Sabina y menos a la vecina, pero como no se puede ser afortunado en todo, me conformé escuchando lo que podía. El concierto transcurría normalmente  y  justo cuando entró en escena la tortuga y el tipo que no fue a ninguna parte…saltó al escenario la chica que intentó robarle un beso al artista y casi lo tumba de la silla: - Me gustan los amores desenfrenados, - Le dijo Joaquín - pero por favor, dejadme cantar… 
Como lo dije antes lo repito ahora, en la cita del viernes pasado cupimos todos, estuvimos todos, también los que cuentan los días hasta el 19  y las noches hasta el 500 sin poder olvidar lo inolvidable, y estaban también los 7 crisantemos, y el gato sin dueño,  y el mes de abril, y por supuesto,  la chica de las medias negras y los que esperan a la orilla de la chimenea.
La noche fue cayendo con toda su negrura y el tiempo fue pasando, y claro, nos dieron las 10 y las 11 y las 12… pero a nadie nos importó el desvelo, pues todos estábamos con él y por él.
Aunque a decir verdad, estábamos todos menos uno. Quizá nadie lo echó de menos, pero faltaba el sol, pues se metió a la cuna del mar a roncar…  y todos pensamos: -  Bueno, peor para él.

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