martes, 22 de mayo de 2018

Búsqueda Frenética, versión Siglo XXI… (Nada que ver con la película de Harrison Ford de 1988)


Aeropuerto de Monterrey, sala de abordaje.

Estoy leyendo y esperando el momento del abordaje, sin prisa, pues falta más de media hora.

Veo llegar a un joven con paso acelerado, se ve nervioso, como buscando algo muy importante.

Sus ojos buscan, escruta las paredes, otea cada rincón. No puede creerlo, le resulta inverosímil pensar que un aeropuerto como este, carezca de algo tan esencial.

Continua sin rendirse, ahora se ve más desesperado, no lo logra, su rostro refleja el nerviosismo. Se detiene, regresa unos pasos,  gira en su propio eje, se asoma por debajo de las bancas, alza la vista y en lo que pareciera lontananza…  uf, hace contacto visual con su objetivo, lo encuentra y no lo puede creer… el alivio parece estar llegando.

El único contacto eléctrico en toda la sala ha sido localizado, lo tiene al alcance de su vista, y lo más increíble, está disponible y pareciera que esperándolo. 

Se dirige caminando lo más rápido que puede, digamos a toda velocidad pero sin trotar, mientras avanza, con movimiento mecanizado hurga en su bolsillo mientras calcula el tiempo y la distancia a su objetivo. A punto de llegar, extrae un dispositivo y un cable que conecta por un extremo a su teléfono y justo cuando está a unos metros con clavija en mano, se prepara, apunta, llega y en un acto de penetración certero contra el despreocupado enchufe, lo embiste hasta el fondo como si en aquello se le fuera la vida.

Su rostro de éxtasis me hace pensar que casi eyacula del gusto.

El alivio le llega en forma de sudor, transpira más de lo aceptable, se abanica con el pase de abordar que lleva en la otra mano y después deja salir un suspiro, una respiración profunda y finalmente  una exhalación prolongada.

Como contemplando su hazaña, relajado busca el indicador en su pantalla esperando vanagloriarse de su hallazgo. Sin poderlo comprender, ocurre lo inesperado,  el fatídico desenlace… el pinche contacto no funciona, no lo puede creer, el corazón se le acelera de pronto y yo, que lo he observado todo este momento a una distancia prudente,  siento que el desvanecimiento está por llegar.

Pienso que se pueda tratar de una emergencia, para lo cual estaría encantado de prestarle mi teléfono, pero quizá no se trata de eso, pues el desmayo nunca llega, así que supongo que pueda ser un adicto jugador a punto de lograr un nuevo nivel de Clash Royale o Candy Crush.

De pronto, parece que el viajero no puede esperar más y decide cambiar de sala de abordaje, a una que si tenga enchufes.

Estaba por regresar a mi lectura pensando en aquel pasajero cuando veo que la historia se repite… como en la película “El Día de la Marmota” veo llegar a otro joven con paso acelerado, se ve nervioso, como buscando algo muy importante…

No sé si regresar a mi lectura, prestarle una pila, avisarle de una vez que no hay más enchufes a la vista y que el único que hay no funciona, y ofrecerle terapia de escucha mientras abordamos, o ponerme a escribir la anécdota para compartirla con ustedes.

Con palabras muy presidenciales, aquí les pregunto: “¿Qué hubieran hecho ustedes?”

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