Este es un proyecto llamado "El Alma de las Cosas" breves textos sobre algunos objetos que conservo con especial valor sentimental.
El Mármol Rosa
En mi casa hay un pedazo de
mármol rosa. No es una piedra cualquiera, es un pedazo de piedra que por años
formó parte de la basílica de San Pedro en el Vaticano.
Cuando mi esposa y yo hicimos
nuestro viaje de luna de miel, viajamos por algunas ciudades europeas, entre
ellas fuimos al Vaticano. Entramos a la
Basílica de San Pedro y la recorrimos a saciedad. Admiramos las obras de arte
que atesora el recinto, bajamos a las catacumbas y subimos hasta la cúpula.
Caminamos las tres naves y admiramos el enorme baldaquino erigido en el centro
de la basílica, encima del lugar donde descansan los restos del apóstol Pedro.
Paseando por el interior y
arrobados por la belleza y majestuosidad del templo, vimos como un niño
jugueteaba junto a una de las enormes columnas de la nave central y con la
punta de su pie golpeaba una parte del
piso de la basílica donde el mármol estaba estrellado, con tal suerte, que un fragmento del mármol
rosa del piso saltó de la superficie donde llevaba al menos cinco siglos, y fue
a dar exactamente a los pies de mi esposa.
No hubo que dar explicaciones a
nadie, recogimos el fragmento y me lo eché en el bolsillo de mi pantalón, un
fragmento de la basílica de San Pedro ahora me pertenecía y nadie me lo iba a
quitar. Realmente nadie hizo el intento de quitármelo puesto que nadie se
percató del acto, con excepción del niño, quien apenado por la travesura, en ese momento guardó silencio, cosa que profundamente
le agradezco.
El trozo de mármol extraído
seguramente de una cantera italiana y que por siglos fue parte del templo más
emblemático de la cristiandad, ahora descansa en mi domicilio, en mi familia lo
conservamos como un recuerdo de nuestra luna de miel, y como un tesoro por el
contenido histórico que encierra.