domingo, 17 de junio de 2018

Mi voto no es secreto… (Quinto y último de los textos políticos alusivos a las Elecciones)


No conozco a ningún candidato a la presidencia de la república. Digo que no los conozco, porque verlos en los medios y escucharlos en campaña, no es conocerlos de verdad.  Los veo, los escucho, trato de entenderlos  y ver con quienes hacen equipo. Con algunos encuentro afinidades, con otros discrepo.  Sé que están en campaña y coqueteando con sus mejores galas físicas, emocionales e intelectuales.

Los medios (hasta los que se dicen serios) por momentos pierden objetividad, los  burócratas y militantes de partidos; “Amigos todos”; están tan desacreditados, que cuesta trabajo creerles hasta cuando dicen la verdad. La sociedad civil oscila de la discreción al apasionamiento, la información falsa o tendenciosa, supera por mucho a la que sirve para hacer juicios de verdad. Eso sí, la gracia de los memes y el ingenio del pueblo  mexicano es insuperable.

Con este entorno y faltando poco tiempo para las elecciones, me siento como quien hace un viaje por carretera y a medio desierto encuentra un restaurante como única opción para comer. Al entrar descubres que el menú no tiene lo que a ti te hubiera gustado, pero aun así, debemos elegir algo que nos permita continuar nuestro viaje lo mejor posible.

Aunque el menú me brinda cuatro opciones, sólo me concentro en dos.

La opción uno: José Antonio Meade, quizá el de mejor experiencia para  el cargo, opacado por una lápida que lleva a cuestas, que a diferencia del Pípila, lejos de protegerlo le impide avanzar. Me hubiera gustado verlo y escucharlo siendo autocrítico de los gobiernos donde él participó, y crítico objetivo de los partidos que lo postulan, con eso habría sido mejor candidato.

Y la opción dos: Ricardo Anaya, a quien veo como un joven ambicioso, hábil, actualizado, tenaz y capaz de hacer cosas que otros no se han atrevido. Con una historia por aclarar, donde hasta ahora, su disposición a rendir cuentas ante las instituciones (también de dudosa parcialidad) lo ha mantenido en la lucha, haciendo alianza con partidos de izquierda y de derecha.  

Votar en secreto es un derecho pero no una obligación. En esta elección mi voto no será secreto, será para Ricardo Anaya.  La razón es más poderosa que el posible enojo, y el presente más fuerte que el pasado.

Si estás de acuerdo conmigo te invito a manifestarlo, si discrepas y apoyas a alguien más por verdadera convicción, te felicito por defender tu voto como yo defiendo el mío.

Si te han impuesto alguna forma de pensar, quizá te falte información o libertad de pensamiento. 

Si no puedes externar tu preferencia real por evitar un conflicto o por temor  represalias, lo entiendo y lo respeto, pero quizá te falta  libertad de expresión.

Comamos en paz para poder seguir nuestro viaje,  el camino y el destino dependerá más de nosotros que de los demás, y si el platillo no nos nutre, al menos esperemos que no nos haga daño.

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